No se trata de aquellos que vivieron y ejercieron el poder en el siglo XVI, quienes de la mano de Hernán Cortés, conquistaron la antigua México-Tenochtitlan, para fundar la Nueva España. No son los que tuvieron poderes absolutos en nombre de los intereses del Rey de España, además de comportarse, vivir y sentirse reyes.
No. Los Virreyes Oaxaqueños forman parte de la elite política. Éstos pueden no tener distingos académicos. Pueden no haber no terminado la primaria o contar con una maestría en la mejores Universidades del País.
Algunos bien pudieron ser llamados fresas, hijos de papi o spoiledkids. Otros bien pudieron formar parte de un grupo al que en el pasado, de manera despectiva, se les llamaba nacos.
Unos vienen de alcurnia y de una posición económica heredada; otros, surgieron de la nada, son hijos de campesinos, de obreros, de vendedores ambulantes y formaban parte del proletariado.
Sin embargo, hay algo que los une y los caracteriza: heredaron el poder o lo obtuvieron producto de esas casualidades del destino, siempre mezcladas con un alto grado de corrupción. Es como si se hubieran sacado la lotería de la perversidad democrática de nuestro Estado y País, y hoy administran los recursos de la sociedad.
Los Virreyes y Virreinas han formado una tribu enfermiza conformada por gobernadores, diputados federales y locales, secretarios de estado, directores nacionales, subdirectores, gerentes de las dependencias federales, líderes sindicales, presidentes municipales y regidores. A muchos de estos la cultura del esfuerzo les avergüenza y están obsesionados por mostrarse superiores, no pueden pasar desapercibidos porque eso los deprime, los mina y hasta agrava su enfermedad.
Emergen como ámpulas y causan escozor, visten a la moda con ropas de marca, visitan los mejores restaurantes toman los mejores vinos, exhiben relojes, joyas, autos, viajan por el mundo acompañados de sus lobukis, escoltas y servidumbre.
Todo con cargo al erario.
El cinismo, desfachatez y frivolidad de los Virreyes Oaxaqueños, llegó a las redes sociales. Se olvidaron que existen más de cincuenta y tres millones de pobres y que varios millones de esos, son jóvenes a quienes ese exhibicionismo les resulta ofensivo y denigrante.
No es grato ver políticos y políticas con un grado enfermizo que raya en la estupidez, mostrándose ostentosos, prepotentes e impunes.
Los virreyes recorren el país como un fantasma, se reproducen exponencialmente, contaminan y corrompen las instituciones.
Los virreyes en tiempos de elecciones se mimetizan y cuando pasan estas, vuelven con los mismos vicios porque esa es su naturaleza humana.
Nunca como hoy se requiere de la participación de los Jóvenes y de la sociedad Civil para reescribir la historia.
Si la sociedad civil continua apática, estaremos condenados a seguir viviendo con esa elite de políticos enfermizos y donde al País y al Estado, sólo le esperan resultados trágicos y desagradables pues existe un riesgo mayor, que esa tribu o elite política con el dinero público, también forme parte de la elite económica, esa que ha sumido a México en la miseria.
Vía Viral Noticias