El fiasco de los mapas de Apple hace recordar esa vieja broma acerca de cómo sería una versión europea del infierno: Un lugar donde los chefs son ingleses, los amantes son suizos y los italianos se encargan de hacer que las cosas funcionen a tiempo.
Pero, nos guste o no, hacia allá es a donde podría dirigirse el nuevo mundo de la tecnología móvil. En la versión del infierno de los smartphones, los navegadores y las tiendas de aplicaciones serían modelados en una BlackBerry, las redes sociales estarían a cargo de News Corp. y el hardware luciría como el primer Kindle de Amazon. Los nuevos mapas de Apple para el iPhone, que tiene la costumbre de ubicar erróneamente los principales edificios y lugares públicos, son una adición a este listado; a pesar de que seguramente mejorarán rápidamente.
Con el cambio hacia lo móvil, existen razones válidas para que las firmas tecnológicas se alejen de su territorio habitual. Los usuarios de teléfonos inteligentes quieren que las funciones básicas de sus dispositivos sean integradas y fáciles de usar. Lograr esto de manera interna hace que sea posible para una compañía como Apple mantener el control de la experiencia general de sus productos. Es un enfoque similar al de los fabricantes de automóviles: Los asientos, los faros delanteros y los frenos no son extras opcionales, sino características incorporadas.
Sin embargo, la ambición comercial y los celos competitivos también están en juego. Poner fin a la distribución de Google Maps y YouTube como aplicaciones precargadas en el iPhone es la manera de Apple de tomar una rebanada del negocio de un rival. Conservar el acceso a los datos personales de un usuario es aún más importante: Los mapas digitales, por ejemplo, son un lugar donde los usuarios revelan su ubicación y sus intenciones, mientras buscan servicios locales.
En el mundo de los teléfonos inteligentes y las tablets, desde hace mucho tiempo ha quedado claro que el foco de la competencia se ha ido desplazando hacia los contenidos y los servicios. Los tribunales tendrán la tarea de decidir si Samsung copió ilegalmente a Apple las esquinas redondeadas de su tablet pero, para la mayoría de los consumidores, el argumento es discutible: Hay cada vez menos variedad a elegir entre los paquetes de hardware.
Hay una serie de consecuencias que se derivan de ello.
Una de ellas es que los rígidos ecosistemas congregados en torno a los smartphones y a las tablets elevan los riesgos para las muchas empresas que no están aliadas a una firma como Google o Apple. Cualquiera que proporcione un servicio móvil clave -como mapas, información local, música o fotos- está potencialmente en la línea de fuego.
Yelp, que luchó contra Google por el uso de sus reseñas locales, ha sido absorbido al campamento de Apple, ya que sus reseñas fueron integradas en la última versión del sistema operativo móvil iOS. Pandora, un servicio estadounidense de música en nube, corre el riesgo de quedar fuera de la jugada a medida que los grandes fabricantes de dispositivos móviles desarrollan su propia versión.
Una segunda consecuencia es que el contenido se convertirá probablemente en el próximo mayor campo de batalla. Después de haber sido obligados a utilizar las recomendaciones locales de Yelp, Google procedió a comprar el servicio de recomendaciones de restaurantes Zagat y, el mes pasado, la compañía de guías de viajes Frommer’s.
Estas medidas acerca del contenido están volviéndose más serias. Microsoft anunció este mes la apertura de un estudio de video en Los Ángeles con la ambición de competir con las principales casas productoras de televisión de la ciudad. Los programas que resulten no sólo encontrarán su camino hacia un televisor a través de la consola de juegos Xbox, sino que los teléfonos Windows, la próxima tableta Surface y futuros gadgets de Microsoft proveerán una audiencia mucho mayor que la que está disponible en la mayoría de los sistemas de cable o satélite.
Dejarse o no atrapar en la lucha por el contenido es ahora una de las cuestiones más importantes que enfrenta Apple. Ya ha incursionado con conciertos en vivo en iTunes y tiene el dinero para realizar una importante adquisición de contenidos para diferenciar sus dispositivos. Sin embargo, una medida así mostraría que ya no tiene confianza en la estrategia que desde hace mucho tiempo la distingue: Un inquebrantable enfoque en la innovación del hardware.
Una tercera cuestión rodea el futuro de las tiendas de aplicaciones como un conducto para la innovación tecnológica. Para usar la analogía del auto nuevamente, corren el riesgo de llegar a ser como los radios AM: Una fuente de distracción, pero no un mecanismo para cambiar las funciones básicas del vehículo.
Una de las pruebas vendrá cuando Google trate de recuperar el terreno perdido en el iPhone, colocando una aplicación de mapas en la tienda de Apple. Bajo sus reglas para los desarrolladores, Apple se reserva el derecho de excluir de su App Store cualquier programa que duplique las funciones clave de sus dispositivos. Los clientes de Apple podrían objetar, pero es improbable que las autoridades antimonopolio intercedan.
Apple y Google podrían llegar a un compromiso incómodo y evitar un enfrentamiento en esta ocasión. Pero sus ecosistemas rivales -como aquellos dirigidos por Amazon y Microsoft- se están endureciendo. Si más usuarios terminan tomando el camino equivocado porque confiaron en un mapa de smartphone, podemos considerarlo uno de los costos del progreso.
CNN