“Los libros no protegen de las balas”

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El crimen organizado ha provocado que las escuelas reorienten sus programas de protección y ahora en lugar de incluir medidas de prevención ante un sismo, habrá recomendaciones ante una balacera en los alrededores, extorsión, explosión de bomba y hasta asesinato dentro de los planteles.

 

De acuerdo con la versión preliminar del Manual de seguridad escolar. Recomendaciones para protegernos de la inseguridad y la violencia, elaborado por las secretarías de Educación Pública y de Seguridad Pública, se recomienda a los maestros que expliquen a los alumnos que durante un tiroteo “todos somos vulnerables a una bala, que taparse la cabeza con las manos o con un libro no los pone a salvo”.

Se pide que no se asomen por las ventanas ni tomen fotografías o videos y en cambio “realicen actividades lúdicas, canten o jueguen, tranquilicen a quienes gritan, a los que hacen bromas o difunden rumores en el momento de la crisis”.

La SEP explica que a la escuela no le corresponde juzgar a los delincuentes ni luchar contra el crimen ni resolver los problemas que han dado origen a la violencia; sin embargo, pide a la comunidad escolar “convertir las crisis en oportunidades de crecimiento y desarrollo personal y social”.

“Todas las acciones desplegadas desde la escuela tienen un sentido pedagógico.

Ante las crisis de seguridad no podemos plantear sólo un conjunto de procedimientos estandarizados para evacuar la escuela o para reportar un acto de vandalismo. Se recomienda generar una estrategia integral en la que se incluya el tratamiento educativo de los temas”.

En el apartado sobre las balaceras, como han sucedido en Monterrey o Veracruz, la dependencia a cargo de Alonso Lujambio, recomienda que la escuela cree una “alarma silenciosa y timbres distintivos”, e identifiquen y señale las áreas seguras dentro de la escuela, que tengan “muros y techos sólidos, resistentes a los disparos de arma de fuego, y puertas firmes”.

También se recomienda contar con películas para “entretener” a los estudiantes en caso de que tengan que “permanecer en la escuela por varias horas”. Incluso se aconseja que se capacite a la comunidad escolar para que aprenda a manejar las emociones “en situaciones de crisis”.

En el manual se explica que no se trata de “alarmar a la población escolar dibujando un escenario de inseguridad generalizado, sino de estar un paso adelante, estar preparados para la contingencia antes de que ésta suceda y deseando que no suceda”.

Si alguien muriera dentro de la escuela se sugiere “distraer a los alumnos para que no se acerquen a curiosear” y colocar “guardias” para garantizar que “el cuerpo quede tal como se encontró. Cúbralo con cartulinas o lo que esté a su alcance. Esto ayudará a evitar miradas morbosas”.

Ante los rumores de balacera, la dependencia recomienda establecer una red de comunicación con las autoridades locales y padres de familia para confirmar la información, aunque si un padre quiere llevarse a su hijo, lo puede hacer. Y si alguien intenta extorsionar o amenazar se recomienda no negociar con él, además de llamar al 089.

El documento sólo será distribuido a los Consejos de Participación social y maestros para que expliquen a los alumnos las medidas de prevención, toda vez que “estamos ante situaciones inéditas que desafortunadamente se hacen cada vez más comunes y exigen a la comunidad escolar un rápido aprendizaje, mucha creatividad y criterios para decidir qué hacer y cómo actuar”.

Estos protocolos, se explica en el manual, se construyeron a partir de “experiencias” en Coahuila, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz, en el análisis de las crisis de seguridad y el diseño de materiales para la prevención y la intervención. Además, es el trabajo de los secretarios de educación del país que acordaron en octubre pasado, establecer estos protocolos. Los funcionarios deberán hacer las modificaciones que consideren para aprobar la versión final que será distribuido en los próximos meses.

Milenio