Desde que se recuerde, los políticos han practicado el arte de la compra de votos. Esta compra puede hacerse a través de bebidas alcohólicas, tinacos, láminas, tanques de gas, y hasta dinero en efectivo.
La compra del voto es de acuerdo al sapo. A algunos candidatos les sale barato, según la zona. Pueden regalar granos o papel de baño, hasta lavadoras o bicicletas.
La práctica corrupta surge por las condiciones económicas, o porque los candidatos son novatos, o no tienen un historial dónde afirmarse, o no tienen credibilidad, o en muchos casos, tampoco conocen la ideología de su partido, es decir, no tienen nada que les ayude para que el votante pueda retener en su memoria, por lo menos su nombre o su apellido.
Se ha dicho mucho que las campañas políticas se convierten en competencia feroz, pero en realidad es por la situación económica. La mayoría de los nuevos políticos están decididos a conseguir el cargo a como dé lugar, de ahí que consigan patrocinios y la atención de los medios de comunicación, los que supuestamente les facilitarán ganar las elecciones.
Pero, ¿qué hacen estos ambiciosos que no tienen rostro político? Compran votos. Esto no es algo nuevo.
La compra de votos no es otra cosa que hacer que los electores se traguen su nombre a fuerza, con tal de construir una marca que convenza, pero mediante dinero.
Hace dos o tres días, comenzó a circular en las redes sociales un audio donde presuntamente, Daniela Bravo Villarreal, operadora de campaña de Francisco Martínez Neri, ofrece dinero a cambio de votos. El monto ofrecido va desde los mil 500 hasta un bono de 3 mil monedas de a peso.
En la llamada, Daniela Bravo, le dice uno de los líderes: “Las despensas las entregamos el día de la elección, y el pago de las credenciales es luego, luego. Si me la entregas el sábado en la noche, el domingo a medio día te estoy pagando. Si me la entregas el domingo en la mañana, el domingo en la tarde-noche, a las 6:00 de la tarde, estoy pagando. Porque vamos a verificar que los números de teléfono estén bien, que las personas sepan y todo. La despensa es para el día… de mil 500. Tienen que entregar una copia de su credencial de cada uno, y una lista donde venga su sección electoral, número de teléfono, y nombre completo. Se van a hacer llamadas al azar, a ver si checa toda la lista, y se les va a preguntar si conocen a Neri, y que si votarían por él el 6 de junio. Y el bono es: por cada 100, se te estará dando un bono de 3 mil, adicional.”
Hasta este momento no ha habido un pronunciamiento oficial por parte de la candidatura de Francisco Martínez Neri, eso quiere decir que en realidad se siente descubierto, y eso es falta de lealtad a su propio partido, Morena, ya que dentro de sus principios está el no mentir, no robar, no traicionar.
Comprar votos significa reconocer que su partido no tiene, en esta elección, ninguna trascendencia en la ciudadanía.
Si el partido que presume de “honestidad valiente” compra votos, más adelante va a ser mucho más difícil erradicar la corrupción. Además, las colonias más pobres, las más marginadas, pueden llegar a considerar que el pago de dinero en efectivo, es lo único que podrán conseguir dentro de un gobierno ineficaz, y puede que lleguen a depender de ese dinero, una sola vez durante cada proceso electoral. Desgraciadamente, aquellos que más sufren de la corrupción se convierten en los que tienen menos probabilidades de oponerse a ella.
Martínez Neri puede ser un excelente catedrático universitario y un excelente contador, pero al ser sorprendido a través de su operadora de campaña, su buen nombre o su buena reputación pudo haberlos perdido.
Posiblemente, por esa exhibida, Martínez Neri busca afanosamente reflectores, y para ello, reta a un debate a Javier Villacaña, el candidato común del PRI, PAN y PRD a la presidencia municipal de la capital oaxaqueña.
Javier, diplomáticamente le dice: “…le doy chance una semana más para que se prepare y conozca un poco más la ciudad”.