A lo largo de la historia del periodismo en México, la prensa y el poder siempre se ha realizado dentro de una notoria dualidad. Por la cercanía frecuente entre ambos, muchas veces genera tensiones inevitables.
Todo gobierno débil siempre tiene a su favor un periodismo que lo favorece, pero cuando el gobierno es fuerte y vigoroso, siempre necesita un periodismo crítico, una prensa que investigue, que dé a conocer, que analice, que juzgue cada hecho y que oriente.
A la mayoría de los medios, según la historia, les ha interesado más lo fácil, por conveniencia. Es ese periodismo que exalta y enjabona el ego de los gobernantes, y a estos, eso les gusta y lo pagan bien.
La prensa crítica, la prensa que toca caries, que aprieta donde duele, a los gobernantes débiles les molesta y prefieren detener la mano del periodista para callarlo.
De una o de otra forma el periodismo engaña porque puede engañar, pero el engaño no puede durar todo el tiempo. La gente se da cuenta porque no se le puede mentir siempre. Si la ciudadanía no tuviera capacidad de análisis, creería todo lo bueno que se dice de sus autoridades.
El periodismo siempre ha vendido la idea ante su público, que lo que informa es neutral, que no toma partido. Sin embargo, cada que alguien llega al poder, estos tratan de controlar la información y la opinión de una o de otra manera. Así ha sido desde que la prensa existe, o al menos eso siempre han tratado de imponer.
A partir de la semana pasada, Oaxaca ya cuenta con una Unidad Especializada para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión. Con mucho orgullo la dio a conocer el Fiscal Rubén Vasconcelos Méndez, ante algunos periodistas.
Después de tantas tomadas de pelo por parte de muchos políticos oaxaqueños con el tema de la garantía a los periodistas, ya pocos creemos en eso.
Cómo creer en la Unidad Especializada, cuando el mensaje que envió el Fiscal el día que hizo el anuncio de la misma, a dos lugares de él se encontraba el Director de Comunicación Social del Gobierno del Estado, Alfonso Martínez Córdoba, quien es el acosador más importante de muchos medios.
Cuando a Alfonso Martínez Córdoba no le gusta algo de lo que un periodista pone a circular en su cuenta personal en las redes sociales, se comunica inmediatamente con el jefe de éste para que desaparezca la publicación.
Si un reportero pide entrevistar a determinado funcionario de gobierno, primero debe ser autorizado por el encargado de Comunicación Social.
Cuando el gobernador o uno de sus secretarios dan una conferencia de prensa, solo asisten los invitados, los periodistas a modo. Los que no aparecen en la lista, no más no entran.
Este sexenio ha sido de muchos escándalos protagonizados por los mismos funcionarios cercanos al gobernador, principalmente. Ante estos, los periodistas han dado a conocer dichos acontecimientos en las redes sociales. Pero frente a la velocidad de Alfonso Martínez, el reportero tiene que quitar su opinión personal por órdenes directas de su jefe.
Me acuerdo en este momento de las palabras de Díaz Ordaz, al indicarles cómo debían actuar los periodistas a su servicio: “No estoy pidiendo silencio, simple y sencillamente, que se le dé más importancia a lo que más importancia tiene: lo positivo”.
Con la presencia del Secretario de Comunicación en el evento del Fiscal Vasconcelos Méndez, cómo poder creer otra vez en los buenos propósitos que tienen para los periodistas, si de la misma oficina del gobernador salen las órdenes en contra de la libertad de expresión. Por esta razón, la Unidad Especializada no representa nada serio.
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