Hoy la columna Lavadero Político está dedicada a su creador, al Dr. Roberto Molina, el analista político que puso a temblar a más de uno, siempre tan acertado y oportuno.
Amigos, equipo de trabajo, reporteros como El Come cuando hay, la reportera tricolor, la Pituifina, nuestra portera del amor, la Chiquillada, la “Polis Woman” y claro no pueden faltar los Troles y Babalucas, agradecemos el tiempo que estuviste presente en nuestras vidas y los conocimientos que nos compartiste.
De hoy en adelante honramos más tu legado, porque como un día bien lo dijiste “Esto no termina aquí”.
Conocí hace más de diez años al doctor Roberto Molina, y desde el primer momento me honró con una amistad desinteresada, sincera y solidaria. Platicábamos cotidianamente de todo y de nada. Hubo siempre respeto en los temas en los que coincidíamos, y también en los que no. Ese fue un valor que marcó nuestra amistad, que luego se nutrió de muchos momentos en los que demostró su empatía y solidaridad con los problemas de los demás y, en este caso, con los míos. Fue de esos amigos que siempre supo prestar ayuda y orientar frente a las adversidades. Así lo hizo siempre con muchas personas. No fui la excepción. Su último proyecto en Libertad Oaxaca, lo hicimos en conjunto. Nunca cedió en remarcar las recomendaciones y las advertencias para todos, sobre los riesgos relacionados con esta enfermedad, y los cuidados que había que tener para evitarla. En lo personal, pierdo a un amigo entrañable a quien, independientemente de las coincidencias y las discrepancias propias del ejercicio periodístico, siempre conté entre mis afectos y entre las personas a las que se les debía llamar ya fuera para las buenas, y también para las malas. Era alguien que sabía escuchar, y que siempre tenía un minuto más, para escuchar a sus amigos. Por eso, si hubiera que definir su sentido de la amistad, éste sería el de la solidaridad. Así fue siempre, y por eso somos muchos a los que hoy nos invade la tristeza y el dolor por su partida prematura.
Nos quedamos con el recuerdo de todos los buenos momentos, y sobre todo con la enseñanza de cómo ser un buen amigo. Desde el primer momento él lo fue conmigo y con muchísimas personas, y una modesta forma de honrar su memoria será tratar de ser igual de cálido, humano y solidario como él supo serlo siempre.
Los que seguimos aquí, tenemos ahora que lidiar con esta tristeza, que es enorme. Pero en lo particular, tengo la satisfacción de que honramos siempre nuestra amistad con cercanía, afecto y respeto.
Hasta siempre, carnalito.
A Roberto Molina le gustaba la polémica. Le gustaba confrontar. Si. Y lo hacía muy bien porque tenía ideas, tenía argumentos y la suficiente buena educación para saber escuchar y rebatir; para llegar a conclusiones valiosas y todos contentos y enriquecidos con el diálogo que sabía propiciar.
Era un doctor apegado a su vocación humanista que se rendía a su otra vocación: el periodismo. Inquieto en ambas sabía darle su lugar a cada una de ellas.
No. No era la perfección humana hecha realidad, pero precisamente en eso radicaba su humanismo: sabía entenderse en sus cualidades y defectos y quienes convivíamos con él en lo profesional lo valorábamos y nos entregábamos a sus ritmos y a sus ideas para enterarnos y para ser fieles a la verdad.
Nos sonreía con afecto fraterno y su saludo era cordial y de bienvenida: siempre. Irónico encontraba la cuerda floja de su interlocutor para seguir el hilo y construir amistades que nacían como si nada, como si el agua que corre en los manantiales de nuestro Oaxaca.
Eso era Roberto, un manantial de amistad, de cordialidad, de bonhomía y de inteligencia puesta a disposición de sus ideales, algunos de ellos: la justicia; la democracia; la verdad. Un abrazo, mi querido Roberto.
A Roberto Molina;
Como suelen ser las mejores cosas en la vida, sin buscarlas ni forzarlas, tuve el privilegio de construir una profunda amistad contigo.
Entristecido te escribo estas líneas. Conmovido por tu ausencia y la impotencia de saber que no te veré más, aunque por ratos alcanzo un poco de consuelo en la añoranza: de aquellas ágiles pláticas, de nuestra gran identificación, de los muchos códigos que compartíamos, de esa casi automática complicidad que nunca requirió mayor fórmula que la empatía. Y por sobre todas las cosas, del particular cariño y respeto de hermanos que nos profesábamos.
Hermanito, así como en su momento el periodismo, la política y nuestras pícaras vivencias nos unían. Hoy no me queda más que enlazarme contigo a través de los recuerdos y honrar tu vida luchando por esos nobles planes que teníamos.
¡Te extraño!
Es muy difícil hablar en estos casos, sobre todo si se trata de un ser querido.
Los amigos como Roberto Molina, se valoran por su lealtad, cariño y sinceridad. Fue también el amigo a quien se le agradece por haber estado en nuestra vida.
Y que ahora la disfrutaré en su honor, pues en mi pensamiento y en mi corazón vivirá por siempre.
“Repórtense babalucas, no se mandan solos…” solo puedo decir, Gracias Doctor.
Gracias por confiar en mi en estos 15 años.
Gracias por estar en cada momento que lo necesité, la vida no me alcanzará para terminar de agradecerte…
Todos los días a mi mente vienen los buenos recuerdos, y cuando la tristeza me traiciona, me acuerdo de aquella plática que tuvimos tres días después de que murió mi hermanito, muy a tu estilo me hiciste recordar todos los momentos hermosos, luego me llevaste al llanto, me dijiste –“llora todo lo que tengas que llorar”-, pasó un rato y cuando me calmé, me viste fijamente y dijiste, -“ahora Janet limpia tus lágrimas y recuerda con alegría al nene (como tu le decías a Alex), él ya descansa en paz, Dios te lo prestó por muchos años”-.
Y ahora a ti también te toca descansar en paz.
Siempre te caracterizaste por ser un hombre de lucha, de trabajo constante, un ser humano bueno que siempre estaba dispuesto a ayudar, a salvar vidas, una persona que supo superar las adversidades.
Mi admiración, agradecimiento, cariño y respeto por siempre médico de cuerpo y almas con el ADN cubierto de mole y chocolate.
Hasta siempre.
Son días de gran ausencia y tristeza, pero sé que el amor vence a la muerte porque es más fuerte, confío en que nos volveremos a ver mi querido “jefe”, mi querido Doc, mi querido médico de cuerpos y almas, gracias por mucho, gracias por todo Roberto Molina. Aquí, seguiremos con tu legado. Abrazos hasta donde estés.
Para mí el Doctor fue como un padre siempre ante cualquier problema recorría a él .
Aún que era el hijo menor de seis hermanos tenía el liderazgo de la familia.
Su última frase que dijo a su madre fue, -“mamá quiero que sepas que tuviste un hijo muy chingón que todo cuanto quiso y se propuso en la vida lo he logrado, no me quedé con ganas de nada, estate tranquila”-. Hace poco una persona me dijo que él venía de abajo admirado de lo lejos que llegó y le afirmé solo con la cabeza pues tenía mucha razón.
Como olvidar aquellos momentos en los que todo parecía no tener rumbo, días en los que el caos imperaba en casi todo Oaxaca, menos en Santa Cruz Xoxocotlán, en donde “éramos amos y señores”, le decía, y en efecto; por aquellos años lo conocí, cuando las cosas comenzaban a cambiar en Xoxo, pero que sin embargo no se pudo lograr más, por la ambición desmedida y la ansiedad de poder de sus adversarios y de quien en aquellos días gobernaba. Desde las primeras palabras que cruzamos, comenzamos a planear cosas, estrategias, métodos para decir lo que muchos no se atrevían; algunos de los primeros esfuerzos fueron casi un churro, pero siempre se alcanzaban los objetivos, ¡evidentemente con el paso de los años mejoramos la fórmula! Libertad-Oaxaca.info se convirtió en el medio digital más vanguardista, propositivo y con propuestas novedosas, copiadas baratamente por muchos y mejoradas también por otros (que si tenían má$$ presupuesto), sin embargo nada nos limitaba, comenzamos así las video-columnas, que por aquellos años eran algo totalmente nuevo y muy atrevido, a nivel nacional uno que otro medio o periodista comenzaba tímidamente a hacerlas, en Oaxaca ya teníamos nuestro público cautivo esperando el siguiente material. Los años transcurrieron y el Portal se convirtió en un medio de comunicación con una programación extensa para radio, televisión y claro la web, algo nada fácil de lograr, pero que gracias a un gran equipo encabezado por Roberto Molina fue posible. Hoy que ya no está, sólo nos queda continuar su legado y recordarle a los “troles y babalucas”, que, si creían haberla librado y que por fin se escaparían, mejor váyanle rezando al Santo Niño de Atocha o a su santito más dadivoso o de plano a su curandero más efectivo, porque se aproxima el Lavadero Re-load. ¡agárrense!
Estos fríos días de noviembre me recuerdan lo frágil y diminuta que es la vida, lo fugas y momentánea la presencia, y repentina y dolorosa la pérdida de un ser querido, que inevitablemente me hace llorar, entristecer y recordar los momentos que marcaron mi vida con su amistad.
Esta amistad, que se forjó a través del tiempo, que me dio felicidad y momentos especiales, seguirán presentes el resto de mi vida porque fuiste un gran amigo, que estuviste presente en momentos difíciles, dándome consejos, brindándome tu mano y apoyo incondicional.
Los recuerdos y pensamientos de tu presencia se quedan anclados para siempre en mi corazón, estarán presentes como las mariposas en la primavera, las estrellas en el anochecer y las nubes en el cielo.
Descansa en paz querido amigo Roberto Molina.
A mi querido amigo, el Doc Molina.
Al acabar de grabar el programa, nos invitabas a todos a la mesa y cenábamos como familia. La mesa completa platicaba lo ocurrido en la semana, temas trascendentes y algunos otros sin relevancia, nos presentabas entre todos y todas como amigos, cada semana había un invitado diferente. En esa mesa de los viernes en la noche querido Doc, surgieron verdaderas amistades, fuertes alianzas, gracias a tu introducción y a la confianza que nos generaba el que tú fueras el anfitrión.
“Hermano ya te cuento. Te mando un abrazo con mucho cariño”. Es el último mensaje que me escribiste, aun faltó mucho que me contaras. Sin embargo, tus consejos, tu respeto, el ánimo brindado, tu claridad al transmitir el mensaje y la atención que nos otorgaste, es mucho más de lo que podemos esperar de un gran amigo que quiere con el alma.
Querido Doc, en la vida de muchos de nosotros, te caracterizaste por ser una de esas personas que estuvo presente en momentos de gran preocupación y a la vez en momentos de gran felicidad. Contigo no había medias tintas, celebraste nuestra felicidad y también compartiste nuestra angustia. Demostraste Doc en los hechos lo que es el afecto y la solidaridad. Generoso como te caracterizaste siempre, hacías tiempo para el consejo objetivo, acudías al llamado de urgencia, reiterando siempre el oficio de ser libre y las ganas de seguir adelante.
Celebro tu felicidad y tu vida querido Doc, muchas gracias por acompañarme en este recorrido. Con cariño, Ray.
Cultivé con el Doctor Roberto Molina una amistad. No solo porque compartíamos intereses en común, sino porque nos unía un vínculo natural, cierta nobleza y asombro ante los sucesos que transforman la vida de nuestro querido Oaxaca. Por ello podíamos hablar por teléfono o en persona sin que el tiempo fuera una restricción para ambos. Admiré su agudeza para entender el proceso político de Oaxaca, no de ahora, sino de décadas; pero también su vocación por renovar el periodismo oaxaqueño, por abrir espacios a la opinión y ser generador de debate con un estilo particular. El Doctor era un apasionado de la política probablemente porque había encontrado en ella una vocación de servicio equivalente a la medicina en su sentido más profundo; por eso esta pasión derivaba no de cuanto la política tiene de conflicto, sino de cuanto constituye una manera de resolver los problemas públicos, como lo demostró en su paso por el Honorable Ayuntamiento de Xoxocotlán. Esta convicción no lo abandonó con el paso de los años, yo diría que definió un carácter: el de quien se asume político con la fuerza de los argumentos al frente del proyecto editorial de Libertad Oaxaca, que en su origen y destino se propuso digital, entendiendo bien los nuevos tiempos para comunicar. Por todo lo anterior, pero también agradecido porque me abrió un espacio para la publicación de mi columna semanal, escribo estas líneas. Como decía Voltaire: “Solo entre gente de bien puede existir la amistad, ya que la gente perversa solo tienen cómplices; la gente voluptuosa tiene compañeros de vicios; la gente interesada, tiene socios; la gente política, tiene partidarios; la gente de la realeza tiene cortesanos; únicamente la gente honrada tienen amigos”.
Hasta el cielo Doc, te reitero esta sincera amistad nuestra.
Francisco Ángel Maldonado Martínez
Sin duda Roberto Molina partió pronto, más pronto de lo que todos siquiera imaginábamos; y con su partida dejó en muchos un sentimiento de nostalgia, incredulidad, tristeza, pero sobre todo de reflexión. Su partida no es un número más en la estadística de esta pandemia, su partida es una sacudida de lo terriblemente real que es este virus, lo advirtió de mil maneras y reportaba día con día como avanzaba esta curva de contagios que desde hace varios meses y miles de muertos el Gobierno Federal está “domando”.
Roberto Molina siempre fue, entonces, un agorero de buenas y malas noticias. Lavadero político se convirtió en lectura obligada hasta para quienes decían que carecía de seriedad, todos esperaban su publicación los domingos, muchas veces leí cosas con las que discrepaba o que sentía que eran un mensaje, inmediatamente le marcaba y al contestar su celular me decía “Tu Aguanta”, y así era, aguantaba.
Tengo muchas cosas que contar, tantas y tantas cosas que viví con él. Tuve la gran oportunidad de aterrizar en las plataformas de -Libertad Oaxaca- el proyecto de
“Música, amigos y son”, no sé si fue exitoso, no sé si era realmente visto, no sé siquiera si yo lo hacía bien o mal; pero cómo nos divertíamos. Bastó con comentarle en el celular la idea para que en 10 minutos me devolviera la llamada y me convocara ese mismo viernes para arrancar con el proyecto.
Los viernes en la tarde nos disponíamos a pasar un buen momento con música, comida, risas, mezcal y mucha fraternidad. A todo el equipo de Libertad Oaxaca, a nuestros amigos de Ancestral, a Ray Chagoya y Expendio tradición, a todos los que se sumaron a este proyecto; les mando un fuerte y fraternal abrazo porque somos parte de una familia que está de luto. Descansa en Paz querido Doctor Roberto Molina, nosotros aguantamos.
Hay una coincidencia entre el periodismo, la medicina y la política: Para ejercerlo hay que ser ante todo, buena persona.
De los días más tristes en esta semana fue el anuncio de tu partida, muchas oraciones fueron alzadas con la esperanza de volver a verte, pero Dios tuvo la última palabra, te extrañaremos abrazo al cielo querido amigo Dr. Roberto Molina.
Privilegio
Recordar a Roberto Molina es sinónimo de remembranzas estupendas en todo sentido. Y se vuelve importante, además, porque ayer sábado 07 de noviembre hubiera sido su cumpleaños, un día que, en circunstancias normales seguramente hubiéramos celebrado con bombo y platillo. Pero no contábamos con este contexto y menos, con que nos hubiera dejado tan pronto. Como ya he escrito antes, su partida me ha dejado con un sinsabor enorme y con una tristeza incomparable al saber que ya no veré más al amigo, al camarada, al “carnalito”, al creativo, a quien siempre estuvo cuando muchos ya no estaban y quien abría muchas puertas, fuera la circunstancia que fuera. Sí, así era Molina; siempre dispuesto a estar con los amigos fuera como fuera.
Qué privilegio ha sido el haberlo contado entre mis amigos cercanos y coincidir con él no solo en el plano laboral, sino en el personal. Con el corazón y el ánimo aún reponiéndose del golpe que significa la partida de mi amigo, le rindo homenaje rememorando los momentos donde la felicidad, las risas, la música y demás amigos estábamos gozando de aquellas estupendas noches bohemias. Con ese recuerdo quiero quedarme, en donde vitoreábamos lo bueno que la vida nos había puesto en ese momento, siendo la amistad una de ellas. Te voy a extrañar y mucho, amigo. ¡Hasta pronto, querido Molina!
Retomo mi gusto por escribir en un momento de profunda tristeza. La primera vez que publiqué “A la Mitad del café”, lo hice impulsada por un gran amigo que hoy ya no está conmigo, incluso, él mismo me invitó a publicarla en su medio.
Me refiero al médico de cuerpo y almas, Roberto Molina Hernández, que estoy segura que desde donde está, buscará la manera de jalarme las orejas, como lo hacía cuando me percibía triste, con temor o preocupada.
Roberto fue, sin lugar a dudas, un cómplice, hermano y confidente de sus amigos, a quienes lejos de presumir en lo público, los tenía muy cerca de su corazón.
Humano, cálido y simpático, así era Roberto; el teléfono podía sonar a horas inesperadas para contarme un chiste porque no podía dormir, o porque no tuvo tiempo en el día para comentarme algo o de plano regañarme. No sé con cuantos lo hacía , pero estoy segura que no fui la única, de eso dan cuenta los numerosos mensajes de dolor y afecto que hoy se leen en las redes tras su partida.
En ocasiones la vida nos coloca en condiciones extremas, unas veces nos brinda felicidad, satisfacciones, el gusto de convivir con nuestros afectos. En otras nos coloca frente a la adversidad, ante el dolor que nos hace recordar la fragilidad humana.
Los actuales han sido tiempos complejos, han puesto a prueba nuestro carácter para mantener el espíritu en positivo cuando vemos partir a seres con los que convivimos, reímos, discutimos, planeamos, compartimos utopías.
Roberto Molina, irreverente, irónico, de nobleza probada y lealtad absoluta hasta con sus adversarios. Doctor por vocación, político por formación, periodista y soñador por naturaleza.
Partió el amigo, o mejor dicho se nos adelantó en el tránsito a la eternidad, sin duda ya lo extrañamos nos brinda ánimo el saber que …..
¡MÁS TEMPRANO QUE TARDE VOLVEREMOS A ABRAZARNOS !
La consecuencia del dolor, amigo doctor, es el efecto de tu ausencia.
Desde que te fuiste, me han dicho los amigos, que el dolor por ti les aplasta el pecho, les araña las vísceras y el corazón. La mayoría de ellos me ha dicho, que hoy, más que en otras ocasiones, han salido a la calle a pesar de la pandemia. En realidad, lo que hacen, y creo que me incluyo, es que buscamos alejarnos de ese silencio que agiganta el dolor.
La verdad, doctor, nos duele mucho conocer un vivo menos.
Me duele mucho borrar tu número de teléfono, tu cuenta de Twitter y de Facebook, ya que cada vez que te me cruces en las redes, como sucedió ayer que fue tu cumpleaños y te mandaron felicitaciones hasta el cielo, me van a dar ganas de llamarte otra vez, y entonces, debo recordarme a mí mismo que ya no puedo hacerlo.
Una de las cosas que más rápido olvida el hombre, es la voz. Con el tiempo el timbre de esa persona se va difuminando hasta que ya no se puede escucharlo en la mente. En cambio, una fotografía conserva para siempre el mismo rostro. La foto es terriblemente engañosa: se captura en un segundo, y ahí te quedas perpetuamente quieto.
Sé que el libro que hice para ti, fue un simple trabajo que no eres tú. Tú fuiste mucho más que eso, porque estabas acostumbrado a vivir y a hacer todo lo que te proponías, y nunca le ponías fronteras a nada.
Desgraciadamente la frontera te alcanzó. A veces pienso que las hojas de los árboles tienen que ver mucho con el calendario, pues ambos se deshojan, entonces todos somos árboles de los calendarios. Creo que esa es la medida de nuestra duración.
Durar es que lata nuestro corazón, que parpadeen nuestros ojos, que circule la sangre por nuestras venas, y que camine el tiempo por nuestros costados.
Ahora que te has ido, doctor Molina, no sé cómo decirle a los demás que fuiste mi jefe y amigo. Viudo se llama el que ha perdido a su esposa. Huérfano al que ha perdido un padre; entonces, ¿cómo se le llama al que pierde un amigo?
No hay palabras para la despedida de un gran amigo que conocí hace 15 años en el que inicié en los medios de comunicación, formando parte, años después, de su proyecto de Viral Noticias. Gracias por todo el apoyo doctor Molina, desde aquí seguiré sus consejos y recomendaciones como médico de cuerpos y almas que era. Quedaron pendiente esos mezcales mi Doc. Descanse en Paz.
Mi estimado Dr. Molina el día que tu naciste nacieron tres bellas flores! Nació la luz la luna y nacieron las estrellas! Luz y fortalece en tu camino a la eternidad! Hermano! Estoy seguro que nos volveremos a juntar y seguiremos haciendo “travesuras” en la política!
Roberto Molina siempre se distinguió por su entrega absoluta a todo lo que lo rodeaba; en lo personal y en lo profesional.
Extraordinario amigo. Hombre comprometido y apasionado de la medicina.
Siempre amable y generoso con sus pacientes.
La política, fue pasión intensa que en todo momento abordó con su sinceridad característica y lenguaje directo.
Para quienes lo conocimos, siempre lo recordaremos con gratitud e inmenso afecto.
Mi estimado Doctor Roberto Molina, gracias por todas tus enseñanzas y mil gracias por tu amistad, estuviste presente en todos mis proyectos, siempre respaldándome como un hermano, porque eso éramos mi Betín, me dejas con un gran dolor por tu partida y un hueco inmenso, pero como siempre me decías, ante la adversidad, tenemos que seguir de pie.
Siempre estarás presente y vivirás en mis recuerdos mi estimado maestro, jefe y amigo, tu carnalito chuchito como me decías.
Jesús Loaeza.
Me quedo con los buenos momentos y con su ejemplo de salir adelante a pesar de las carencias y adversidades, él siempre perseverante.
Se le va a extrañar mucho…
Marcos Cortés
Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector:
No te confíes, el legado continúa…