Qué más se puede decir de los maestros de la Sección 22 del SNTE. Ya se ha dicho que son bestiales, inhumanos, irracionales, intratables, despiadados, violentos, animales, crueles, duros, salvajes, brutales, maleducados, alborotadores, sinvergüenzas. Qué más.
El jueves nos dieron una muestra de lo que ellos son en la calle y en sus casas. Se han difundido imágenes de estos sujetos por todos los medios de comunicación y, la verdad, son hechos lamentables. Ese es el comportamiento de los docentes que han rebasado los límites de la legalidad, la justicia, la cordura.
En realidad, con su actitud, ya están certificados como unos verdaderos y auténticos vándalos sin el menor respeto por nada. Salieron a las calles para exigir que le sean resueltas a su favor cada una de sus peticiones. ¿Pero para eso tenían que destrozar las oficinas de los priístas?
En las cabecitas de estos maestros, sólo circula un pensamiento: que su actuar del jueves se debió a honrar sus exigencias. Miren nada más lo que dice Francisco Manuel Villalobos Ricárdez, Secretario de Organización de la Sección 22 del SNTE: “Estas acciones son la respuesta del magisterio democrático a la traición de los diputados priistas, al haber aprobado la nefasta Reforma Educativa, que ahora se pretende imponer en Oaxaca”.
Aunque los maestros crean que su actuar fue el correcto, en realidad quedaron sus hechos ante los oaxaqueños y ante todo el país, como un agravio, una ofensa, una provocación no nada más a un partido político: el PRI, sino al pueblo oaxaqueño. Además, nos degradaron por duplicado. De otra manera, los maestros de la Sección 22, no le hubieran dado la oportunidad al gobernador Gabino Cué, para responder lo siguiente con este comunicado: “el Poder Ejecutivo no promoverá ninguna acción desproporcionada de la fuerza pública en contra del magisterio oaxaqueño, a fin de evitar una escalada de confrontación y movilización generalizada, reservando su derecho de actuar judicialmente a través de la Procuraduría General de Justicia del Estado, quien atenderá de manera inmediata y diligente las denuncias que los afectados tengan a bien interponer”.
¡Esto es una verdadera vergüenza para los oaxaqueños! Tenemos sobre nosotros una bola de rufianes: la Sección 22, y a una autoridad sin carácter que no hará absolutamente nada contra ellos.
Sabemos que la imagen que proyectan los maestros ante los ojos del país no les importa nada. Pero hoy descubrimos que el mismo gobierno del cambio, está en el mismo nivel, tampoco le importa ni le importamos nada.
A los políticos oaxaqueños, de cualquier partido político, tampoco les hemos importado nada. Bueno, han hecho una que otra declaración por allí pero sin ninguna trascendencia, pero hoy, que fueron agredidos los priístas, el presidente de la junta de coordinación política de la LXII Legislatura estatal, Alejandro Avilés Álvarez, dijo que la sociedad oaxaqueña ya está cansada y vive en el hartazgo por los constantes bloqueos de calles y carreteras, tomas de oficina, comercios y etc. y que reprueba todos esos hechos porque atentan contra la seguridad, la paz social y la economía de los oaxaqueños. Pero ¿por qué hasta hoy hace estas declaraciones? ¿Será por qué ahora sí les tocó?
En Oaxaca se puede hacer lo que a cualquier gente sin escrúpulos se le ocurra: se pueden bloquear calles; se pueden destrozar comercios, bancos; agredir periodistas y fotógrafos dentro o fuera de las manifestaciones; arrojar bombas molotov contra policías y mandarlos al hospital; se puede andar armado y dispararle de frente a la gente y después argumentar que es un fotomontaje. Se puede destruir una ciudad completa y no pasa nada. Eso se llama impunidad. Y todavía, para que la cosa apriete, para que la cosa amarre, el mismo gobernador Gabino Cué, saca la cara por los de la sección 22, al asegurar que ellos son sus amigos.
No cabe duda que vivir en Oaxaca, para unos es una tortura y para otros una oaxaqueñisima alegría.
Los vándalos del jueves: Horacio Corro Espinosa
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