Dicen que la primera impresión jamás se olvida.
Puede ser cierto, pero no determina la opinión que al final del día se pueda tener de una persona.
Mi primer contacto con Héctor Anuar Mafud no fue grato en absoluto, pero se quedó en lo anecdótico.
El tiempo -con su infinita generosidad- nos permitió forjar una amistad que, aunque con encuentros muy esporádicos, se mantuvo incontaminada en un cultivo de gérmenes y pasiones malsanas como es la política.
Hoy nadie puede negar que más allá de sus gobernadores, las historia política de Oaxaca en las postrimerías del siglo XX y ya bien entrado el XXI fue la historia de Mafud.
Carlyle dejó dicho en “Los Héroes” que la historia de la humanidad es la suma de las biografías de sus grandes hombres.
Y la historia de México y sus estados no puede ser la excepción.
Solo un reclamo le puedo hacer a Don Héctor: que no haya dejado sus memorias.
Pero ya sus amigos y colaboradores más cercanos tendrán la tarea de redactar un anecdotario, urgente en tiempos donde la política (ya no digamos como ciencia, sino como arte) necesita referentes para las nuevas generaciones.
Cuando en Oaxaca se habla de la Secretaría General de Gobierno, inmediatamente piensa uno en Mafud.
Fueron muchos años de dirigir la política interna del estado, al menos 4 sexenios de administrar la conflictividad de un estado tan diverso como Oaxaca.
No creo que exista una entidad más conflictiva que Oaxaca, y Mafud supo construir y mantener incólume el edificio de gobernabilidad y paz social que aquí son altamente valoradas.
Hay que decirlo, en 2006 cuando las noticias de los disturbios internos dieron la vuelta al mundo, Mafud era Presidente del Tribunal Superior de Justicia y desde ahí le seguimos debiendo la pervivencia de las instituciones.
Pocos recuerdan que, como lo dijo la Magistrada María Eugenia Villanueva Abraján en el homenaje póstumo a su amigo, fue el Poder Judicial el que impidió la inminente declaratoria de desaparición de poderes en aquellos años.
Bajo el liderazgo de Don Héctor, el Poder Judicial de Oaxaca no sólo siguió trabajando en todos los juzgados del estado, sino que coronó en 2008 la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal en Oaxaca, convirtiéndose en la primera entidad de México en lograrlo.
Aquí uno de los ejemplos históricos de la pertinencia de que los poderes judiciales abran la puerta a perfiles ajenos a la carrera judicial, sobre todo en estados tan complejos como Oaxaca donde los poderes tienen necesariamente que transitar de la sana distancia a la sana cercanía.
Cuando el gobierno de Fox no se acababa de ir y el de Calderón no terminaba de entrar, fue Mafud y el Poder Judicial de Oaxaca el que encontró la fórmula para conjurar la desaparición de poderes. Nada más.
Y es público también que fue Mafud el único que, en la mesa donde se tomó la decisión de reprimir al magisterio, mantuvo inamovible la postura de que no debía autorizarse el desalojo del plantón del zócalo.
No sé si Mafud dejó escuela. Habemos quiénes le aprendimos de lejos y esporádicamente de cerca. Pero Oaxaca y este país siempre necesitarán esos perfiles: eficaces, eficientes, incansables y con respetabilidad.
El pasado lunes en sesión solemne le rendimos homenaje a Héctor Ánuar Mafud ante el Pleno del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, esta que fue su casa y en donde nunca dejó de hacer política, buena política; como escribiera Paúl Valery, “política del espíritu”.
Sin duda Mafud se fue satisfecho y tranquilo. Satisfecho por todo lo que hizo y tranquilo porque sabe que se va… pero se queda.
*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca