El mexicano ha transformado a una institución muy cuestionada.
Agustín Carstens está cambiando la forma en que el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) reparte recomendaciones a los responsables de las políticas monetarias de todo el mundo.
Desde que el nuevo gerente general del “banco central de los bancos centrales” asumiera el cargo en 2017, la institución ha dejado sus reprimendas públicas por las bajas tasas de interés y favorece un enfoque menos provocador para ayudarlos a organizar la salida de sus respuestas a la crisis.
En los últimos años, las opiniones y apreciaciones del BIS, encabezado anteriormente por el español Jaime Caruana, chocaban frecuentemente con lo que los banqueros centrales sentían que tenían que hacer para reactivar el crecimiento y la inflación.
Eso a veces provocó tensiones con la institución, según funcionarios familiarizados con el tema que hablaron con Bloomberg.
La respuesta de Carstens es que la investigación debe abrir caminos, pero también quiere reenfocarse para servir a las instancias interesadas.
“No puedo descartar la posibilidad de que en algún momento nuestro mensaje haya sido incómodo para alguien, pero algo que se debe dejar muy claro es que nuestra intención no es crear fricciones”, dijo Carstens en una entrevista el 23 de octubre. “Al mismo tiempo, no debemos autocensurarnos”.
Este nuevo enfoque coincide con un alejamiento general global del estímulo expansivo, lo que le da al BIS menos razones para imponer su visión a favor de una política monetaria restrictiva. Pero también hay otras razones para el cambio.
Aun cuando el BIS ha demandado por mucho tiempo tasas de interés más altas, su visión preventiva de “nadar contra corriente” (lean against the wind, aplicar una política monetaria más restrictiva de lo necesario) después de la recesión fue motivo de enfrentamiento con el Banco Central Europeo, según dos fuentes que prefirieron no ser nombradas.
La tensión fue evidente en 2014, cuando la Reserva Federal y el Banco Central Europeo afirmaron que las políticas macroprudenciales eran mejores herramientas para contrarrestar las burbujas de precios de los activos que la política de las tasas de interés.
Carstens, quien fue gobernador del Banco de México por casi 8 años, llegó a Basilea con una agenda que contemplaba las criptomonedas y la resiliencia a los ataques cibernéticos, junto a un compromiso de mejorar la investigación, con un enfoque en la normalización de las políticas monetarias.
Un año antes, un informe coescrito por el exvicegobernador del Banco de Inglaterra, Charlie Bean, sugería que la cultura interna del BIS debería ser más abierta al desafío y que la investigación no debería estar sesgada para apoyar la visión de la casa.
“Quiero que esta institución tenga una voz más fuerte, sea más accesible, esté más presente en más debates, no hay duda al respecto”, señaló Carstens. Añadió que no había obsesión por apoyar la visión de casa y que la agenda de investigación debe ser “muy dinámica” y “responder a los tiempos”.
Estrechamente vinculado con la postura del BIS está Claudio Borio, jefe del departamento monetario y económico, quien junto a su predecesor William White ha venido pidiendo por años una política preventiva restrictiva y que se preste más atención a las burbujas de activos. Sin embargo, sus opiniones son controvertidas dentro de la comunidad económica.
Entre los escépticos está Stefan Gerlach, quien anteriormente trabajó en el BIS y ahora es economista en jefe del banco EFG.
“Ha sido claramente el caso que varias posiciones que el BIS ha estado defendiendo bajo su ‘visión de la casa’ han sido carentes de fundamento, tal vez incluso cuestionables”, señaló Gerlach. “Junto a la experiencia y el juicio de Carstens, y las reservas en el informe de Bean, eso provocó el cambio que vemos ahora”, afirmó.
Un ligero ajuste en el tono ya era evidente en el informe anual de 2018, que pedía una combinación de políticas más equilibrada, en contraste con el argumento del año anterior que sostenía que una estrategia de gradualismo y transparencia podría alentar la toma de riesgos.
Desde entonces, Carstens ha utilizado la metáfora del “camino estrecho” para describir los desafíos que enfrentan los responsables monetarios entre la estabilidad financiera y la estabilidad de precios. Su trabajo es dar la orientación necesaria.
“Los principales interesados para los que estamos trabajando son los bancos centrales”, dijo. “Es nuestro trabajo hablarles sobre los problemas que representan los desafíos que enfrentan”.
Fuente: elfinanciero.com