De la saga “El fuero del Senado”, llega con ustedes… el cártel de “LASR”. Una franquicia política que no necesita pantalla grande, porque su trama se desarrolla en las calles de Oaxaca. Y como buena secuela, repite el libreto: usar sindicatos como escudos, manipular a conveniencia y ampliar su imperio inmobiliario sin que nadie le ponga alto.
El cártel de “LASR” sigue extendiendo sus alas en Oaxaca, operando con una red de sindicatos que le sirven como brazo de choque y como tapadera. No se trata de rumores de café, sino de prácticas cada vez más visibles: desde colocar cámaras de videovigilancia en inmuebles con problemas legales —propiedades sujetas a juicios sucesorios intestamentarios, sin dueño legítimo reconocido— hasta utilizarlas para vigilar calles y movimientos vecinales. Un hecho que, por cierto, no es menor: la ley lo tipifica como halconeo, es decir, la utilización de medios para espiar o monitorear con fines de control territorial.

Pero el descaro no se queda ahí. En varios casos, los sellos de clausura o de aseguramiento colocados en propiedades en litigio han sido violados sin consecuencia alguna. Una flagrante violación de la ley que revela complicidades institucionales y un pacto de impunidad.

Detrás de estas prácticas aparece la sombra de un político que se ha apropiado de múltiples inmuebles, sobre todo en el Centro Histórico, donde las calles narran silenciosamente la historia de su expansión patrimonial. Se trata de un poder paralelo que opera a la vista de todos: manipula sindicatos, evade controles legales y convierte las normas en simple adorno burocrático.
Mientras tanto, la ciudadanía observa cómo el cártel de “LASR” crece, se consolida y actúa como si Oaxaca fuera un tablero privado donde se puede hacer y deshacer, así como el ratoncito Z., lo hizo en la era conservadora. La pregunta es obligada: ¿hasta cuándo las autoridades seguirán mirando hacia otro lado?

Nuestra reportera Totalmente Chaira nos sirve el chocolate amargo del día: el primer informe de la senadora Luisa Cortés García, alias “Chocolate Abuelita”, no lo recordará la gente por los resultados, sino por la siesta colectiva de sus propios acarreados. Sí, los que llevaron en camiones, con torta y refresco incluidos, apenas aguantaron unos minutos de discurso antes de cabecear y dormir entre las sillas. Nada describe mejor el ánimo ciudadano que ver a una base “movilizada” quedándose dormida frente a la supuesta gran rendición de cuentas.

Pero la somnolencia de los acarreados fue apenas el preludio. Lo que realmente sepultó el informe fue el escándalo de su suplente, Nathaly Chávez, la ya célebre #LadyFuero, cuyo video invocando privilegios inexistentes sigue dominando redes y conversaciones.

Y aunque la senadora intentó blindarse con invitados de peso —desde el presidente estatal de Morena, el hijo del gobernador, funcionarios primaverales, hasta el senador Antonino Morales—, la foto se convirtió en una pasarela extraña: mezcló aliados con enemigos declarados de Salomón Jara como Lyz Arroyo, Armando Contreras, Héctor Sánchez y el veterano guerrillero Felipe Canseco, que no se despegó de la senadora durante todo el acto. Esa amalgama no proyectó fuerza, sino desesperación por mostrar respaldo, aunque fuera prestado.

El detalle es que, mientras en el templete buscaban enviar el mensaje de unidad y respaldo político, en la calle la narrativa ya estaba dictada por un video viral. El Canal del Senado transmitió el informe; las redes transmitieron la vergüenza. Y como dicta la nueva regla de la política, gana quien marca la conversación digital, no quien reparte saludos protocolares desde una pantalla.
Lo más grave es que el tema no es un chisme menor: la suplente de Luisa Cortés pidió “fuero” cuando la Constitución es clara en el artículo 61, que solo protege a legisladores en funciones y por opiniones vertidas en el ejercicio de su encargo. Una suplente que no ha protestado el cargo no tiene fuero, ni inmunidad, ni prerrogativa alguna. Lo que sí tiene, en cambio, es la capacidad de hundir la credibilidad de la senadora titular con un episodio de prepotencia que refleja cómo muchos entienden la política: como privilegio, no como servicio.
Ahora la pregunta es inevitable: ¿qué hará Luisa Cortés? Si en algún momento pide licencia y deja entrar a su suplente, el escándalo revivirá con más fuerza, y Morena quedará exhibido por premiar a alguien que ya mostró desprecio por la ciudadanía y los cuerpos de seguridad. Si opta por el silencio, quedará claro que apuesta a la memoria corta de los oaxaqueños, pero esta vez no le funcionará. En tiempos de redes, los videos no se olvidan, se replican.
El informe que quiso ser un acto de poder terminó convertido en un velorio político: acarreados dormidos, enemigos en primera fila y un hashtag que dictó la agenda nacional. Y mientras Luisa no defina si rompe con su suplente o la premia, seguirá siendo recordada no por sus resultados legislativos, sino por haber hecho del Senado una chocolatería donde la espuma amarga la pone #LadyFuero.
Quien anda estrenando “moda de tianguis fino” es nada menos que Juana Hernández López, la hoy flamante secretaria de Interculturalidad, Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. Sí, la misma que alguna vez se paseó como Diosa Centeólt en la Guelaguetza y ahora, desde el Jardín Primaveral, se pone a dar lecciones de austeridad con un bolso PRADA… bueno, más bien un “PRADA” de esos que hacen que el Santo Niño de Atocha se persigne dos veces.
El episodio no pasó desapercibido: muchos ojos se abrieron cuando Juana llegó con tremendo accesorio ultra fifí, y la sorpresa creció cuando, al mirarlo de cerca, aquello parecía más clon que copia de examen. Y aquí está el detalle, porque la cosa no es menor. En un gobierno que grita a los cuatro vientos la austeridad franciscana, un bolsito “de lujo” —sea original o de la fayuca— manda un mensaje torcido: si es auténtico, la frivolidad reventó el discurso oficial; si es pirata, la funcionaria se convierte en promotora involuntaria de la piratería.
Y ahí la ironía más grande: mientras Oaxaca pelea con una marca de tenis que se robó el diseño de unos huaraches, y presume bordados, huipiles y artesanía que valen oro por su autenticidad, resulta que la titular de la interculturalidad aparece con un PRADA “del barrio”, normalizando lo que en cualquier reglón es ilegal y dañino para la economía formal. Vaya incoherencia: la que debería estar alentando el consumo responsable y defendiendo el talento local se da el lujo de pasear una réplica con el logo torcido.
Al final, esto es pura pedagogía política: lo que para cualquiera puede ser un simple bolso, para quien cobra con dinero público es símbolo. Y el símbolo aquí se lee mal, muy mal. La secretaria podrá vestirse de Centeólt y repetir discursos de “primero los pobres”, pero con un PRADA clon en el brazo, la narrativa se le cae como bolsa mal cosida.
Porque sí, en la política la forma es fondo… y el fondo de esta bolsa nos recuerda que la austeridad de oropel es como las copias piratas: bonita de lejos, pero chafa de cerca.


¿Nueva camiseta? Pitufi-Morena cose siglas exprés
Nuestra reportera parlamentaria nos informa que cuando el barco político de Susana Harp encalló en 2022 —tras perder la candidatura guinda frente a Salomón Jara y quedarse batallando impugnaciones que nunca prosperaron— sus marineros quedaron a la deriva. Nadie lo resintió tanto como su suplente y protegida, la diputada plurinominal Concepción “Cony” Rueda Gómez, cuyas credenciales camaleónicas (PRI, PAN y hoy Morena) ya habían sido retratadas por más de un medio como la mejor prueba de que, en Oaxaca, cambiar de camiseta es deporte olímpico.
Estimado ciberlector, con Susana Harp reducida a recuerdo de campaña —“un cadáver político”, dicen con sorna en los pasillos del Congreso— Rueda descubrió que la tómbola morenista ya no le guardará boleto para 2027. Asegura nuestra reportera que su respuesta fue inmediata: urdir un partido de bolsillo que le garantice curul propia y, de paso, la rescate del olvido. El nombre aún es secreto de confesión —se barajan siglas en tono lila para fingir causa feminista— pero el objetivo es evidente: si la expropietaria no llegará jamás a la boleta de gubernatura, al menos la pupila no piensa quedar fuera del presupuesto.
El giro no nació de la inspiración sino del desahucio. Resulta y resalta que en la elección judicial de 2025, donde Morena esperaba exhibir músculo ciudadano, la participación en todo el país apenas rozó el 13 %; en Oaxaca ni siquiera alcanzó 14 %. Dicen los que saben que el harpismo prometió “operación hormiga” y terminó entregando hormigas dormidas: adentro de Morena se convencieron de que el grupo Harp-Rueda ya no aporta votos, sólo selfies.

Así que Cony, sin refugio interno, prepara su franquicia provincial. El negocio es sencillo: juntar 1.5 % del padrón, maquilar un puñado de asambleas distritales y cobrar la renta electoral a quien necesite esos puntitos en la Costa o el Istmo. Si Morena la reincorpora en una lista pluri, desmantela la tienda; si no, le vende la marca al mejor postor (el chiste se cuenta solo). La causa de género es el moño: se agita cuando conviene y se guarda cuando la tesorería aprieta.
La apuesta de Cony es arriesgada: sostener un partido chico frente a un Morena que gobierna el estado es como poner un puesto de aguas frescas junto a una embotelladora. Pero en la aritmética del poder cada décima cuenta, y Rueda lo sabe. Su mensaje es un guiño con doble filo: “o me dan lugar o les resto votos”.
Mientras tanto, la politósfera oaxaqueña toma distancia prudente: no vaya a salpicar la pintura fresca cuando la ex-chapulina estrene su traje más reciente.
Al tiempo…

Los tambores de guerra ya se retumban en el municipio de Santa María Chilchotla, allá en la región mazateca: el pueblito bueno y sabio se ha dado cuenta de que la familia del actual munícipe le tomó gusto a heredarse el poder municipal y pretende, a toda costa, mantenerlo en el próximo proceso de elección de autoridades bajo el régimen de Sistemas Normativos Internos.
Aunque el Gobierno Federal impulsó la iniciativa para prohibir la herencia de cargos públicos a familiares a partir de 2027, los diputados y senadores morenistas dijeron “sí, pero hasta 2030”.
En Oaxaca y sus municipios regidos por usos y costumbres, la norma no aplicará, por lo que el caso de Santa María Chilchotla debe revisarse con lupa: el enriquecimiento de la familia del presidente municipal, Alejandro Martínez Escobedo, es cosa seria.
¡Que comiencen las apuestas!
Planillas en 3, 2, 1…

Cuenta nuestra reportera *Totalmente Chaira* que en el Jardín de la Primavera una florecita silvestre coquette-R está empezando a marchitarse. No por falta de sol, ni de abono político, sino por el exceso de fertilizante… con billetes del erario.
Dicen los jardineros del Edén gubernamental que ya la tienen en observación, porque entre berrinche y berrinche, contrato inflado por aquí y capricho por allá, ya anda coqueteando con la tijera de podar. Y no es poda estética: es para arrancarla de raíz antes de que la peste llegue a Palacio.
Primera pista: “¡Pa’ su mecha, Marimar!”, gritan los empleados cuando ven que la susodicha baja del avión… pero no en clase turista como el pueblo bueno, sino en primera clase, con toda la elegancia de quien nació oliendo a tierra mojada, pero ya se le olvidó el aroma.
Segunda pista: la austeridad franciscana no es lo suyo. Desde que llegó a la Secretaría le hizo la cruz a los hoteles de tres estrellas, a la tlayuda con asiento y al mezcal en jarrito. Ella viaja con chofer, duerme con vista panorámica y desayuna con cargo al presupuesto.
Tercera pista: sueña con dejar a Oaxaca llena de banquitos —no, no de los de sentarse en el Andador, sino de esos que salen caros, con crédito internacional y logo bordado en lino institucional. Porque si el turismo no se desarrolla con fotos en Instagram, ¿entonces con qué?
Mientras tanto, en los pasillos del Gobierno de la Primavera, ya se preguntan si no será hora de deshojar esa margarita y decirle adiós antes de que las cámaras de la Auditoría lleguen con reflector. Porque, entre nosotros, una flor puede ser bella, pero si es tóxica… mejor que no florezca.
Quienes decidieron entrarle de lleno al mundo fitness son los trabajadores de las Becas Benito Juárez, esas oficinas que se esconden allá por la calle de Los Libres, en pleno Centro Histórico.
Así es, estimado ciberlector: mientras las madres desesperadas hacen viacrucis intentando cobrar la beca de sus chilpayates y andan como Las Flans, “buscando una solución para arreglar su situación”, los empleados del programa —bajo la batuta de la exdiputada María de Jesús Melgar Vásquez— se ponen a sudar la gota gorda… pero no por atender trámites, sino por bailar zumba en el patio principal de las oficinas. ¡Y claro! Entre todos hacen la coperacha para pagarle al instructor, muy certificado él.
La idea podrá sonar bonita, pero en horario laboral, ¡no chifle, doña Marichuky! Que una cosa es “activación física” y otra muy distinta “inmovilización burocrática”.
Y luego el pueblo bueno y sabio se pregunta por qué no avanzan sus trámites, si los muchachitos andan ocupados moviendo más la cadera que los expedientes.
Por cierto, del violín costeño que tuvo trabajando Marichuy en su coordinación —y que ahora anda guardado en el botiquín— ya les traeremos la sinfonía completa.
Atención, sabandijas, babalucas, come cuando hay, diputados, ex diputados, anexos y convexos que andan como zopilotes buscando carroña presupuestal: en las próximas semanas habrá cambios jugosos en Oaxaca, y no, no hablamos solo del reparto de sillas en el banquete de las y los magistrados. El reacomodo también se cocina en el mismísimo Congreso y en sus sucursales de lujo.
Sí, estimado ciberlector, agárrese de su asiento porque la tómbola política trae premio triple. En la lista de “órganos autónomos pero bien apapachados” tenemos: el OGAIPO (ese que se supone defiende la transparencia pero que a veces se comporta como cortina de humo), la DDHPO (Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, donde la indignación es selectiva y el silencio también) y la FGEO (Fiscalía General del Estado de Oaxaca), que hoy más que nunca anda decidiendo a quién revivir políticamente y a quién mandar derechito a la congeladora.
En el caso de la Fiscalía, los pasillos del Palacio Chairo y del Congreso local cuchichean que quieren alargarle el sexenio chiquito al fiscal José Bernardo Rodríguez Alamilla, porque —para qué negarlo— ha dado más resultados que otros que solo usaban la oficina como cantina privada. Perdón, Peimbert, pero el recuerdo que quedó en redes sociales de aquellas reuniones con botellas de alcohol sobre la mesa circuló más que tus propios expedientes.
En cambio, en el OGAIPO y la Defensoría, la permanencia de sus titulares es como volado en feria de pueblo: cara, se quedan; cruz, se largan… y mientras tanto ya se ven desfilar currículums más inflados que presupuesto de obra pública.
Así que, queridos aspirantes de ocasión, vayan puliendo la hoja de vida, sacudiendo el polvo de la foto de traje y corbata, y sobre todo midiendo si su referente político todavía tiene la palanca suficiente para becarlos en esos órganos “autónomos” que de autónomos tienen lo que yo de monja.
Qué conste que ya se los dijimos… y luego no anden chillando que no hubo aviso oportuno.
La que anda como chivo en cristalería es la diputada federal por el PT, Margarita García, originaria de San Francisco Chindúa. Y es que alguien ya le calentó la cabecita y le dijo que puede ser gobernadora… ¡Gobernadora, sí amigos ciberlectores!
Diosito, agárranos confesados.
La semana pasada les contamos de las calenturas tempraneras rumbo al próximo piñatazo electoral y hasta el escritorio de nuestra reportera burócrata llegó el informe de que los trabajadores de base —los mismos que fueron echados a la calle por el decretazo— ahora son promotores “a producto de gallina” de la diputada, porque aseguran que gracias a ella la Primavera se dobló y recuperaron sus bases laborales.
Esta diputada se ha convertido en el ajonjolí de todos los moles, y quien no la conozca… que la compre.
Margarita no da paso sin huarache, y demasiado caro será el precio que tendrán que pagar los trabajadores de base por haber buscado su amparo.
La aspiración de A-Margarita es un chiste que se cuenta solo. Porque, si de candidatas hablamos, la pista ya está ocupada: Sofía Castro, Carmelita Ricárdez, la célebre abuelita de Latón, Perla Woorlich, Fátima García León y Mariana Benítez por Morena.

Y por el Verde, asoma nada menos que Raúl Bolaños Cacho Cué, quien —para acabarla de amolar— iría hasta en la cuota de mujeres, porque él sí es el verdadero error de la Matrix, según el AAA. Je, je, je.
Conste que ya les avisamos.

Por cierto… el chiste se cuenta solo. Ahí está la del Verde, pese a quien le pese… ¡Ups! AAA, te falló el amague tempranero.
En Oaxaca algunos todavía creen que la política se hace entre cuatro paredes, como si las reuniones de café pudieran cambiar el rumbo del estado. Viejos conocidos del sistema, exfuncionarios con cuentas pendientes y operadores que alguna vez tuvieron reflectores se juntaron hace unos días con un invitado de talla nacional. El objetivo era claro: mandar la señal de que aún tienen poder.
Pero la realidad fue otra. Ese tipo de encuentros carece de acuerdos reales y de consensos con quienes sí toman decisiones. Su discurso no aparece en la agenda pública, ni tiene eco en la ciudadanía.
Lo irónico es que el guion se repite: la política de cúpula fue la tumba del PRI, pero hay quienes insisten en exhumar el cadáver. Se quieren ver influyentes, pero parecen extras de una telenovela que ya no tiene rating.
Más que estrategia, lo ocurrido parece un intento desesperado de algunos por decir “miren, aquí sigo”. El detalle es que la política actual no se legitima en reuniones discretas, sino en la cercanía con la gente, en el debate público y en la capacidad de responder a los problemas sociales.
Lo más revelador fue el silencio posterior. Cuando uno cree que al menos presumirán la foto, ¡sorpresa! Ni tuits, ni retuits, ni stories. Nada. Ni el protagonista principal se dignó a darle “me gusta”. Nadie apostó por amplificar lo ocurrido.
Así que ya lo sabe, querido ciberlector: lo que vimos no fue un acto de poder, sino una reunión de morenistas fifís invisibles tratando de revivir el fantasma del viejo régimen. Y como todo fantasma… asusta poco y se esfuma rápido, porque en Oaxaca el poder verdadero no se proclama… se ejerce.
#SoloMuyProfesionales
Nuestro reportero Flechador del Sol, nos cuenta que en San Marcos Arteaga no manda la democracia: manda la familia.

Tras bloqueos, llantas ardiendo y un palacio municipal clausurado con candado ciudadano, el presidente Leonardo Villanueva Sánchez, finalmente pidió “permiso” por “cuestiones personales”. La verdad era otra: Un pueblo harto que lo acusa de opacidad, de manosear las cuentas públicas y, para colmo, de cargar con una denuncia por abuso sexual contra una trabajadora del ayuntamiento.
Pero la joya está en la salida. El alcalde no se va sin dejar su semilla bien sembrada: la encargada de despacho será su sobrina, Alenis González Villanueva, regidora de Obras. Un nepotismo tan descarado que hasta parece sacada del manual de la 4T.

Todo empezó el 14 de julio, cuando el pueblo le echó llave al Palacio Municipal, y dijo: “Aquí no entra nadie hasta que este señor dé la cara”. Llegaron entonces las famosas “mesas de diálogo”, organizadas por la Secretaría de Gobierno y sus Delegados de Paz. Entre ellos apareció Donato Vargas, coordinador estatal.
Los compromisos eran claros: Villanueva debía entregar por escrito su licencia de 60 días y nombrar a un encargado de despacho. Nada pasó. El lunes, cansados de la farsa, los inconformes bloquearon la carretera Huajuapan-Juxtlahuaca. Solo entonces, cuando ardieron las llantas y la paciencia se rompió, apareció Villanueva con su licencia en mano. Por la tarde, el cabildo sesionó y —como quien reparte herencia— nombró a la sobrina. Porque claro: si el pueblo pide transparencia, la mejor respuesta es encargarle el poder a la familia.

Los vecinos no se tragaron el cuento sin reclamar. Señalaron a las “coladas” del cabildo: Guadalupe Anselma Ponce Acevedo, acusada de usurpar el lugar que, aseguran, corresponde a Alejandra Cruz Espinoza; y Nancy Vidal Flores, esposa del presidente, que siendo presidenta del DIF se sentaba en las sesiones como si fuera autoridad, con voz y voto incluidos. El pueblo exigió lo obvio: respeto a los cargos legítimos y que nadie meta mano donde no le toca.
El mensaje fue directo: la síndica municipal, Maribel Aquino será la vigía del pueblo. Si el presidente, su esposa o cualquier aliado intentan mover los hilos desde la sombra, ella dará la voz de alarma. Y también dejaron la siguiente advertencia: si la sobrina se acomoda en el trono y se olvida de rendir cuentas, la gente volverá a las calles.
Esa noche, tras leer el documento firmado por Villanueva y encender neumáticos como recordatorio de que no se juega con la voluntad ciudadana, los inconformes entregaron el Palacio Municipal a resguardo de la síndica.
Así funciona la política en San Marcos Arteaga, dice nuestro reportero: un presidente acusado pide vacaciones de 60 días, la familia se reparte el botín, y el pueblo vigila desde la calle para que no les vuelvan a ver la cara.
Mientras tanto, el gobierno de Oaxaca se atreve a presumir “paz y gobernabilidad”, enviando como mediador a un funcionario acusado de violentador para resolver un conflicto nacido de la violencia de género.
Si eso no es cinismo institucional, ¿qué demonios es?
Nuestro reportero, el Flechador del Sol, nos trae —como cada semana— otra pieza jugosa de información. Y ojo: no es nada nuevo. Lo sabemos de memoria, porque las noticias se repiten una y otra vez. El presidente Chupón mantiene viva su vieja costumbre: la corrupción.
En esta administración municipal hay asuntos que prefieren barrer y esconder bajo la alfombra… como la basura.
Uno de los más espinosos: los préstamos millonarios que el ayuntamiento le ha entregado al SAPAHUA, el organismo encargado del agua en Huajuapan, dirigido por Alejandro Rosales Olmos.
Sólo entre 2022 y 2024, el SAPAHUA habría recibido más de doce millones de pesos de la Tesorería Municipal para “solventar gastos”.
El problema es que esos préstamos nunca pasaron por cabildo.
Y si pasaron, nadie recuerda… o, más bien, nadie quiere recordarlo.
El presidente municipal es el mismo de la administración pasada. Pero los regidores de entonces ya no están para dar explicaciones.
Y los de ahora… callan. Calladitos, se ven más bonitos.
Bueno, no todos.
Ahí sigue Leticia Méndez, alias “la Mata gatos”.Antes síndico municipal; hoy, comisaria del SAPAHUA.
Cuentan que guarda bajo llave documentos que prueban la existencia de esos préstamos irregulares: recibos, oficios, firmas… todo. Absolutamente todo. Incluidos los nombres de quienes los avalaron.
Y aquí viene el verdadero escándalo: entre esas firmas aparece la de Rolando Guerrero, administrador del SAPAHUA en el trienio anterior… y hoy, nada menos, tesorero municipal en la nueva administración del presidente Chupón.
¿Casualidad? ¿Premio? ¿Castigo? Suena más a complicidad que a continuidad.
Lo cierto es que, entre Alejandro Rosales Olmos y el Chupón, han tejido una red de conveniencias: préstamos aprobados sin cabildo y borrados de los informes oficiales. Ni una línea. Ni un rubro. Ni una nota al pie.
Mientras tanto, el pueblo de Huajuapan sigue en la ignorancia.
Porque nadie le informa.
Y Leticia, la “Mata gatos”, guardó esos papeles no para denunciar, sino para negociar.
De hecho, con la reciente designación de Andrés Álvarez Ibarrondo como presidente del comité municipal del PRI y con la detestable presencia de Leticia Méndez como secretaria del partido, queda claro: Andrés tiene un encargo casi imposible.
La militancia del PRI se ha ido, harta de personajes oportunistas como Leticia y su exesposo, Othón Sibaja Suárez.

Sibaja, un líder de papel, jamás defendió al partido. Al contrario: lo entregó en bandeja a la oposición, al PAN, al mismísimo padre del presidente Chupón, Luis de Guadalupe Martínez Ramírez.
Dejó un PRI partido, sin estructura, sin militantes… apenas un esqueleto.
Para que la militancia vuelva a creer, haría falta otra clase de dirigentes: gente reconocida por su transparencia, por su conducta en la sociedad. Personas que no carguen con la soberbia ni la prepotencia de la “Mata gatos”.
Porque, está claro, fue su exmarido quien presionó al CDE del PRI para colocarla en ese cargo.
En el SAPAHUA, donde ahora trabaja bajo el gobierno de Chupón, trata a los usuarios con la punta del pie cuando van a pedir agua o pipas para sus colonias.
Ahí, junto con Carmela Ávila, han hecho sufrir a cientos de vecinos con cobros indebidos por tomas y reconexiones.
Y como Alejandro Olmos brilla por su ausencia, estas dos mujeres hacen y deshacen dentro del organismo.
Un SAPAHUA que, además, arrastra un déficit enorme y préstamos de la Tesorería que nunca pasan por cabildo.
Y los regidores actuales… ¿qué hacen? Nada. Sólo miran y aplauden los actos de Chupón.
Al final, los documentos oficiales terminaron convertidos en fichas de trueque partidista.
Aquí, en Huajuapan, como bien dice nuestro reportero, no se gobierna: se chantajea.
El dinero del agua potable se evapora. Y la política… como el drenaje… sigue oliendo mal.

Hay instituciones donde la ley es apenas un decorado, y la ética, un fantasma sin oficina. Donde no mandan los reglamentos, sino los gritos, las facturas infladas y los favores personales. En lugar de una administración ordenada, lo que hay es una tragicomedia burocrática, una cadena de ausencias sospechosas, enredos interminables y pleitos de pasillo que —aunque parezcan chismes— revelan un patrón persistente: la impunidad como norma.
Eso es lo que ocurre en el Ayuntamiento de Huajuapan, el que encabeza el presidente conocido, entre dientes, como “el Chupón”.
La historia tiene protagonista: La Diva. Sí, con artículo y mayúscula. Así llaman —con una mezcla de miedo, sorna y resignación— a Yanelly Verónica Salazar Mejía, secretaria Particular del presidente municipal y personaje central de este teatro institucional que mezcla drama, comedia y algo de terror administrativo.
No es la primera vez que el reportero Flechador del Sol la expone. Y, francamente, parece que tampoco será la última.
El estilo de mando de La Diva no requiere estatutos ni estrategias: basta con gritar más fuerte que el resto. Sus armas favoritas son los berrinches, los portazos y una enfermiza necesidad de demostrar que manda, aunque sea a pulmón. Porque, en su mundo, el respeto no se gana: se impone a gritos.
En menos de un mes, acumuló enfrentamientos con al menos tres personas del equipo municipal. Primero con Chava, a quien, dicho sea de paso, muchos ven como el verdadero alcalde. Por eso le dicen, con no poca ironía, el presidentito. Luego vino el pleito estrella: La Diva peleó con el mismísimo presidente Chupón. Sí, leyó bien. Su egolatría la llevó a creerse por encima del propio alcalde. Y, viendo la fragilidad de este último, quizá no anda tan errada.
Tras el altercado, desapareció de su puesto sin dar explicaciones. Pero no se fue del todo. Desde su casa —o su tienda, según la versión— sigue firmando cheques y autorizando facturas. Como si ser funcionaria pública fuera un trabajo remoto, un “freelance con poder notarial”.
Nadie rinde cuentas. Nadie pregunta por qué sigue despachando desde la sombra. Y, por supuesto, nadie exige su regreso formal. En Huajuapan, la institucionalidad es opcional.
En los pasillos del Ayuntamiento ya hay apuestas: unos dicen que no vuelve, otros aseguran que el lunes el propio Chupón irá a rogarle hasta la puerta de su casa. Porque si algo queda claro es que, en este municipio, quien alza la voz tiene más poder que quien ostenta el cargo.
Y así, entre gritos, caprichos y firmas fantasmas, se administra el gobierno. Con una diva ausente, un presidente decorativo y una ciudadanía que, a fuerza de costumbre, ya no se indigna: solo observa, entre el asombro y la resignación.
Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector, la frase de la semana:
En política, la traición es un arte… y algunos son verdaderos artistas.












