La segunda semana del Sínodo sobre la Familia cerró como la primera: entre divisiones y fuertes resistencias del ala conservadora.
La reunión, en la cual los 270 Obispos católicos decidirán si modernizan la visión de la Iglesia sobre las sociedades actuales, ha encontrado resistencia a las reformas deseadas por Francisco sobre temas como los divorciados y los homosexuales.
Dicha cerrazón, de acuerdo con algunos analistas, amenaza con dejar en punto muerto el aperturismo del Papa, con consecuencias imprevisibles sobre su pontificado.
El último capítulo de la pugna lo protagonizaron una decena de Cardenales conservadores que enviaron una carta con reproches sobre el Sínodo al Papa, quien, tras recibirla, rechazó casi todas las críticas.
Entre las quejas se encontraba una sobre la composición de la comisión que deberá redactar el informe final –que no se sabe si se elaborará, o si se hará público–, la cual, de acuerdo con los conservadores, está integrada por miembros afines al Pontífice.
“Lo que suscitó la protesta es la metodología de trabajo, que favorece a los renovadores. Por ejemplo, (…) la comisión tiene una clara orientación progresista”, dijo a REFORMA el vaticanista Sandro Magister, el periodista crítico con la gestión de Francisco que reveló el documento.
Entre los firmantes de la misiva crítica estarían algunos de los pesos pesados de la Iglesia, entre ellos dos colaboradores directos de Francisco en Roma, así como Norberto Carrera Rivera, Arzobispo de la Ciudad de México, cosa que él descartó.
Con todo, la realidad es que Francisco sí ha intentado limitar el ataque de los conservadores.
Ya antes del inicio de la reunión, el Papa sustituyó a algunos participantes por otros más cercanos a él y, el día del inicio de la reunión, aclaró que el Sínodo no era un Parlamento, sino un órgano consultivo.
De hecho, una de las alternativas que se barajan ahora es que el Papa opte por tomar cartas en el asunto de manera autoritaria.
“Es posible que al final el Papa elija ser autoritario y decida él cuáles aperturas acepta la Iglesia. Si no, es posible que el Sínodo acabe sin resultados”, afirmó a REFORMA un diplomático cercano al Vaticano quien pidió el anonimato.
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