Son muchas las personas que se quejan en las redes sociales sobre los resultados electorales que obtuvo su partido político el 5 de junio. Las consecuencias se las atribuyen a aquellos “muertos de hambre” que se dejaron comprar con una despensa o con algún dinero en efectivo.
Los quejosos aseguran no entender cómo es que se dejaron vender, se dejaron engañar otra vez por quienes los han reprimido durante años.
Se preguntan también que cómo es posible que hayan vendido el futuro y la dignidad de sus hijos por unas cuantas migajas.
Que cómo es posible que en cada elección no hayan aprendido nada del dolor de su pobreza.
Que cómo es posible que no se hayan dado cuenta que están en la miseria por la gente que ellos mismos llevaron al poder y no hayan protestado para remediar esa situación.
Tal vez la gente que eso se pregunta no ha encontrado la respuesta a sus preguntas, o no ha querido darse cuenta que ellos mismos también están en la misma situación.
La respuesta es simple. Esa gente que critican de vendida, en realidad no tiene ninguna necesidad de salir de donde está. Esa gente está conforme en la comodidad en que se encuentra, y no necesita de algo más para vivir donde siempre han vivido. En una palabra, sólo necesitan lo necesario para vivir ese día.
Pero también hay una pregunta para los quejosos, para los que se quejan de los que se vendieron con los candidatos. ¿Los quejosos cómo viven? ¿Viven bien por el mérito de su esfuerzo? o ¿viven mal por la culpa de los gobernantes? O se sienten frustrados porque el número de votantes que obtuvo su partido no les permitió llegar a donde posiblemente podrían llegar a vivir bien con los recursos del erario público.
Si fue por esto último, quiere decir que también pensaban actuar de la misma manera que los tradicionales partidos políticos, quienes viven de los votos de la gente que se deja comprar en cada elección.
El discurso ese de “me pone muy mal porque la gente no despierta”, es una perorata que sólo ocupan quienes tienen sus esperanzas en servir desde una posición política y no desde el verdadero placer de servir. Esa gente busca tener un nombre. Más bien, que el cargo les dé un nombre para brillar un rato.
Si creen que desde la política se puede hacer todo, están equivocados. No es el único camino para hacer despertar a la gente.
La política no es el único sendero para hacer un cambio. El cambio también se puede hacer desde afuera de la política. Muchas veces no es necesaria la política para cambiar vidas.
Muchos de los que se quejan en las redes sociales de esa gente que no despierta, es la misma que salió a la calle a buscar credenciales de elector para comprarlas por dos o tres días. Eso hicieron casi todos los partidos políticos, por lo menos los más importantes. Unos las compraron en 300, otros en 500, otros en 700 y hasta poco más de mil pesos. Hubo diputadas federales y locales que hacían firmar a los que entregaban sus credenciales del IFE, dos hojas de recibido: una hoja por 700 y otra por 900 pesos, pero pagaban la hoja que decía 700 pesos, así que ellas se echaban a la bolsa 900.
Entonces, porque se quejan los quejosos de la gente que no despierta, si esos mismos, los quejosos, salieron a corromper a los dormidos.
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