Hay muchos padres de familia, que por un amor mal entendido echan a perder a sus propios hijos. Nada más natural que amar a los hijos. Amamos a los hijos porque vemos en él retratados a nuestros padres y a la compañera de nuestra vida; pero también, porque nos sentimos revivir en él, incluso, rejuvenecidos y hasta renacidos. Y porque, humanos al fin, nos queremos tanto a nosotros mismos que queremos que nuestros hijos sean los mejores, los más bellos, los más inteligentes, los reyes del mundo. De ahí que todo lo que hace el hijo lo veamos como una gran cualidad y muchas veces no advertimos sus defectos.
El amor al hijo teñido de compasión, surge en muchos papás que no tuvieron una infancia feliz, en la que batallaron duramente con la miseria para poder sacar la cabeza en el mundo. Por ese motivo cometemos la imperdonable burrada de darles todo, de aplanarles todos los caminos, de inutilizarlos, en una palabra, de echarlos a perder para la lucha por la vida.
El error del que hablo, es el no querer que los hijos pasen por lo que pasó el papá o la mamá. Así es como se crea la especie de “el hijo de papi”, el junior.
Y luego viene lo peor. Que los hijos de papi piensan que la vida siempre es fácil y todo mundo está para servirles, porque así les enseñaron sus padres.
Así que el hijo de papi nunca aprende a volar por sí mismo ni sabe ser independiente. El hijo o la hija de papi desconocen sus capacidades para hacer lo que tiene que hacer. Muchas veces hacen cosas que no disfrutan, pero las hacen porque otros decidieron que eso tienen que hacer.
Ayer, el equipo de Noticias MVS, de Carmen Aristegui, presentó una investigación sobre el presidente del PRI en el D.F. de nombre Cuauhtémoc Gutiérrez, quien tenía a su servicio una red que reclutaba mujeres jóvenes y que le brindaban servicio sexual, pero les paga con cargo al erario.
El papá del presidente del PRI en el DF, se llamó Rafael Gutiérrez, mejor conocido como el Rey de la Basura. Era el líder de la Unión de Pepenadores. Éste, un día llevó a su hijo a esas oficinas para que lo impulsaran dentro del Revolucionario Institucional. El papá fue asesinado en 1987, Cuauhtémoc, el que ahorita anda en broncas, heredó el mote del padre.
El papá del expresidente del PRI en el D.F. a quien le sobraba la lana, lo inició dentro de las actividades del Frente Juvenil Revolucionario, y después pasó al Movimiento Territorial. Como el tal Cuauhtémoc siempre tuvo todo lo que se le antojaba, ayer, por segunda ocasión, fue descubierto en la trata de jovencitas. Vamos a esperar qué dice el PRI, pues lo único que ha dicho es en su cuenta de tuiter @PRI_Nacional, que “Se ha acordado con el dirigente capitalino Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, la separación de su cargo como Presidente del PRI en el DF.”
Sería gran sorpresa que una mujer de este partido, de esas que se rasgan las vestiduras por sus compañeras del mundo, saliera a manifestarse sobre Cuauhtémoc Gutiérrez. Lo más seguro es que sigan calladitas hasta que reciban línea.
Hay otros papás políticos que han hecho con sus hijos más o menos lo mismo. Heladio Ramírez López, quiso hacer diputado federal a su hijo Luis Antonio, pero se le cebó. A la hija, la quiso hacer directora general de la CDI, pero tampoco pudo por ahí. Para fortuna del papá, antier nombraron a su hija Narcedalia, Directora General del Instituto Nacional de Economía Social (INAES). ¿Y qué quiere decir ese nombramiento?, que es otra más que está en la línea de salida como aspirante a la gubernatura de Oaxaca.
Otro de los que están sobre la misma línea, es el hijo de José Nelson Murat Casab, Alejandro Murat Hinojosa, quien es el Director General del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT).
Por cierto que el papá de éste, ha movido muchas piezas políticas en Oaxaca, con tal de aplanarle el camino al hijo.
A veces el nombre de los papás pesa tanto sobre los hijos, que éstos no lo notan y siguen presentándose como los hijos del fulano de las importancias, y tratan de resolver cualquier asunto simplemente por el apellido.
Lo triste del asunto, es que los hijos creen que por sus apellidos, tienen derecho a ser los únicos herederos de los cargos públicos.
Triste el asunto pero, así es.
Los Hijos De Papi: Horacio Corro
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