Los ex colaboradores del presidente Trump, Paul Manafort y Rick Gates fueron acusados por el fiscal Robert Mueller con 12 cargos incluyendo lavado de dinero, conspiración, evasión de impuestos y declaraciones falsas al FBI.
Uno m’as fue acusado de mentir al FBI, George Papadopoulus, culpable de interacciones con personas vinculadas con el gobierno ruso y de quien Trump se expresa espléndidamente afirmando que es una persona que sabe mucho de política internacional.
Es sorprendente que un presidente que no cumple un año en el cargo este cometiendo tantos errores, provocando críticas, desconfianza del 65% del electorado, dividiendo a su propio país por su actitud racista y pendenciera; entrar en conflicto con México, con la Unión Europea, con China, con Corea del Norte, con los países del Islam, con la mayoría de las naciones que no lo soportan; por dictar haber aprobado reglamentos migratorios absurdos que tienen arrestada a una niña mexicana con parálisis cerebral. ¡Vaya desquiciado!
El conflicto es, sin duda, la ideología de este hombre que no sabe vivir en paz. Siempre amenazando, siempre queriendo ganar, siempre corrigiendo lo afirmado el día anterior, siempre mintiendo, siempre prometiendo y nunca cumpliendo.
Una persona así no esta bien, no esta en sus cabales, las evidencias son varias y cada día aumentan; por eso creo que a este hombre le haría bien dejar a un lado su adicción al twitter y tratar de leer algo, aunque sea un poco al lado de George Papadopoulus en la tranquilidad de su arresto domiciliario para que le explique algunas ideas de aquel presidente que conformó un destacado equipo académico de gobierno empezando por un jefe de estado de la altura de Henry Kissinger y que debido a un descuido menor la bola de nieve creció y creció a tal grado que lo apartó de la poderosa presidencia que estaba ejerciendo.
Richard Nixon debería ser un paradigma para Trump en la forma y fondo de conducir sus relaciones diplomáticas con México y el resto de Latinoamérica.
Cuando la Union Soviética era una amenaza para la hegemonía de Estados Unidos, en el área latinoamericana Richard Nixon trabajó para que su gobierno colaborara más intensamente con las naciones latinoamericanas para la construcción de sus economías, a fin de sacarlas de la pobreza extrema, y aunque algo se logró el resultado no fue el que se había calculado, tal como se demostró con el fracaso de la Alianza para el Progreso, sobre todo, porque la pobreza no se superará solo con programas de ayuda gubernamental que siempre están supeditados a los presupuestos gubernamentales, no así las inversiones privadas que están sujetas solo a las oportunidades.
Nixon creía que si los países latinoamericanos ofrecían garantías contra las expropiaciones, las inversiones privadas fluirían con más facilidad, pero a condición de que los inversionistas garantizaran el desarrollo en la región y no la explotación.
Nixon creía que los Estados Unidos, deberían dar tratamiento especial a los países latinoamericanos en cuanto a las tarifas de sus productos.
Para el ex presidente, el desarrollo de América Latina la transformaría en un objetivo tentador para el expansionismo soviético, “…pero al evidenciarse que las economías libres han sido causa de progreso, será evidente que los gobernantes de los países latinoamericanos se abran fortalecido contra las tentaciones de los elementos revolucionarios de las izquierdas…”
Nixon se inclinaba por la forma y el fondo de hacer las cosas, pues consideraba que para “los amigos latinoamericanos, sensibles y altivos”, le dan más importancia a ese tema que cualquier otro pueblo del mundo”.
Se inclinaba por el trato de asociados y no como sujetos pasivos. Debemos aprender, decía Richard Nixon, no solo a tratar seriamente a nuestros vecinos latinos, sino a tratar a cada nación como una realidad individual, tal como hacemos con las naciones de Europa.
“Recordar que se trata de pueblos de nobles tradiciones a los que no debemos forzar a que hagan suya nuestra escala de valores”.
Ha pasado el tiempo, mucho tiempo, desde aquel año de 1980, cinco años después de haber renunciado a la presidencia del país más poderoso del mundo cuando Richard Nixon publicó “La verdadera Guerra. La Tercera Guerra Mundial ha Comenzado”.
De lo que vio Nixon en el futuro de la región y de lo que Kissinger le aconsejó las cosas se han cumplido a medias al producirse cambios a ultranza en el mundo .
La Union Soviética desapareció, pero surgió Rusia que trae de cabeza al gobierno de Trump con actos de espionaje, de negocios oscuros realizados con funcionarios y socios de alto nivel y amigos de Trump, incluyendo a su yerno.
Surgió China como potencia económica y comercial y de la que Napoleón decía: “¿China? Es un gigante dormido. Dejémosle dormir, porque cuando despierte estremecerá el mundo.”
Surgió Corea del Norte con un joven gobernante al frente y que al igual que su homólogo estadounidense no para de hablar y de lanzar amenazas, Kim Jong Un, dirigente que hizo de su país la amenaza nuclear contra Estados Unidos.
Por eso, insisto, le haría bien a Trump dejar el twitter por un tiempo y leer también a Douglas MacArthur quien al igual que Nixon fue un republicano de fino linaje y así una vez aprendido que es el poder y como debe ser utilizado, sortear con mejores resultados el ejercicio de una administración de tramposos negociantes.
Escribía el general egresado de West Point : “La historia de los fracasos en la guerra puede resumirse en dos palabras: Demasiado tarde, demasiado tarde en la comprensión del letal propósito del enemigo; demasiado tarde para tener conciencia del mortal peligro; demasiado tarde en lo tocante a la preparación; demasiado tarde en la unión de todas las fuerzas posibles para resistir; demasiado tarde para ponernos al lado de nuestros amigos”.
Tampoco le vendría mal el aprenderse lo dicho por un presidente de México, Benito Juarez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
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