Gabu Gonzalez
La Casa Blanca ha endurecido drásticamente su postura frente al narcotráfico. Aunque la portavoz Karoline Leavitt reconoció este 20 de noviembre la cooperación del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum en materia migratoria, el mensaje desde Washington es inequívoco: la administración estadounidense prepara “medidas adicionales” y más severas contra el crimen organizado.
Donald Trump, quien ha declarado abiertamente “no estar feliz con México”, confirmó que su equipo de seguridad nacional mantiene “todas las opciones sobre la mesa” para desmantelar a estas organizaciones, cumpliendo así con su promesa de campaña de actuar sin restricciones.
La tensión escaló cuando el mandatario reveló el nivel quirúrgico de la inteligencia estadounidense sobre los líderes del narco:
“Conocemos las rutas. Sabemos la dirección de cada capo. Sabemos cómo son las puertas de sus casas. Lo sabemos todo de cada uno de ellos”.
Sin anunciar todavía una intervención militar, Trump sentenció que hará “lo que se tenga que hacer” para detener el flujo de drogas, marcando el inicio de una nueva etapa de máxima presión hacia el vecino del sur.
