“El infierno está vacío, todos los demonios están aquí”.
Williams Shakespeare.
Escritor ingles.
Tiene tres años y ya movió al mundo.
Su fotografía fue publicada en la portada de los principales diarios de la Tierra.
En unas aparece boca abajo en una playa con la cara en dirección al mar y en otras, un policía lo lleva delicadamente en brazos.
En las últimas 24 horas, su imagen fue bautizada como una “foto para silenciar al mundo”.
Es el pequeño Aylan Kurdi, ahogado en una playa, tras el naufragio de dos barcos de refugiados sirios que huían de Kobane, localidad ubicada al norte de Siria, que se encuentra bajo el dominio del terror del Estado Islámico.
Aylán iba junto con 23 personas con destino a la isla griega de Kos, considerada la puerta de entrada a la Unión Europea. Viajaba con su hermano de 5 años, Galip; su madre Rehan, de 35 años y su padre Abdulá, único sobreviviente de la familia que fue localizado semi inconsciente y trasladado a un hospital de la zona.
Según los primeros reportes, la familia de Kurdi había buscado asilo en Canadá, donde reside una hermana de Abdulá, pero la solicitud de refugio fue denegada por las autoridades en junio pasado.
De los 23 refugiados que zarparon del puerto turco de Bodrum en dos embarcaciones, hasta el momento se reportan 12 muertos, seis de ellos eran niños de entre 9 meses y 11 años, y Aylan era uno de ellos.
Aylán Kurdi tenía tres años cuando movió al mundo, un mundo ahogado de indiferencia, una humanidad que naugrafa en la infamia, en el ácido de las mentiras públicas y que vive en los infiernos de pobreza espiritual.
Y sin embargo, ese mundo que movió, sigue adelante, ahora sin él.
Especialista en análisis y estrategia política.
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