* La inseguridad y brutal violencia tiene causas profundas, a partir de las miserias y flaquezas de la condición humana, representadas por la desmedida ambición y corrupción, por el poder y dinero.
* Para protegerse y evitar embarazos no deseados, hijos abandonados y enfermedades, urge educar sexualmente a nuestros hijos en el hogar, en la escuela, en las iglesias y en la sociedad en general.
(Gracias a mi familia y a toda(o)s nuestra(o)s amiga(o)s por sus felicitaciones, con motivo de mi cumpleaños. Gracias por su amistad y enseñanzas, a través de grandes lecciones de vida. Siempre estaré en deuda con toda(o)s ustedes. Un siglo de vida no será tiempo suficiente para corresponder a su amor y amistad. Perdónenme porque muchas veces he sido un estúpido con ustedes)
Sin justificar la tragedia y menos hacer apología del delito, el asesinato de la maestra del Colegio Cervantes, de Torreón, por uno de sus alumnos, es una mortal llamada de alerta a los maestra(o)s.
No buleen a sus alumna(o)s ni permitan que sus alumnos lo hagan con sus compañera(o)s porque se pueden morir. Quien siembra vientos cosecha tempestades. La violencia genera más violencia.
Nadie tiene por qué morir en condiciones trágicas por la creciente inseguridad y brutal violencia. Y menos la(o)s niña(o)s, las mujeres y menos aún la(o)s maestra(o)s que enseñan a nuestros hijos.
En mayor o menor medida, pueblo y Gobierno somos corresponsables de la creciente violencia, especialmente los adultos. Unos por apatía, otros por cobardía o bien, por abierta complicidad.
El mayor reto para todos es evitar que esta tragedia sea el principio de una escalada de violencia por parte de niños, adolescentes y jóvenes, en las escuelas y lugares de concentración pública.
No culpemos solo a los medios de comunicación y a los videojuegos violentos del diluvio de sangre que ahoga a los mexicanos. ¡Claro que son corresponsables, pero no los únicos responsables!
La inseguridad y brutal violencia tiene causas profundas, a partir de las miserias y flaquezas de la condición humana, representadas por la desmedida ambición y corrupción, por el poder y dinero.
Tenemos un Estado y Gobiernos fallidos, porque están fallando las personas como individuos y ciudadanos, y como consecuencia natural están fallando las familias y por ende la sociedad.
Aun cuando el Gobierno de Coahuila y los directivos del Colegio Cervantes, de Torreón, han pretendido desviar la atención de la causa de fondo, ésta ha trascendido en las redes sociales.
Según estas versiones, el niño que disparó contra su maestra y sus compañeros vivía un drama humano, solo con su abuelita, casi en el abandono. Su madre murió y su padre estaba ausente.
A ello, se sumaba el presunto acoso escolar del cotidiano bullying del que era víctima por parte de sus compañeros de salón y, lo peor, presuntamente por parte de su propia maestra. ¡Imagínese!
Cruel, cruda y descarnada realidad a la que no son ajenos millones de niños en México, alguna(o)s en nuestras familias ampliadas, vecina(o)s y compañera(o)s de trabajo, sin que les apoyemos.
La tragedia del Colegio Cervantes, de Torreón, jamás debe repetirse como ocurre frecuentemente en escuelas, templos y centros comerciales de Estados Unidos vendedor de las armas en México.
Al mismo tiempo, debe obligar a todos, pueblo y Gobiernos, a impulsar políticas públicas que refuercen el amor y respeto a la(o)s niña(o)s y mujeres, con base en la educación con valores.
Y hablamos de principios éticos universalmente aceptados, amor y respeto a la vida, a la libertad y a la dignidad humana; no solo de valores morales o religiosos, sujetos a la conciencia personal.
Indispensable es intensificar de manera permanente la educación sexual, a efecto que nuestros adolescentes y jóvenes disfruten el placer sexual de manera informada, consciente y responsable.
Es una estupidez mayúscula cerrar los ojos a la realidad del despertar del instinto sexual y pretender evitar que los adolescentes y jóvenes inicien su vida sexual activa en el noviazgo.
Para protegerse y evitar embarazos no deseados, hijos abandonados y enfermedades, urge educar sexualmente a nuestros hijos en el hogar, en la escuela, en las iglesias y en la sociedad en general.
Por supervivencia contribuyamos a educar y formar niños, adolescentes y jóvenes, libres de pensamiento y acción, informados, conscientes y responsables, de su vida y de sus actos.
Si no atendemos esta causa de fondo, de muy poco servirán los programas y acciones preventivos gubernamentales en materia de seguridad pública; seguirá incrementando la espiral de violencia.
Por considerarla sumamente trascendente, reproduzco una reflexión anónima que circula en las benditas redes sociales A la memoria del pequeño niño (que pudo ser nuestro hijo).
“Todos en tu comunidad, en tu estado y en tu país nos quedamos muy consternados por tu decisión que sacudió de golpe nuestra estúpida realidad. Muchos juzgan la memoria de tu pequeña persona haciéndote ver cómo un abominable asesino. Pero otros te creemos víctima y nos sentimos culpables de no haber hecho lo correcto contigo. Culpables por no entenderte y ser parte de una sociedad violenta, corrupta y disimulada. Supe por las noticias que perdiste a tu mamá hace meses, sin duda la encontrarás en el cielo, que quedaste a cargo de tu abuelita y que tu papá poco te visitaba. Supe también que pasabas por un mal momento en la escuela y que eras un niño muy aplicado. Nadie te escuchó, nadie puso atención, nadie te tendió la mano, te fallaron los tuyos y te fallamos nosotros. Te faltaron amigos y hoy te sobran juzgadores. Los políticos y funcionarios culpan a los videojuegos, a la música o al Youtube. Siempre que pasa algo nadie se hace responsable y todos culpan a todos, eso sucede pequeño cuando la cobardía nos gana. ¿Cómo llegaron esas armas tan potentes a tus pequeñas manos? ¿Cómo aprendiste a usarlas? ¿Quién te entrenó? Son preguntas que los fiscales y peritos se hacen, pero yo me hago unas que van antes de todas estas. ¿Alguien te dijo que te amaba hoy por la mañana? ¿Alguien te dijo que eras importante? ¿Alguien te hizo sentir especial?… Tengo dos hijos más o menos de tu edad, y con lo que hoy pasó me dejas una gran tarea, para con ellos y para con los demás. No eras un niño malo, no fue tu culpa y debes descansar en paz. Yo voy a pedir por ti, por tu descanso, porque Dios sabe de tu inocencia y tiene bien claro en dónde están los responsables y los culpables, que en realidad somos todos aquellos que lo pudimos evitar pero estuvimos muy ocupados en cosas sin importancia. Descansen en paz tú y tu maestra, mi solidaridad con las familias de tu escuela, Dios le de salud a tus compañeros y a nosotros inteligencia para entender que el amor que te negamos, fue campo fértil para que creciera el odio y en eso, nada bueno florece. Duerme pequeño, yo nunca dudaré de tu inocencia”. (¡Perdónanos!).
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