¿Quién gana con que no haya elección en San Dionisio del Mar? Nadie gana y todos perdemos. Pierden los habitantes, los gobiernos estatal y federal, pierden los órganos electorales (hoy concentrados todos en el INE) y pierden los partidos políticos.
El de San Dionisio es un mal precedente. La larga lista de “valores de la democracia” que ornamentan las cátedras de ciencia política ahí no existen siquiera en palabras y los delitos electorales, sobre todo aquellos que determinan penas contra los profanadores del derecho al sufragio, demuestran ser letra muerta; y la personalidad casi olímpica de los consejeros electorales palidece ante la complicada realidad que la manipulación y su vehículo, el dinero, imponen en ese girón de la zona huave.
En San Dionisio todos pierden, incluso su administrador municipal, cuya dimisión, se comenta, es cuestión de días. Quienes lo “encumbraron” serán ahora sus verdugos.
Si repartiendo culpas se esfumaran todos los obstáculos que impiden la elección, con presteza enunciaríamos aquí un catálogo completo, sin embargo, todos los implicados hacen oídos sordos y ojos ciegos. San Dionisio es una Babel que ha alcanzado a una institución tan profesional y prestigiada como el INE que, hoy parece, se contenta con el papel de Poncio Pilatos: se lava las manos y probablemente con razón.
En el fondo del asunto está el dinero, siempre suficiente para repartir en asuntos como este. Quienes llevan las de “perder” azuzan el fuego para no perder, siendo que –reitero- todos pierden.
El papel de un administrador municipal se circunscribe por ley a tres meses de acuerdo a la ley, una ley que en Oaxaca después de mucho tiempo de muerta extiende sus hedores a Veracruz (donde tiene su sede la sala regional del Tribunal Electoral) y a la capital del país, sede de la Sala Superior del Poder Judicial de la Federación). En Oaxaca hemos venido demostrando maestría en el arte de matar las leyes y dejarlas insepultas.
En tres meses todo administrador municipal tiene la obligación de sentar las condiciones para que los comicios se lleven a cabo donde la autoridad jurisdiccional electoral mandata que deban realizarse de nuevo. Pero pareciera que ese plazo se les da para afianzarse en el cargo los tres años que corresponden a un presidente municipal a costa y por encima de quien se interponga.
No importa si hay violencia. Incluso, si hay un muerto, el “éxito” está garantizado. Es lo que pasa cuando la clase política la integran personajes que no tienen otra forma de ganarse la vida. ¿Qué sigue? ¿Sigue pretender “reelegirse” tres años más?
La de San Dionisio es la carta de presentación del INE en Oaxaca y en todo el país. Es la primera elección que el nuevo órgano electoral organiza en nuestro país. Por ello no es asunto menor.
Platicaba con Roberto Heycher, Presidente del Consejo Local del INE en Oaxaca. Sus observaciones son lógicamente correctas pero escalofriantes al denotar una autoridad sin autoridad. Se vulnera el derecho constitucional de los ciudadanos al sufragio y el derecho de la población a tener un gobernante electo democráticamente, es decir, por la mayoría. La gente de San Dionisio tiene un gobernante impuesto, uno que nadie eligió. Podrá alguien decir que lo eligieron los diputados y que los legisladores son los representantes de los electores. Preguntémosle a los mareños qué opinan de los diputados. Amén de que los diputados no eligieron a nadie; designa o avala quien preside la Junta de Coordinación Política. ¿No fue el Diputado Avilés colaborador del Licenciado Jorge Bustamante García cuando este último fue Secretario de Administración? El pasado termina por alcanzarnos.
Heycher Cardiel argumenta con no poca razón que el INE cumple con organizar la elección. Si no existen las condiciones mínimas de paz social y seguridad para que la elección se lleve a cabo –explica- el INE no puede hacer nada. ¿Y el gobierno? ¿Y el gobernador? ¿Es acaso un “complot” entre ejecutivo y legislativo para tener un administrador a modo? Es pregunta.
La Secretaría General de Gobierno ¿Qué hace? No dudamos que muchas cosas, pero en lo que deja de hacer, la omisión se nota.
Culpar del estado de cosas a la pobreza, a las eólicas o al temperamento de la gente de la región se está convirtiendo en excluyente de responsabilidad. Lo que debiera ser una tempestuosa bendición de la naturaleza que saque al pueblo ikot de la pobreza, ha resultado ser una maldición tripulada por falsos redentores.
Mientras el INE y el OPLEO no asuma su papel con firmeza y sigan temerosos de las formas. Mientras sigan confundiendo el respeto con el temor al gobernador. Mientras no se asuman como autoridad en la materia ni exijan a quien tengan que exigir, la democracia la seguiremos recibiendo solo en migajas.
Twitter: @MoisesMolina