El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, cumplió hoy el primero de sus cuatro años de Gobierno sin haber logrado la reconciliación entre sus compatriotas, divididos tras el golpe de Estado a Manuel Zelaya en 2009.
Mientras Lobo hablaba con periodistas en la Casa Presidencial sobre diversos asuntos, algunos enmarcados en la crisis política derivada del golpe de Estado, el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) exigía en las calles el regreso de Zelaya al país.
“Derivado de lo de 2009, de la crisis política, no debe haber cárcel ni castigo para nadie”, expresó Lobo a los periodistas, al reiterar que no quiere ver encarcelado ni a Zelaya ni a los militares que lo expulsaron del país.
Desde República Dominicana, donde reside desde el 27 de enero de 2010, el mismo día que asumió Lobo, Zelaya expresó en una carta dirigida a sus compatriotas que los resultados del año de gestión del actual Gobierno hondureño son “desalentadores y negativos”.
Lo que ocurre en Honduras, según Zelaya, es “el resultado de la ausencia absoluta de sensibilidad ante el sufrimiento indecible de las mayorías del pueblo; obreros, campesinos, maestros y trabajadores, mientras los que generaron el conflicto siguen constituyendo el poder real del país”.
Lobo no se refirió a las críticas de Zelaya, de quien dijo que mejor lo deja “tranquilo, que siga escribiendo cartas”.
El FNRP, que hoy movilizó a miles de manifestantes en algunas de las principales ciudades del país, no protestó ante la Casa Presidencial en Tegucigalpa, sino que exigió frente a la Corte Suprema de Justicia que se eliminen las trabas legales para que Zelaya pueda regresar a Honduras.
“Nuestra manifestación de hoy conmemora un año de lucha continua, celebra el espíritu combativo de las hondureñas y los hondureños, y exige de manera vehemente que se eliminen las trabas construidas para el retorno seguro del compañero Manuel Zelaya y los demás exiliados y exiliadas políticas”, indicó el FNRP en un comunicado.
Lobo también dijo hoy que “sería muy bueno” que Honduras regresara a la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo que suspendió al país tras el derrocamiento de Zelaya, y recordó que su Gobierno ha hecho “lo que tenía que hacer” para lograrlo.
Agregó que algunos países, a los que no mencionó, condicionan su apoyo al retorno a la OEA a que se anulen los procesos contra Zelaya, acusado de corrupción por el Ministerio Público.
Esos países, expresó Lobo, consideran que los juicios contra Zelaya “tienen vicios de nulidad terribles”.
Además de algunos logros económicos, que representan muy poco para la pobreza que afecta al 70 por ciento de los ocho millones de hondureños, Lobo resaltó que “se ha avanzado mucho en el reconocimiento internacional” de su Gobierno.
Obreros, campesinos y políticos de oposición, entre otros sectores, aseguran que Lobo no ha hecho lo suficiente para frenar la ola de violencia y delincuencia, ni en materia de educación, reforma agraria, salud y respeto a los derechos humanos, ni ha logrado la reconciliación nacional que prometió en su campaña electoral.
El secretario general de la Central General de Trabajadores (CGT), Daniel Durón, dijo a los periodistas que “el país está en una situación compleja, con mucha pobreza e inseguridad”, y que “necesita reconciliarse y reconstruirse”.
Para el analista Manuel Torres, director de la Agencia Audiovisuales y Análisis de Prensa, “el embrollo hondureño no es fácil de resolver”.
Torres indicó a Efe que “la búsqueda de una solución negociada al conflicto no es políticamente aceptada por los principales contendientes en este momento”.
En opinión de Torres, la polarización también sirve para disimular las carencias, entre ellas la ausencia de una agenda democratizadora a corto y mediano plazo.
Agregó que “el pulso actual es por ver quién acumula más fuerza” y que eso “ayuda a entender por qué el país parece sumido en una neblina de alianzas temporales de conveniencia donde impera el ‘o estás conmigo o estás contra mí'”.
Zelaya dijo a finales de diciembre pasado que regresará a Honduras en 2011, aunque no precisó fecha, mientras que Lobo sigue insistiendo en que el exgobernante no vuelve porque no quiere.
Lobo y Zelaya son como dos caras de una misma moneda, en un país que durante más de un siglo ha sido gobernado por los partidos tradicionales Nacional (en el poder) y Liberal, ambos conservadores.
Diversos sectores responsabilizan a ambos partidos y a los militares, que algunas veces alternaron el poder, por la pobreza, inseguridad, injusticia social, corrupción y otros flagelos que azotan al país centroamericano, uno de los más pobres de América.
EFE