Lavadero Político 30/11/25

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resbala

Esta semana, en el segundo piso de la 4T ya empezaron a salir las primeras grietas del mal hecho primer piso y, finalmente, le dan salida al fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, que no tuvo de otra más que aceptar el exilio político disfrazado de embajada.

Los niveles de corrupción en el país siguen creciendo y la FGR, en este gobierno y en el anterior, solo es utilizada en modo: “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.

Mal parada queda la administración de Claudia Sheinbaum al tener que aceptar que su fiscal ejemplar tenga que salir por la puerta trasera, y que solo ella sabe qué hizo para que la jauría de senadores se le fuera encima.

En Morena se llevan pesado: no les importa ver quién la hizo… sino quién la pague.

Adiós, fiscal, estarás mejor en el extranjero.

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Como los miles de tropiezos que ha tenido no son suficientes, nuestra reportera Costeñita nos informa que en la Primavera Turística acaban de inventar una nueva modalidad: festival de ballenas… sin ballenas. Y no es meme, es licitación pública.

Resulta que el 10 de octubre de 2025, la Semarnat publicó en el Diario Oficial la temporada 2025-2026 de observación de ballenas. Para la costa de Oaxaca, la cosa está clarita: en la franja de Puerto Ángel–Mazunte la temporada arranca el 15 de diciembre de 2025 y termina hasta finales de marzo. Antes del 15 de diciembre la propia autoridad ambiental no reconoce temporada de avistamiento en esa zona. Punto.

Ahora vayamos a la “creatividad” de la Secretaría de Turismo. En la invitación abierta estatal IAE-SA-ST-0060-11/2025, la dependencia de Saymi Pineda pide contratar un “servicio integral” para la I Edición del Festival de la Ballena Jorobada, Puerto Ángel, Pochutla 2025. Y ahí viene el detalle: en las bases se especifica que el festival se desarrollará del 5 al 7 de diciembre, con montaje previo y desmontaje el día 8. El concierto principal de tres horas está marcado para el 7 de diciembre a las 16:00 horas. Es decir, el show se programa justo una semana antes de que inicie la temporada oficial de ballenas en esa misma franja de mar.

Traducido al idioma del pueblito noble y sabio: mientras Semarnat dice “las ballenas se pueden aprovechar turísticamente a partir del 15 de diciembre”, acá en Oaxaca ya están vendiendo el “Festival de la Ballena Jorobada 2025” del 5 al 7, como si las jorobadas obedecieran oficios de Ciudad Administrativa y se dejaran ver por decreto de Saymi.

Si uno lee las bases, queda claro qué sí está garantizado: escenario grandote, audio, exhibición de papalotes “de temática marina”, iluminación, memoria fotográfica, coordinación de concierto. De las ballenas, ni un párrafo serio; la especie sólo aparece en el nombre del festival, como logo bonito para justificar el gasto. La licitación apenas va en etapa de bases, todavía no se adjudica ni se publica el monto total, pero el mensaje es transparente: lo único seguro por ahora no es el avistamiento, sino el montaje del espectáculo.

La pregunta es obligada: ¿nadie en Turismo le acercó a Saymi una copia impresa del Diario Oficial? ¿Nadie revisó que las fechas del festival chocan con las fechas de la temporada oficial? ¿O de plano les da igual mientras haya escenario, reflectores y un buen contrato que repartir y exprimir? Porque en otros estados ajustan sus festivales y tours al calendario federal; acá parece que primero se acomodan las fechas del evento y luego, si acaso, se ve cómo embonan con la normatividad ambiental.

Para rematar, el propio documento la bautiza como la “I Edición del Festival de la Ballena Jorobada, Puerto Ángel, Pochutla 2025”. Es decir, en papel no hay un “festival del año pasado” con el mismo nombre ni un antecedente directo que nos diga cuánto se gastó antes y cuánto piensan inflar ahora. Si hubo algo parecido en años previos, lo escondieron bajo otro título; lo único oficial que tenemos hoy es esta primera edición que nace ya desfasada del calendario de Semarnat.

Así que, estimado ciberlector, mientras en la costa se preparan para recibir a las ballenas a partir del 15 de diciembre, en las oficinas de la Primavera Turística alguien decidió adelantarse con un festival que puede terminar siendo puro escenario, papalotes y bocinas, pero sin un solo lomo jorobado asomando en la bahía. Y ahí está el verdadero misterio del Ballena Fest 2025: ¿se trata de promover la observación responsable de cetáceos… o de inventar otro pretexto para inflar contratos y que, al final, lo único que se aviste con certeza sean las facturas? Es dudita…

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herencia2Como bien les dijimos hace dos semanas, son dos los funcionarios del gobierno primaveral —ambos cercanos al gobernador— que traen el avispero encendido. Ya mencionamos a Flavio Sosa: el propio mandatario lo conoce y sabe de qué pie cojea, pero ahí lo tiene cobrando y entretenido. ¿Entretenido en qué? En colgarse de eventos y programas que ya existen, lo que le deja tiempo para andar filtrando por un sobrecito, como si lo que rasca en negocios, negociaciones, asociaciones, organizaciones y su silla estatal no fuera suficiente. Pónganle chamba de verdad, porque con agenda de figurín sólo alcanza para sembrar cizaña.

Pero pasemos a lo escabroso. De acuerdo con nuestro Zancudito Loco, el que sí le habla al gobernador al oído y le marca el ritmo a los asesores —el Prófugo del asado y del bife de chorizo y un arcángel que salió nada celeste— es el “Niñito Dios”, Jesús Romero López. No pensábamos mencionarlo esta semana —ya parece piñata Petit—, pero el hombre se esmera en salir cada domingo.

Resulta que uno de los políticos viejos que lo carga es Pepe Murat. Y según cuentan varias gargantas, lo quiere ver crecer. Je, je, je. Quienes van a reportarse con el Señor de Polanco ya traen la encomienda: ayudar y cuidar al Niñito Dios, pieza clave de los Murat para terminar con Salomón Jara. ¡Qué tal! Y hay que reconocerle algo al Viejo: será gritón y grosero, pero mentiroso no cuando protege a los que considera aliados; los arropa con los dientes.

Ahora entendemos por qué el Niñito Dios anda desatado, mareado por el poder y creyendo que puede derribar a cualquiera: tiene el respaldo de Pepe Murat y, además, el gobernador todavía le cree todo lo que dice y recomienda. Ahí está el problema: cada vez que Jesús Romero susurra, al gobernador le truena una relación política.

Aquí toca recapitular, atar cabos y ver los movimientos. Muchas de las rupturas y distanciamientos recientes tienen firma de Chucho. Ejemplo fresco: la Facultad de Derecho de la UABJO. Chucho movió cielo, tierra y rectoría para que sólo escucharan a los que le convienen y lo arropan con Polanco. Si el gobernador hubiera oído a la otra parte, hoy contaríamos otra historia. También trae pleito con la Sección 22 —¿qué necesidad?—, y en varios municipios “se resuelve” algo y luego resulta que no. Ahí está el caso de La Reforma, Putla, donde la población llevó a la cárcel en 2024 al presidente municipal Cipriano Arturo Guzmán Bohórquez. Su esposa vino a Oaxaca, pidió audiencia con el gobernador y no se la dieron porque Chucho ya le había calentado la cabeza con mentiras. Lo dijo la señora frente a varios medios de comunicación. Nadie le creyó. Hoy, el rompecabezas embona solo.

Otro ejemplo de su alianza con el Viejo Murat: Juan Rosas, el famoso señor cara de Papá, también es aliado de Chucho Romero. Por eso el Decreto 24 se les complicó: Chucho operó en contra. Ambos le deben mucho al Señor de Polanco; sobre todo el señor cara de Papá, que se hizo millonario con la venta de plazas y con financieras de la casa Polanco (con prestanombres, por supuesto) que “prestaban” a los godínez con método colombiano. ¿Así o más cuches?

Estimado ciberlector, en Oaxaca no hay política real de gobernabilidad. Hay chisme organizado. Chucho pone al gober a pelear con medio mundo y, de paso, experimenta con sus asesores como si fueran conejillos de indias. A uno —que ya saliva por un cargo— lo tiene comiendo de su mano, creyendo que por él lo hará. Al otro lo deja hacer negocio vendiendo la misma encuesta al gobernador y a varios despistados. Y el despistado más caro parece ser él.

Los focos rojos están ahí. Si el gobernador no se quita la venda, sólo queda desearle suerte: está solo y no puede confiar en esos que presume de mucha confianza. La oposición está adentro, disfrazada.

Encima, Chucho no entiende que su trabajo es su carta de recomendación, no sus videítos de tiktoker sin éxito. No ha podido con la política interna de Oaxaca y, aun así, sueña con ser gobernador. Su único acierto fue lo de los triquis del corredor… y no fue idea suya, él lo sabe. De ahí, fracaso tras fracaso, dedicándose a grillar, tumbar a los que le estorban y colocar sus piezas; lo que es lo mismo: piezas del Viejito Murat.

Nosotros ya se lo contamos y que quede constancia de que se lo decimos a tiempo. Más de una y uno en el gobierno temen hablar porque el gober cree ciegamente en esos falsos amigos.

Por cierto, el reparto del chistesito del tour de autopromoción del “Niñito Dios”, con el “programa paz con justicia para el estado de Oaxaca 2025”, deja clara la prioridad: casi 21 millones 033 mil 055.04 pesos se los lleva Magenta, Servicios en Tecnología y Publicidad, S.A. de C.V., con los lotes 3 y 4. Es decir, alrededor del 81 % de todo el pastel va a una sola empresa dedicada a publicidad, diseño e impresión de materiales. Para la foto, el logo, la lona, el promocional y la gira permanente del secretario.

El resto es pura utilería de gira: 3 millones 254 mil 523.84 pesos para Banquetes Goocabee S.A. de C.V., responsable del lote 1, y 1 millón 712 mil 624 pesos para Distribuidora de Oficina y Escolar Lumina S.A. de C.V. en el lote 2.

En total son MÁS DE 26 MILLONES DE PESOS ($26,000,202.88) en comida, souvenir, montaje de eventos y papelería fina para que el “Programa de Paz” luzca como campaña, pero con cargo al pueblito noble y sabio que sabe que las plumas, pañoletas, pulseras y demás, no se terminan los bloqueos, la inseguridad. Gasto que se lo podría pedir a su jefecito el “Viejo Murat”.

La otra semana les hablamos de las empresas beneficiadas de esta licitación, mientras le dejamos el fallo, para que usted saque sus cuentas y sus propias conclusiones.

Estimado ciberlector, un proyecto no camina y un gabinete no aguanta cuando: tu secretario de Gobierno (“El Niñito Dios”) infiltra al enemigo; tu secretario de Cultura, “El Sembrador de la Discordia” (Flavio Sosa), abona a los adversarios y, para incendiar más, tiene a Octavio Santiago Regalado, operador de José Murat en la nómina primaveral. Y no creemos que el gobernador Salomón Jara sea ingenuo; simplemente ha creído en quien y en quienes le cantan al oído.

P.D. Si el gobernador no corta hoy, mañana no tendrá gobierno que cortar: Judas ya mordió… y esta vez no va a soltar.

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Estimado ciberlector, para entender esta fotografía que circula entre pasillos, hay que regresar a la ruta sinuosa de Felipe Edgardo Canseco Ruiz, ese personaje que la izquierda oaxaqueña nunca termina de jubilar y que siempre reaparece donde huele a conflicto, poder o ajuste de cuentas. No estamos hablando de un ex funcionario menor. Canseco fue secretario de Gobierno Municipal con Francisco Martínez Neri, es decir, el ex operador político número uno del Ayuntamiento, el hombre encargado de “contener” conflictos, “negociar” con agencias, lidiar con la basura, la Central de Abasto, las protestas, los chantajes y los incendios. Pero su llegada al cargo nunca fue tersa. De inmediato, su pasado de militante del PROCUP–Partido de los Pobres —organización madre del EPR— comenzó a sentirse como un fantasma que acompañaba cada decisión.

Canseco no era un funcionario de escritorio; arrastraba la biografía de quien pasó por la clandestinidad, por la lucha armada y por la cárcel. Detenido en 1990 y recluido primero en el Reclusorio Norte y luego en Puente Grande, acusado de acciones armadas y mediáticamente ligado al homicidio de dos vigilantes del periódico La Jornada, terminó sentenciado en 1997 por asociación delictuosa. Aunque la condena formal no fue por homicidio, la marca pública ya estaba puesta: exguerrillero, preso político, operador radical. Ese sello lo siguió a donde fuera, y en el Palacio Municipal se convirtió en un problema más que en un activo.

A Francisco Martínez Neri le estalló más de una vez la presencia de su secretario de Gobierno. En lugar de contener la presión política, Canseco la multiplicaba. Lo mismo tenía roces con su propio gabinete que con los operadores del gobierno estatal. Su estilo duro, de lógica binaria —o conmigo o contra mí— provocó tensiones internas y externas que terminaron minando la administración. De hecho, su nombre aparece en diversas investigaciones y crónicas como una de las piezas clave del escándalo del encierro Primavera, donde se documentó la desaparición y venta de cientos de vehículos del corralón municipal. La sombra de Felipe Canseco terminó oscureciendo la gestión de Martínez Neri en uno de los momentos más delicados para el Ayuntamiento.

Con este historial a cuestas, su reciente acercamiento al Partido del Trabajo no puede verse como algo anecdótico. Desde finales de 2024 comenzó a aparecer en actos y publicaciones del PT, pero fue en los últimos meses cuando se le vio ya instalado en la estructura de Maribel Martínez Ruiz y, por extensión, en la órbita de Benjamín Robles Montoya, mejor conocido como el “Dirty Face”.

La publicación del 8 de noviembre, donde posa sonriente junto al líder petista para felicitarlo por su cumpleaños, no es una simple cortesía. Es un mensaje político cargado de intención. Canseco no se mueve sin cálculo, y no se acerca a un proyecto sin tener claro que algo puede obtener o empujar.

El problema para el gobernador Salomón Jara es que este acercamiento ocurre en el peor momento posible. Benjamín Robles encabeza la carga contra el Ejecutivo con la bandera de la revocación de mandato, y la presencia de Felipe en esa trinchera no es menor.

Recordemos que Martínez Neri y Canseco tienen una historia amarga con el gobernador desde aquella toma de protesta municipal en la que Neri prácticamente ignoró a Jara —entonces aspirante a la candidatura— porque apostaban todo a Susana Harp. La factura política llegó cuando Jara ganó la gubernatura y el Ayuntamiento quedó marginado. Hoy, esa vieja herida vuelve a sangrar, pero con un giro: los dos personajes que en su momento se sintieron agraviados parecen alinearse con el único actor dispuesto a confrontar abiertamente al gobernador.

Estimado ciberlector, nuestra reportera Totalmente Chaira se pregunta si Neri también ya está dentro del PT, porque hasta a mediados del mes de octubre presumía en sus redes sociales conformando el comité Seccional 510 en la colonia Proletariado Mexicano. O bueno colgándose del trabajo ajeno para quedar bien, y despistar a todos.

Las lenguas viperinas dicen que Neri envió a su exsecretario de Gobierno de avanzada con Benjamín Robles, porque entre ellos hay simpatía, coincidencia e interés común. Si Felipe está ahí, es difícil pensar que Neri no esté al tanto. Ambos siempre han caminado como fórmula, incluso en las peores crisis. Esto coloca la imagen en un contexto más amplio: no es una felicitación, es la fotografía entre viejas estructuras de izquierda resentida que encuentran en el PT una plataforma para volver a respirar políticamente y, de paso, cobrar cuentas pendientes.

El movimiento es sutil, pero no inocente. Felipe Canseco nunca vuelve para aplaudir. Vuelve para operar. Y cuando él aparece, significa que alguien está tocando la puerta del conflicto.

En Oaxaca la política siempre ha tenido memoria selectiva, pero un principio nunca falla: las sombras del pasado regresan cuando alguien necesita avivar la hoguera. Y hoy, con la revocación sobre la mesa, esa hoguera ya encontró quién sople.

 

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La próxima semana: cartita a los Reyes Magos.

¿Quiénes serán las y los elegidos para el nuevo órgano de transparencia para el pueblo de Oaxaca?

¿Acaso eres tú, Adán Córdova…?

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El problema con las fotos oficiales es que siempre cuentan media historia. La otra mitad se esconde en los silencios… y en los likes que nunca llegan.

La imagen que subió Salomón Jara a sus redes muestra al gobernador sonriendo, estrechando la mano de Adelfo Regino Montes, director del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). El copy habla de “reparar la deuda histórica con nuestros pueblos” y de trabajar “de la mano del Gobierno de México”. Hasta ahí, el guion clásico de reconciliación institucional. Pero cuando una relación ha estado rota por años, una foto no es una postal: es un expediente político.

 

Para entender el peso de esa imagen hay que regresar un poco. Adelfo Regino no es un funcionario cualquiera. Abogado mixe, ex asesor del EZLN en los acuerdos de San Andrés, articulista frecuente y figura de referencia en la agenda indígena, es titular del INPI desde 2018. En Oaxaca fue cabeza de la entonces Secretaría de Asuntos Indígenas con Gabino Cué. En esa etapa, uno de sus subordinados fue un joven abogado mixteco llamado Hugo Aguilar Ortiz, hoy nada menos que presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tras haber pasado por el propio INPI como coordinador de Derechos Indígenas. Es decir: el “ex colaborador” del que se habla en los corrillos no es un invento, está en los currículums oficiales.

Del otro lado está Salomón Jara, veterano de la izquierda oaxaqueña, fundador del obradorismo en el estado, ex senador y hoy gobernador surgido de Morena. Ambos comparten origen en la izquierda, discurso sobre pueblos originarios y padrino político (López Obrador), pero llevan años compitiendo por el mismo territorio simbólico: quién representa de verdad a los pueblos indígenas de Oaxaca y quién capitaliza ese capital político en la lucha por espacios de poder. No por casualidad, en los análisis de sucesión a la gubernatura se mencionaba a los dos en la misma baraja.

Las fricciones no son rumor de café. Distintos artículos han señalado a Adelfo Regino como “titiritero” de conflictos en la Mixteca y la zona mixe, con lecturas abiertamente críticas hacia su actuación, y lo colocan como pieza de un juego político que ha tenido como blanco al propio Jara. Del otro lado, desde el entorno del gobernador se ha respondido con dureza cuando consideran que el INPI mete las manos en conflictos agrarios o comunitarios sin coordinarse con el gobierno estatal. La distancia política se ha traducido en algo muy visible: no se les veía juntos, y en no pocos eventos uno simplemente “no existía” para el otro.

Por eso esta nueva foto llama tanto la atención. No es solo un saludo protocolario; es un mensaje: el gobernador presume que se sentó con quien durante años fue visto como adversario incómodo en la cancha indígena. El tono del copy es de armonía, casi de borrón y cuenta nueva. Pero del lado de Adelfo, silencio. Hasta donde se puede observar en sus cuentas públicas, no hay tuit, no hay repost, no hay comunicado que presuma la reunión con el gobernador de su estado. Para los estándares de la 4T –donde se sube hasta la foto con el perro del delegado–, esa ausencia dice mucho más que cualquier boletín.

En el tablero de fondo aparece la Suprema Corte. Hugo Aguilar Ortiz, mixteco, egresado de la UABJO y con larga trayectoria en defensa de pueblos originarios, fue electo ministro presidente en 2025. La relación con Adelfo Regino viene de años atrás: trabajaron juntos en el gobierno de Oaxaca y volvieron a coincidir en el INPI, donde Aguilar coordinó Derechos Indígenas antes de saltar al máximo tribunal. No es casual que, tras su elección, Adelfo lo haya celebrado públicamente como una “esperanza para nuestros pueblos”, subrayando la agenda indígena que comparten.

Con ese contexto, la reunión en Palacio de Gobierno adquiere otro sabor. En Oaxaca todos saben que Jara y su grupo viven bajo la lupa de la Corte por temas como la revocación de mandato y otras reformas impugnadas. Que el gobernador reciba al titular del INPI –viejo jefe y aliado político del actual presidente de la SCJN– justo en este momento, inevitablemente desata especulaciones: ¿solo hablaron de “bienestar de las comunidades”, como dice el copy, o también se cruzaron mensajes para la Corte? ¿Fue una reunión institucional… o un intento de “deshielo” con alguien que hoy tiene línea directa con el hombre que encabeza el Poder Judicial? Recuerde que en política no existen las casualidades, es un fuerte signo que ahí se definió el tema. 

Aquí es donde la postura de cada uno se vuelve interesante. Salomón Jara necesita mostrar gobernabilidad y puentes con todos los actores que orbitan alrededor de la agenda indígena y de la Corte. Para él, la foto es oro molido: envía señal a la Ciudad de México de que puede tratarse con quien antes le hacía contrapeso y, hacia dentro de Oaxaca, intenta acotar la narrativa de enemistad con Adelfo. Es la imagen del “Salomón conciliador”.

Adelfo, en cambio, parece jugar otra partida. Su capital hoy no depende del Palacio de Gobierno de Oaxaca sino de dos factores: su cercanía con el obradorismo federal y su relación histórica con el hoy presidente de la SCJN. Le conviene verse institucional, sí, pero no necesariamente subordinado al gobernador al que sus aliados han criticado en la arena local. Si él no replica la foto en sus redes, está mandando un mensaje sutil: acudió a la cita porque su cargo lo obliga, pero no está dispuesto a regalarle a Jara la narrativa de reconciliación plena. En lenguaje de redes, la ausencia de like es el nuevo “me guardo mi distancia”.

Tampoco hay que olvidar que, en el mundo de la izquierda oaxaqueña, los amigos de hoy son los aspirantes de mañana. Adelfo Regino ha sido mencionado una y otra vez en las quinielas para gubernatura o para un escaño de alto nivel; Jara, por su parte, sabe que cualquier figura con arraigo en pueblos originarios y vínculo con la Corte puede convertirse en polo de poder alterno a su grupo, sobre todo cuando el sexenio empiece a entrar en la zona de desgaste. En ese contexto, una foto amistosa puede ser solo una pausa táctica en una rivalidad de largo aliento.

¿Qué queda al final? Una imagen cuidadosamente construida desde Comunicación Social del gobierno, un silencio calculado desde el INPI y un nuevo actor –la Corte presidida por un ex colaborador de Adelfo– que se vuelve clave en las disputas políticas de Oaxaca. Mientras en redes se aplaude la “coordinación de niveles de gobierno”, en los pasillos del poder la pregunta real no es de qué hablaron, sino qué intercambiaron: ¿interlocución con la SCJN a cambio de apoyo en agenda indígena?, ¿tregua temporal para desactivar conflictos en la Mixteca y la Sierra Norte?, ¿o solo la foto que necesitaba uno y a la que el otro accedió por mero cálculo?

En cualquier caso, algo queda claro: esa sonrisa encuadrada frente a la bandera no borra años de recelos ni convierte en aliados lo que durante mucho tiempo fueron proyectos rivales. Es, en el mejor de los casos, un alto al fuego para la galería. La verdadera negociación no está en Facebook, está en lo que no se dijo… y en el próximo conflicto donde veremos si Adelfo y Salomón caminan juntos, se ignoran como antes o vuelven a darse la mano solo cuando haya cámara de por medio.

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En Oaxaca, estimado ciberlector, los informes legislativos ya no son informes: son festivales de aplausos donde se presume lo que no se hizo, se proyectan videos caros y, al final, se pasa la charola política para ver quién sigue en la gracia del gobernador. Lo de ayer en Bellas Artes de la UABJO no fue la excepción: 12 diputados federales de Morena por Oaxaca, pero sólo 7 se sentaron en primera fila los que jalan —o medio jalan— con Salomón Jara. Las otras y los otros, los 5 “contreras”, ni fueron invitados. Y que decir de los invitados y acarreados, no fueron, las sillas vacías hablaron más que todos los discursos juntos.

En medio del decorado institucional, la figura que robó cámara —para bien y para mal— fue Irma Juan Carlos, mejor conocida como la “come rata”. Con el gobernador la relación no es nueva ni bonita: nunca han jalado parejo porque ella es cambiante, complicada, de esas que un día aplauden y al otro día cobran la factura. Y a la llegada del gobernador quedó claro, porque como que no quería saludarla y no le quedó de otra, el gober prefirió saludar primero a la “hembla mala, la Telesa”, y dejar la manita extendida de la “come rata”.

Pero como ese pequeño desaire no quedaría sin respuesta Irma Juan Carlos, en su informe, se encargó de dejarlo claro con una fineza que sólo se entiende cuando usted ve la película completa.

Mientras el gober miraba serio, Irma le dedicó flores a Adelfo Regino en pleno informe. Le dio coba con ganas, estimado ciberlector, como si quisiera dejar claro que su corazón político late más cerca del INPI que de Palacio primaveral. Eso no es todo, remató el numerito cerrando los “vivas” sin mencionar al gobernador y, ya en corto, apenas un apretón de manos frío. Nada de abrazos efusivos ni sonrisas ensayadas. En tiempos de disciplina partidista, esos silencios pesan más que cualquier grito de “¡es un honor…!”.

Para acabarla, mientras en los chats se preguntaban por qué el gober no subía nada del evento, sus redes traían otro ritmo. Tardó, pero al final apareció la publicación institucional, muy correcta, como si todo hubiera sido armonía y sincronía de cuarta transformación. La foto sonreía; los gestos en el patio, no tanto. Y es que una cosa es el boletín y otra lo que se ve cuando apagan las cámaras.

Del lado de la llamada “renovación generacional”, Naty Pooj Pijy Jiménez Vázquez salió a decir que lo de hoy era “algo histórico que no se había dado”. Y sí, histórico sí es… pero por lo poco que legislan. En todo el año sólo tuvo tres posicionamientos en el pleno. Tres. Y aun así se aventó el discurso del cambio de época en la comisión de asuntos de pueblos indígenas y afroamericanos, como si con alzar la mano se transformara la realidad. Para rematar, confesó que nunca pensó ser diputada. Visto lo visto, se nota.

No fue la única. Miriam Vázquez Ruíz y compañía repitieron la misma receta: hablar de lo mucho que “votaron y votaron”, como si la chamba de un legislador fuera sólo levantar la mano al ritmo que marque la fracción. No explicaron qué leyes propusieron, qué reformas defendieron, qué párrafo siquiera se tomaron la molestia de leer. Porque de fondo, estimado ciberlector, lo que nos dijeron fue: “nos dijeron que votáramos, votamos; nos dijeron que aplaudiéramos, aplaudimos”. Títeres con curul y dieta federal.

Y mientras tanto, en el escenario, el gober sonreía para la foto, rodeado de las y los que todavía se alinean. Los grandes ausentes —Carol Antonio, Carmen Bautista, Gloria Sánchez López, entre otras piezas incómodas— brillaron por eso, por no estar.

Así que no se confunda, usted: lo que vimos no fue un gran informe legislativo, fue un casting político. Irma mandando señales a Adelfo, el gobernador marcando distancia, las “nuevas generaciones” presumiendo tres intervenciones en un año como si fueran tesis doctoral. Si esto es lo histórico que nos ofrecen, la historia nos está saliendo muy barata, o ¿muy cara?

Al tiempo…

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Así es, amigos ciberlectores: el río Atoyac lleva años convertido en la botarga favorita de funcionarios, grupos políticos y organizaciones “ambientalistas” de ocasión. Todos lo usan de bandera, todos prometen rescatarlo de la contaminación… y mientras tanto el río, literalmente, se nos muere a la vista de todos.

Hoy el Atoyac está más cerca de ser un canal de aguas negras que un río vivo. Estudios oficiales han detectado decenas de descargas de drenaje que caen directo al cauce —al menos 58 puntos sólo en la zona metropolitana— y se reconoce que el saneamiento “podría” llegar hasta 2026, si todo sale bien, si no se atraviesa un contrato, una campaña o un compadre.

Eso sí, alrededor del río florece una nueva y flamante infraestructura: vialidades modernas, concreto hidráulico, cuatro carriles, ciclovía, banquetas, drenaje pluvial, señalética y hasta reforestación “de catálogo” en las márgenes del Atoyac. Todo coronado con la narrativa de siempre: resolver el tránsito vehicular, mejorar la movilidad y “recuperar espacios públicos”.

En cristiano: pavimentamos la orilla del río mientras por debajo seguimos tirando la misma porquería de siempre. Rinconcito sucio, pero con camellón.

Los “sesudos de la primavera” presumen que con esto se protege el medio ambiente, pero curiosamente nadie explica por qué seguimos descargando aguas residuales al cauce, ni cuántas plantas de tratamiento realmente funcionan, ni cuánta agua llega tratada al río y cuánta llega en modo letrina abierta. Diagnósticos técnicos del propio gobierno federal y estatal llevan más de una década señalando que la contaminación del Atoyac se debe a descargas municipales e industriales sin tratamiento previo, y que el río es foco rojo de prioridad nacional.

Y aquí viene la parte jugosa: dinero sí ha habido, y mucho. Se habla de programas “históricos” de saneamiento de los ríos Atoyac y Salado, con inversiones cercanas a los 695 millones de pesos para 49 municipios, más anuncios recientes de “inversión inicial” de 50 millones para nuevos proyectos de saneamiento, desazolve y limpieza.

Cada sexenio presume sus propios estudios, planes integrales y “etapas” de rescate; se pagan diagnósticos, se contratan consultorías, se instala una que otra planta de tratamiento… y el resultado a ojos del ciudadano es el mismo: agua negra, olor insoportable y una franja de concreto que sirve más de atajo vial que de proyecto ambiental.

Mientras tanto, los defensores del río —esos que antes se encadenaban, marchaban o llenaban las redes con fotos del agua café— hoy andan muy calladitos. ¿Será que ya les llegaron al precio, que consiguieron contrato, chamba o convenio, o simplemente tiraron la toalla porque es más fácil posar en la foto de la “jornada de limpieza” que pelearse con Conagua, municipios, desarrolladores y sindicatos al mismo tiempo?

Y hablando de autoridades, ahí les va el cuadro completo: Conagua reconoce las descargas y promete que ahora sí se van a atender; la Semarnat firma planes, declara zonas prioritarias y organiza mesas; la Profepa aparece de vez en cuando para hacer visitas de inspección; las dependencias estatales cambian de nombre y logo cada sexenio pero mantienen la misma receta: foto, anuncio, licitación y a lo que sigue.

¿Los estudios de impacto ambiental de todas las obras que hoy se levantan a la orilla del Atoyac? Bien, gracias. Están tan guardados que uno pensaría que son documentos de seguridad nacional.

Porque, hay que decirlo claro: los gobiernos de la 4T local y federal tampoco son precisamente ejemplo de respeto a la normativa ambiental. Se llenan la boca de “justicia ambiental” mientras mantienen ríos convertidos en cloacas a cielo abierto. El alto costo de esas malas políticas no lo pagan los funcionarios que firman convenios ni los empresarios que ganan contratos: lo pagamos todos con enfermedades, pérdida de acuíferos, riesgo de inundaciones y un patrimonio natural que se nos va entre aguas negras.

La pregunta incómoda es sencilla: si ya hay diagnósticos, si ya se sabe cuántas descargas hay, si ya se han autorizado cientos de millones para saneamiento… ¿por qué el Atoyac sigue oliendo igual? La respuesta es todavía más incómoda: porque para muchos el río no es un ecosistema que rescatar, sino un expediente que explotar. Es el pretexto perfecto para gestionar recursos, repartir contratos, lucir chaleco con logo y, de paso, prometer que “ahora sí” viene el rescate definitivo.

Así que, ciberlectores, la próxima vez que escuchen que “están rescatando el río Atoyac”, pregúntense algo muy simple: ¿Lo están rescatando… o nada más le están poniendo banquetas al cadáver?

La CONAGUA, la SEMARNAT, la PROFEPA y las instancias estatales como LA SECRETARÍA DE MEDIO AMBIENTE, BIODIVERSIDAD, ENERGÍAS Y SOSTENIBILIDAD y la PROPAEO podrán seguir durmiendo el sueño de los justos. Pero el día que el Atoyac termine de convertirse en drenaje descubierto, no habrá vialidad nueva, ni ciclovía, ni comunicado triunfal que alcance para tapar el olor.

Toing.

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De los creadores de Copa Pistón y Rápidos y Furiosos… llega el “Reto Atoyac”. Así es, amigos ciberlectores: los protagonistas de esta función no son Vin Diesel ni el Rayo McQueen, sino los camiones tipo volteo de un conocido sindicato que hoy se sienten dueños del libramiento al aeropuerto.

Son los encargados de los acarreos de material para las obras… y también de poner en riesgo a quien se atraviese en su camino.

Lo que debería ser una zona de trabajo con medidas de seguridad se ha convertido en pista clandestina. Las verdaderas carreras a altísima velocidad serían la envidia del mismísimo Checo Pérez, sólo que aquí no hay podio, sólo vecinos espantados, nubes de polvo y el miedo permanente a que un descuido acabe en tragedia.

Las nubes de tierra que levantan estos camioneros en su loca carrera, como alma que lleva el diablo, no sólo reducen la visibilidad: afectan la salud de las familias que viven cerca, que ya no saben con quién quejarse ni qué autoridad se supone que tendría que poner orden. Cada camión que pasa deja atrás un combo de ruido, polvo, vibraciones y la sensación de que la ley de tránsito es opcional para ciertos sindicatos.

Ojalá alguien de la famosa “Primavera Oaxaqueña” se digne a ir a meter en cintura a estos cafres materialistas que, muy a su estilo, se sienten intocables y manejan como si la ciudad fuera su pista privada. Aunque, siendo honestos, dudamos mucho que el gobierno se atreva a tocarlos ni con el pétalo de una rosa: a esos sindicatos se les mira de lejos, se les saluda de mano… y se les deja hacer.

Mientras tanto, los vecinos sólo tienen dos opciones: acostumbrarse al “Reto Atoyac” diario… o encomendarse a lo que cada quien crea, porque a las autoridades nomás no se les ve la prisa por frenar estas carreras.

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A estas alturas, el presidente “Chupón” parece estar pariendo chayotes. El 5 de diciembre tiene que rendir informe de gobierno y en Huajuapan la pregunta se repite con sorna: ¿de qué va a hablar si no ha hecho nada? Para acabarla, ni siquiera encuentra el libreto de su administración anterior.

Andan buscando a los exregidores de su primer mandato, casi como exnovios tóxicos, a ver si por caridad cristiana conservan una copia del informe que entregaron a la actual administración. Quien recibió toda esa documentación fue el síndico municipal, Otón Sibaja Suárez, pero ni él ni su personal saben en qué agujero negro terminó. Andan como borrachos buscando las llaves en la banqueta, aunque las hayan perdido adentro de la casa.

El detalle fino está en la memoria y en los agravios. Al inicio de esta administración, el famosísimo presidente Chupón se hizo el “ojo de hormiga” con la gente que llamaba amiga cuando la necesitaba. Prometió respetar espacios, cuidar a los cercanos de los exregidores, pero en cuanto cruzó la puerta grande repartió patadas y metió a su propia tropa: aviadores con alas de papel, empleados que no le funcionan ni las ideas ni el reloj. Hoy, quienes aún conservan documentos y respaldos los guardan apretando el puño, no por celo administrativo, sino por digna venganza política.

Si llegan a encontrar esos papeles, tendrán apenas unos días para armarle al Chupón un informe que le salve el pellejo… o por lo menos el ridículo frente al micrófono. Porque logros reales, lo que se dice logros, brillan por su ausencia.

Un presidente borrado del encuadre

Hay detalles que gritan más que cualquier discurso, pero sólo los escucha quien se toma el tiempo de mirar. Nuestro reportero observador lo ha confirmado entre risas y mala espina: en las fotografías oficiales del presidente Chupón, el personaje central casi nunca aparece.

En cada toma, el presidente queda arrinconado, cortado, empujado al borde. Sale medio cuerpo cuando el lente está de buenas. Su propio equipo de comunicación —ese que debería pulirle el brillo— lo deja en la orilla del cuadro como si estorbara. No hace falta ser experto en semiótica: si ni su gente quiere ponerlo al centro de la foto, mucho menos lo pondrán al centro de los hechos de gobierno.

Un presidente que no aparece en su propio retrato difícilmente aparecerá en la memoria de su pueblo. En Huajuapan, hasta la cámara ya tomó partido.

Postes viejos, equipo fantasma y amigos millonarios

Hace unos días, un trabajador sindicalizado de alumbrado público terminó en el suelo, no por imprudente, sino por obediente. Subió a un poste sin casco, sin guantes, sin botas, sin arnés, sin nada. Como si la seguridad laboral fuera un lujo escandinavo y no una obligación del ayuntamiento.

El poste, viejo y podrido, hizo lo que hacen las estructuras cansadas: se rindió. El trabajador cayó con él. La suerte —esa que trabaja más que muchas oficinas municipales— quiso que no hubiera lesiones graves. ¿La respuesta de la administración? Un día de incapacidad. Un día. Como si se hubiera quedado dormido en su hora de comida.

Lo indignante es que hay fotos del mismísimo Chupón entregando equipo de protección a los trabajadores, muy solemne, muy de “miren qué responsable soy”. Pero en la práctica, pareciera que sólo rentaron las bolsas para la foto: nadie sabe dónde quedó ese equipo. Lo poco que se usa en la ciudad es de calidad tan pobre que da pena ajena, y muchos trabajadores terminan comprando sus propias herramientas.

Y aquí asoma uno de los nombres clave del negocio: Cristian Reyes, jefe de la policía municipal y proveedor estrella del ayuntamiento. Es quien factura millones en material deportivo, uniformes de policía y bomberos, renta de camión de basura y quién sabe cuántas maravillas más. Amigo del presidente y beneficiario consentido del presupuesto. En un municipio donde los trabajadores suben a postes podridos sin equipo, pero los proveedores se inflan a contratos, el problema no es la falta de recursos: es el exceso de complicidades.

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Hay un grupo de trabajadores que sólo se nota cuando amanece: los barrenderos. Gente de manos curtidas y pasos cansados que sostiene, literalmente, la limpieza de Huajuapan. Para el presidente, sin embargo, son casi mobiliario urbano. No hay discursos para ellos ni agradecimientos reales, sólo indiferencia.

La mayoría tiene décadas encima. Necesitan chalecos reflejantes, guantes que no se rompan al primer vidrio, botas decentes, mascarillas dignas, gafas de seguridad, escobas completas, recogedores firmes y carritos que no sean un castigo rodante. En vez de eso, el ayuntamiento prefiere voltear a otro lado.

Nuestro Flechador ha visto escenas que avergüenzan: trabajadores que arman sus propias herramientas con palos rescatados de la basura, otros comprando de su bolsa lo que deberían recibir como parte del equipo de trabajo. A los sindicalizados les dan tres uniformes; a quienes no lo son, apenas uno para toda la administración. Ni a una toalla vieja se le trata con tanta mezquindad.

En los eventos del presidente, la historia se repite: hay cena para casi todos, menos para el personal de limpieza. Las bonificaciones también los brincan. Ellos son los últimos en irse, los primeros en levantarse y los únicos que no figuran ni en los agradecimientos ni en los sobres. Si alguien quiere saber en dónde se guarda la dignidad del municipio, que se asome a sus horarios: terminan recogiendo desechos de ferias y conciertos de madrugada y a las cinco ya están otra vez en la calle.

Consultorios sin medicinas y esclavitud moderna

Del área de salud municipal llegan testimonios igual de duros. Los trabajadores que intentan atenderse se encuentran con consultorios que parecen escenografía: hay escritorios, hay personal, pero los medicamentos escasean, sobre todo para quienes no son sindicalizados. En lenguaje llano: el que está “de confianza” se enferma por cuenta propia.

Los diagnósticos, dicen, parecen más apuesta que ciencia. Hay trabajadores con bronquitis u otros padecimientos serios a los que les niegan una incapacidad digna y los regresan a laborar como si fueran piezas reemplazables. Cuando el caso ya es una grosería, les sueltan medio día de incapacidad, una limosna en papel reciclado.

La suma es brutal: sin medicinas, sin reposo y con diagnósticos malos, la enfermedad deja de ser el problema. El verdadero mal está en la oficina que debería protegerlos y que día tras día opta por ignorarlos. Muchos lo llaman ya como es: esclavitud moderna con membrete municipal.

Ferias, stands y el club de los proveedores felices

Mientras los trabajadores se quejan en voz baja, un feriero se acercó a nuestro reportero y soltó la radiografía económica en unas cuantas frases. Recordó que, en tiempos de Juanita Cruz, durante la pandemia, la presidenta cobraba sólo el espacio y ella misma pagaba la luz para no rematarlos en plena crisis. Hoy ese tipo de sensibilidad está sepultada.

Bajo el reinado del Chupón, la feria se ha vuelto negocio de pocos. El nombre que se repite es Samnia, vendedora oficial de stands desde los dos mandatos del presidente. Este año subió otra vez el costo por metro cuadrado y, como filtro extra, exige recibo de basura pagado. Sin eso, no se instala nadie. Las ferias dejaron de ser espacio de convivencia para convertirse en garita recaudatoria.

Las últimas se han realizado en el campo Soriel, junto al río, donde la afluencia es baja pero el cobro es alto. No hay tabla clara de precios, no hay reglas visibles, todo se define “al tanteo” según el día, el humor y el interlocutor. El mensaje es claro: la autoridad administra la feria como negocio privado, no como política pública.

A la par, el famoso “festival de las chelas” se ha convertido en la joya de la corona. Una fiesta eterna al patrocinio de Ramón González, proveedor de cerveza y padrino económico del presidente. Dicen los ferieros que ahí las ganancias se reparten bonito entre el Chupón y su suplente, Carmelo Pérez, pero rara vez pasan por la tesorería. En una frase: Huajuapan tiene ferias sin orden, cobros sin criterio y proveedores con sonrisa de oreja a oreja.

Recaudar primero, servir después

En sesión de cabildo, la tesorería municipal presentó su joya para 2026: una proyección de más de 460 millones de pesos en recaudación. Cifra que suena a prosperidad, hasta que uno pregunta cómo piensan alcanzarla. La respuesta viene disfrazada de “orden”: para realizar cualquier trámite exigirán tener todos los recibos pagados. Predial, basura, panteones, lo que se pueda facturar. Sin carpeta completa, no hay avance.

Como remate, lanzaron una campaña de “regularización de fosas” en los panteones: 250 pesos por mantenimiento general. El nombre suena a camposantos cuidados, con agua para limpiar, servicios básicos y tumbas dignas. La realidad es otra: no hay agua, la gente lleva sus cubetas, sus escobas, sus trapos. El municipio cobra un mantenimiento que nadie ve.

En la mesa del cabildo celebran la proyección recaudatoria; en la calle, los ciudadanos sólo ven servicios ausentes y una mano recaudadora que nunca falla al pase de lista.

Obras inconclusas y el informe imposible

Dice nuestro Flechador del Sol que, con este panorama, la pregunta de la gente es más que válida: ¿qué va a informar el presidente el 5 de diciembre?

La prolongación de Reforma es el mejor ejemplo. La primera etapa debía estar lista el año pasado; apenas inauguraron un pedazo mínimo, casi simbólico. La segunda etapa, prometida para este año, sigue empantanada. Lo mismo pasa con las calles Bravo, Matamoros e Hidalgo: eternamente abiertas, eternamente en obra, eternamente en contra de los comerciantes que ya no venden ni el recuerdo de lo que eran.

Los negocios han tragado polvo durante meses. Las ventas se desploman, la clientela evita las zonas en obra como si fueran zonas de desastre. Los dueños aún resisten; quienes pagan renta, luz, nómina e impuestos al ayuntamiento están al borde del colapso.

Ni siquiera las obras “millonarias” de la administración pasada se salvan. Ahí está la carretera internacional 190 frente al ADO: se tardaron casi un año en reparar una cuadra y, aun así, la dejaron mal. Hoy sigue siendo testimonio de la incapacidad con presupuesto.

Con papeles extraviados, trabajadores maltratados, proveedores felices, ferias ordeñadas, panteones secos y obras inconclusas, el informe del 5 de diciembre se parece más a un acto de magia que a un acto de gobierno.

Si el presidente Chupón logra llenar una hora de discurso hablando de logros, no estaremos frente a un informe: estaremos frente al mejor espectáculo de ficción del año en Huajuapan. Y sin necesidad de feria.

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Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector, la frase de la semana:

En Política, quien jura que no tiene precio, ya decidió que será caro.