Parece que ya están destapados y registrados todos aquellos que durante un buen rato lucharon por obtener su candidatura.
Todo el desbarajuste que hoy vemos, comenzó desde hace meses, cuando el Revolucionario Institucional, modificó sus estatutos para que un extraño, un hijo de la vecindad de junto, pudiera entrar como candidato al partido que desde hace años perdió lo revolucionario y mucho más lo institucional.
Desde el momento en que el Presidente Enrique Peña Nieto anunció los cambios en la Secretaría de Hacienda, supimos que José Antonio Meade, un individuo no priísta, sería el próximo candidato presidencial del partido tricolor.
Luego de ese movimiento se desamarraron todos los tapados para buscar acomodo en cualquier partido político, pues la línea ya la había dado el primer mandatario de la nación.
Con el ejemplo del presidente, empezó, por lo menos en la entidad, una perversión política en la atmósfera oaxaqueña.
Los mismos partidos políticos comenzaron a dejar abiertas las puertas de su casa, para permitir el ingreso de cualquier personaje de otro partido distinto. Esto, a manera de recibir las ofertas y las virtudes de aquellos que andaban en busca de acomodo ante las cercanas contiendas electorales.
La mayoría de esos oportunistas que llegaron a casa contraria, pusieron a la disposición su adulación, su cortesana entrega, su oportunismo, su servilismo y rastrerismo, con tal de encontrar acomodo político.
Todos esos, los que fueron a buscar y los que concedieron, saborearon e intercambiaron las lisonjas, y las mieles de la sabrosa deshonra.
En estos momentos, lo que pasó atrás, prácticamente quedó olvidado. Lo importante es que ya tiene el puesto que lo puede llevar al nombramiento de mayor distinción y responsabilidad, y eso le da derecho a estar al nivel de todos nuestros patricios. Se le puede proclamar como un apasionado de la libertad en mayor grado que Hidalgo. Un “Siervo de la Nación” como Morelos. Una síntesis de las virtudes cívicas de Juárez. Un seguidor de la democracia como Madero. Un campeón de la política de la talla de Venustiano Carranza, y un apasionado agrario que envidiaría el mismísimo Zapata.
Con el papelito en la mano como el candidato, ya siente que se sacó el premio de la lotería. Sin lugar a dudas, muchos de ellos ya perdieron media cabeza, pues esperan que en el evento de arranque de campaña, se le proclame como generoso, sencillo, defensor de las causas justas, fiel a sus principios, patriota, y lleno de nobleza.
Aún hayan cambiado de partido, aún hayan traicionado a sus ideales, esos candidatos no perderán la esperanza de recibir elogios y adulaciones de los serviles, quienes no alcanzan a darse cuenta que con eso deshonran a la entidad y afectan a los más pobres, a los más marginados.
En los eventos masivos estarán presentes los hombres, mujeres y niños que los trasladaron desde sus zonas más apartadas para llenar plazas y echar aplausos. Las panzas vacías de esa gente, ya no le interesan al elegido, pues se siente merecedor de todo.
En cuanto inicien las campañas, tendremos la oportunidad de observar a la gente rastrera que pierde todo orgullo, o de plano no conoce la vergüenza con tal obtener un hueso.
Si es que estos dizquepolíticos chaqueteros llegan al poder en compañía de todos esos lisonjeros, es seguro que en el cargo no den buenos frutos. ¿Alguien quiere apostar?
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