La Canciller Claudia Ruiz Massieu, Secretaria de Relaciones Exteriores, al inaugurar el seminario México Global: Intereses y Principios de la Política Exterior; abrió un interesante debate al abordar un tema que obliga al análisis de los internacionalistas.
El tema, que dio pie a un interesante debate entre Jorge Castañeda y Bernardo Sepúlveda, fue el Principio de la No Intervención y la actualización de aspectos importantes de la política exterior mexicana que han tenido vigencia por largos y variados años en la práctica internacional, desde la Constitución de 1824, la de 1857 y la actual desde 1917.
Estos instrumentos nos han permitido, como Estado-Nación, navegar por mares agitados en momentos históricos concretos. México, como sabemos, ha sido cuidadoso en extremo en el cumplimiento de estos principios, toda vez que al tratarse de un país que no basa su fuerza en el poder de las armas ha optado por no intervenir en los asuntos internos de otros Estados en la inteligencia de que se dé la reciprocidad por parte de terceros Estados y de esa forma optar por el concepto de solución pacífica de las controversias, tal y como lo señala la Carta de las Naciones Unidas.
Estamos hablando de los fundamentos de la Doctrina Estrada, como se le conoce, y que ha sido interpretada a conveniencia de los actores que la han aplicado como ha sido el caso de nuestro país, concretando: “No te metas en mis asuntos, respeta mi soberanía y yo haré lo mismo”.
Sin embargo, y ya entrados en el tema, Cesar Sepúlveda en su obra Derecho Internacional, nos habla de que existe un trasfondo de la Doctrina Estrada; en primer término, significa una protesta de México contra la práctica al reconocimiento de un nuevo gobierno como medio para obtener ventajas y beneficios unilateralmente; constituyó también una reacción contra la posición intervencionista de los Estados Unidos en Latinoamérica y por último, se entiende como una condena al programa de reconocimientos del entonces Presidente Wilson.
La práctica de esta Doctrina Estrada utilizando el Principio de No Intervención recién acaba de ser aplicada por el presidente Enrique Peña Nieto durante la entrega de infraestructura vial de la zona metropolitana Tijuana-Rosarito-Tecate, cuando al dirigirse a los allí reunidos hizo hincapié en la importancia, que en términos de economía y comercio, representa la relación bilateral México-Estados Unidos:
“Frente al proceso electoral que se sigue en Estados Unidos, tiene vigencia lo que el Presidente Juárez expresara hace 150 años: Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Para el gobierno de México el proceso electoral que se efectúa en el país vecino lo estamos observando con cuidado y respeto, a fin de no intervenir en los asuntos electorales que solo competen a la nación vecina a efecto de elegir a quien deberá ser su representante. Esto implica, dijo el Presidente mexicano, que tampoco habremos de permitir que otro gobierno intervenga en los asuntos electorales de México.
Obviamente, las opiniones vertidas al respecto no se hicieron esperar como el aducir que el gobierno mexicano permite a organizaciones como la CIA, la DEA, las de Migración y varias agencias más, que intervengan en asuntos que solo competen a los mexicanos. Al respecto hay que considerar los Acuerdos que sobre seguridad, por ejemplo, contraen y firman los gobiernos en el sentido de cooperación internacional; uno de ellos y que por cierto esta sobre la mesa en estos momentos es el de la extradición, pero eso es otro tema que nada tiene que ver con la No Intervención.
Volviendo al México Global, la canciller, Claudia Ruiz Massieu, aclaró que son tiempos propicios lo que se viven en este momento para ir adecuando conductas de México en el orden mundial, por lo que se hace necesario el gestionar una política exterior de acuerdo con sus principios que obliga a adecuar dichos principios y proyectarlos a las condiciones actuales del orden mundial.
Un ejemplo lo constituye el fenómeno migratorio no solo en América sino en Europa que ha obligado a los países receptores a actuar de acuerdo a las circunstancias, incluso la Unión Europea ya habla de cuotas que habrán de fijarse a cada uno de los 28 países que la conforman, y no estamos hablando del principio de No Intervención, pero que de alguna forma se tiene que participar, intervenir, ayudar, inmiscuirse, intermediar, a fin de tratar de solucionar un grave fenómeno que afecta a varios países.
Por eso, anotamos que los principios que nos rigen en materia de política exterior cobran vida de forma permanente, sistemáticamente, evolucionan y se transforman para adecuarse a las nuevas formas y circunstancias, subrayó la canciller mexicana.
Los principios no son dogmas, son criterios, formas de pensar que ayudan a orientar la política exterior a condición de que se adapten a las condiciones de un mundo cambiante. Así, los principios deben entenderse como los instrumentos que debemos utilizar como guía rectora para la toma de decisiones y protección de nuestros intereses.
De esta forma, la actualización de la política exterior de México suma a sus principios la importancia de sus intereses los cuales son vitales con nuestros valores y a la vez vigila el cumplimiento del interés del estado nacional. Sin duda es tiempo ya de actualizar la política exterior, a fin de estar acorde con los tiempos que vivimos.
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