María de los Ángeles Abad Santibáñez
Han pasado veinte días exactamente desde que hacía en este mismo espacio la reflexión “pensando en voz alta” sobre la necesidad de analizar la situación de Oaxaca, las condiciones de trabajo que tenemos, las oportunidades y lo que podemos esperar del futuro para nosotros y nuestras familias. En estos días hemos tenido la fortuna de saludar a muchos amigos, conocidos, familiares que no habíamos visto; hemos disfrutado de la alegría de celebrar, recordar y planear lo que queremos; hemos agradecido por la vida, la salud y las bendiciones recibidas e iniciamos el 2010 con ánimo renovado y la convicción de que ahora si las cosas serán mejor porque las construiremos nosotros mismos, una a una como debe ser, hasta lograr las metas.
Por lo menos es lo que creo que está pasando por cada uno de nosotros que somos oaxaqueños comprometidos con nuestra tierra y responsables de su futuro y de esa convicción de ser “arquitectos de nuestro propio destino” es que debemos partir para hacer grande a esta tierra que tanto nos da y mucho le regateamos cuando se trata de llevarla al desarrollo.
Sacudirnos telarañas, atavismos, desidias y valemadrismos es parte fundamental de la limpieza que debemos ya haber concluido con el año, como lo hacían los antiguos y lo siguen haciendo los viejos sacando todo lo que no sirve de la casa, los cacharros, la ropa que no se usa, los muebles rotos y sin compostura, para dejar espacio a lo nuevo. Que no se quede en la tradición de romper el plato después de comer buñuelos, sino que vayamos a fondo en la limpieza y la renovación.
Como el constructor que limpia el terreno y acumula el material de la región antes de empezar la obra y cuando ya tiene suficiente grava, arena, piedra, ladrillo, varilla, alambrón y todo aquello que va a necesitar, convoca a aquellos que tienen la capacidad y el conocimiento para realizar el proyecto, debemos ya tener los preparativos para el gran edificio que entre todos debemos construir en Oaxaca.
Pero me preocupa que en lugar de trabajos preparativos para construir, lo que vemos en los que se consideran actores políticos, es pura palabrería, el bla bla demagógico de siempre, discurso repetitivo, ofrecimientos al por mayor y lo que es peor, el señalamiento y descalificación a los demás como si golpeando a los otros se acortara el camino y los votantes estuvieran esperando quien da más duro para pronunciarse en su favor cuando es exactamente lo contrario: queremos propuestas.
Llegó el nuevo año y sigue la discusión de si hay o no alianza, se pierde el tiempo en pasarelas cuando ya los oaxaqueños sabemos quien quiere y tenemos claro también quienes decidirán en cuanto se pongan de acuerdo en sus negociaciones que en ningún caso tienen como objetivo el bien de Oaxaca y sus habitantes sino la búsqueda del poder y estamos consientes también que si lo permitimos, serán personajes ajenos quienes decidan el futuro de la entidad. Además sabemos y conocemos bien quien es quien en la política estatal y ya no nos tragamos el cuento de la unidad entre diferentes ambiciones y si, detectamos quienes de los que aparecen en la foto están solo haciendo comparsa con intereses personales de por medio. En una palabra, hemos crecido y pensamos como mayores de edad y así actuaremos.
Hoy nuestra exigencia ciudadana a quienes quieren ser, es que no sólo digan lo que han hecho y hacen mal los gobiernos, parte de los cuales han sido los más críticos, sino que las propuestas para corregir y hacer bien las cosas sean puestas a consideración de la población. Con señalamientos no se construye, es necesario el proyecto y el trabajo para interesar a los electores.
Es preocupante que en total violación a las leyes electorales y los tiempos establecidos, hay campañas adelantadas por todas partes con recursos que no se sabe de donde salen, tratando de ganarle al contrincante interno la nominación y a los externos el posicionamiento. La regla es demostrar que se es más fuerte y que como se “tiene más saliva, se traga más pinole”, mientras la población los ve pasar con indiferencia en la loca carrera que han emprendido hacia el poder y los acomodaticios hacen esfuerzos por brincar a la lujosa camioneta en la que se trasladan. Lo más simpático es que muy seguramente, quienes tienen en su voluntad la decisión, estarán por lo menos sonriendo a medias.
Pero en ese escenario de necedad y de empezar por el final, ninguno de los que aspira, de ningún partido político, ha dicho qué haría por Oaxaca, cómo resolvería los problemas que nos aquejan y basan su activismo en el señalamiento negativo en medio de llamados incongruentes a la unidad, cuando la única unión posible se deberá dar entre oaxaqueños, sin malinchismos ni entreguismos, con decisiones salidas de nuestro propia experiencia y con la fortaleza que debe darnos la identidad, la solidaridad y el orgullo de ser oaxaqueños dueños de nuestro propio destino.