Lavadero Político 07/09/25

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termometro2Entre pizarrones, marcadores secos y risas grabadas, nuestra reportera catedrática nos informa que el nuevo decreto del SUNEO ha dejado a más de uno con la libreta en blanco y el lápiz mordido. Porque mientras todos hacen ruido con el cuento de “quién nombra al Rector”, el verdadero examen sorpresa está en otra página: quién manda ahora sobre la vida académica y con qué mañas se metió el gobierno primaveral a la Junta de Gobierno.


El contexto histórico: así nació el SUNEO

Estimado lector, como dicta el manualito para consumar las fechorías de la Primavera Oaxaqueña, el pasado viernes sucedió un acontecimiento de gran importancia del que pocos se enteraron. Un nuevo “decretazo”, publicado el 29 de agosto pero ventilado hasta el 5 de septiembre, trastoca una de las pocas cosas que habían funcionado por muchos años y que daban resultados tangibles en educación, ciencia y tecnología en Oaxaca.


Recordemos que el grado promedio de escolaridad de nuestro pueblo bueno y sabio es menor a ocho años —es decir, secundaria trunca—. En ese escenario nació el Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca (SUNEO), creado en 1988 por el doctor Modesto Seara Vásquez, a petición de su pupilo, el entonces gobernador Heladio Ramírez López. La primera piedra fue la Universidad Tecnológica de la Mixteca en Huajuapan, sin que nadie dimensionara el alcance de este “nuevo modelo de universidad” en un estado marcado por la precariedad y el olvido.


El SUNEO fue concebido para descentralizar la educación superior, servir como instrumento cultural de transformación social y garantizar instituciones de alto rendimiento. Su impacto es innegable: hoy absorbe más del 30% de la oferta educativa pública en siete regiones, y a nivel posgrado concentra dos tercios de la matrícula en sus diez universidades y diecinueve campus.


El valor del SUNEO está en su infraestructura y capital humano: 31 institutos de investigación, 200 laboratorios, 30 talleres, divisiones de posgrado en seis campus, un centro de modelación matemática, bibliotecas, parques tecnológicos y estaciones de monitoreo. Una obra que tardó décadas en construirse… y que ahora un decretazo pretende manosear.


El debate falso

Para que no nos den gato por liebre: desde sus decretos originales siempre fue el gobernador quien nombraba y removía rectores. Así lo señala el decreto de la UTM en 1990 y el de la UNCA en 2006 (artículo 12: “El Rector será nombrado y removido por el Gobernador del Estado”). El ruido de hoy sobre “quién elige al Rector” es puro distractor.


El verdadero cambio: la Junta de Gobierno

El paquete legal publicado en el Periódico Oficial (Tomo CVII) trae la pólvora. Para universidades como UNPA, UTM, UNSIJ, UNSIS y NovaUniversitas, el cambio es drástico: ahora los órganos de gobierno se reducen a dos —Rectoría y Junta de Gobierno— y el artículo 9 lo deja claro: la Junta será la MÁXIMA AUTORIDAD.


¿Y quién integra esa Junta?

Abroche su cinturón: la preside la Secretaría de Educación estatal (Delfina Guzmán), la Secretaría Técnica la lleva la Rectoría pero sin voto; como vocales participan Finanzas, Mujeres, Fomento Agroalimentario, Desarrollo Económico, Cultura (Flavio Sosa, el Sembrador de la Discordia), Interculturalidad, COECYT y dos representantes federales designados por la SEP. Además, la Comisaría de Honestidad asiste, pero sin voto.El nuevo decreto, querido ciberlector, es una puntada más de estos funcionarios que quieren reinventar todo porque a ellos no se les ocurre nada nuevo. Y como si no bastara, nos seguirán repitiendo el estribillo de que “están haciendo lo que nunca se había hecho”. Lo cierto es que la iniciativa de la Primavera Oaxaqueña integra una Junta de Gobierno mañosamente diseñada para que los funcionarios primaverales puedan meter sus corruptas manos y disponer a sus anchas lo que quieran y cuando quieran.

Y para rematar el teatro, apenas le conceden un voto simbólico a los recién nombrados rectores en las decisiones trascendentales de sus universidades. El artículo 17 lo dice textual, y el artículo 18 enumera dientes operativos.


Los transitorios confirman la prisa: 30 días para instalar Juntas y 90 para reestructurar reglamentos. Implementación exprés, como quien cambia la boleta en medio del examen.

Por cierto, estimado ciberlector: brilla por su ausencia en la Junta la famosa “madre Teresa de la Costa”, egresada de la UMAR. Y eso que ahí está la licenciatura en Turismo. ¿Descuidito administrativo o mensaje cifrado desde la gubernatura?


La maña en el diseño

La verdadera jugada está en la desaparición del Consejo Académico como contrapeso. Antes opinaba sobre planes de estudio y decisiones centrales; ahora la Junta concentra todo el poder. Es, simple y llanamente, la politización de la academia.

El manualito primaveral dice que es “acto de justicia social para no dejar a nadie atrás ni fuera”. En realidad es darles un solo voto a rectores y meter con maña a funcionarios sin trayectoria educativa. Más de un funcionario de medio pelo ya se frota las manos y saliva esperando que le caiga un hueso universitario.

No nos engañemos: el SUNEO ya lo ven como botín político. No importa que sea una de las pocas instituciones que Oaxaca podía presumir en el país; lo que pesa son sus presupuestos, su infraestructura y su prestigio. Y donde hay botín, hay rapiña.

De ahí que no sorprenda el rechazo de la UNSIS en Miahuatlán, que el 5 de septiembre denunció un decreto que prevé “poder absoluto” y amagó con paros.


Ni la renuncia de la rectora María de los Ángeles Peralta Arias, presentada el 4 de septiembre, en medio de protestas y de la amenaza de quedar como ejecutora sin margen académico.


Estimado ciberlector, el SUNEO no nació para ser un botín ni un tablero de cuotas políticas: nació para romper el círculo de ignorancia en Oaxaca. Si lo convierten en feria de huesos, estarán hipotecando no solo la educación, sino el futuro de generaciones enteras. Y ese, estimado ciberlector, no es un error: es un crimen contra el porvenir del estado.


Al tiempo…

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Nuestra reportera siempre estirada y adicta al bótox nos confiesa que quien volvió a arrancar con el pie izquierdo frente a la nueva presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, Érika Rodríguez, fue nada menos que el ya conocido Magistrado Pestañas. Y es que su sangre pesada y sus jugadas chuecas por seguir empeñado en ser presidente del Tribunal lo tienen cada vez más enredado y, sobre todo, mal parado.

Resulta y resalta que no lo invitaron a la Ciudad de México a la toma de protesta del presidente de la Suprema Corte. A diferencia de los demás magistrados que viajaron en grupo, él tuvo que ir solito, sacarse la foto y presumirla como si fuera invitado especial. Después dicen que corrió a querer venderle humo a Hugo Aguilar: que si presencia en medios nacionales, que si encuestas patito, que si es “amigo de los periodistas nacionales más picudo”… y no dude que ofreció patrocinar entrevistas para verse cercano al proyecto.

Pero esos trucos ya están más vistos que las ofertas del Buen Fin. A los morenos los puede emocionar la selfie momentánea, pero al rato lo chamaquean y no lo vuelven a recibir. Porque, estimado ciberlector, sus intenciones son más obvias que su rizado de pestaña y su planchado de cejas: usar a los chairos para sus fines, pensando que con atole con el dedo y unos baños de capitalismo los puede envolver. Ya debería saber que, no funciona.

De su ausencia en el izamiento de bandera, mejor ni hablemos: en un tribunal donde cada gesto cuenta, esa falta pesa más que un expediente extraviado. Y a este paso, todo parece indicar que los días del Magistrado Pestañas ya están en cuenta regresiva, así que será mejor que se prepare para sudar con intensidad.

Dicen las lenguas viperinas de doble filo que por más pestañeo, selfies o padrinazgos de ocasión, el magistrado tendrá que asumir que la presidencia del Tribunal no se gana en la cabina de maquillaje, sino en la arena política real. Y ahí, ciberlector, no basta con pestañar: hay que ver de frente… y sin parpadear.

Por cierto, quién será el Togano que ya aplicó la máxima de: “Muera el Rey, Viva el Rey”… la otra semana les contamos a detalle. Compre palomitas con mucho chilito y su respectiva coquita.

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A quién no le calienta ni el sol es a nuestra reportera vendedora de calzado por catálogo, debido a las recientes declaraciones que hizo Adelfo Hugo Regino Ortiz… ¡¡Ups!! Perdón, Hugo Aguilar Ortiz, presidente de la SCJN, sobre los señalamientos al uso de su calzado de marca Ferragamo, y quien rotundamente ha negado que sus zapatos sean de los que utilizan los fifís.

Al grito de: “Mis zapatitos son de 500 pesitos, de la marca Flexi… pero creo que traen ahí un fierro arriba que es el mismo que trae el de aquella marca”, dejó a más de uno rascándose la cabeza. Además, no hay zapatos de esa marca en esa cantidad.


Nuestra reportera jura y perjura que el originario de la Mixteca miente con todos sus dientes, y le apuesta doble contra sencillo a que ese herraje que se muestra en su calzado no es de Flexi.

No mentir, no robar, no… bla, bla, bla.

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Nuestro reportero, el “Operador del Caos”, se puso a trabajar con lupa, casco y extintor. Tal como lo prometimos la semana pasada, aquí van más detalles —con sustento y sin incienso— de cómo operan los tentáculos del “Yo-Mero”, alias el incendiario de la paz, perdón, el secretario de Gobierno de Oaxaca, Jesús Romero López. Desde que se subió al ladrillo de la gobernabilidad, se mareó con vista a Palacio y empezó a abrir frentes como si la política interna fuera piñata de Guelaguetza: programas “por la paz”, brigadas, héroes, delegados y conferencias los jueves… todo un ecosistema construido alrededor de su figura pública.

Para entender el método “Yo-Mero” hay que empezar por su credo: el Programa de Paz con Justicia y Bienestar y su eje más mediático, “Hablamos no bloqueamos”. En papel, es una arquitectura de diálogo con delegados y agentes de paz desplegados por distritos y regiones; en cámara, es un libreto que repite que bajaron bloqueos y que el gobierno “escucha”. La historia oficial existe, firmada, sellada y videograbada. Otra cosa es qué tan fino funciona en campo y cuánto de paz es propaganda.


De ese tronco salieron ramas con nombres pensados para la selfie: “Encuentra a tu Héroe Interior”, “Agentes de Paz”, jornadas juveniles y delegados con chaleco que prometen mediación exprés. En foros, redes y boletines, la Secretaría presume el reclutamiento de juventudes y agentes “a territorio”. Es una cantera política de alto octanaje: organización, base social y visibilidad para quien la coordina, y no es el gobernador.

El arranque del sexenio dejó una postal que muchos aplaudieron: el retiro de los grupos triquis de los arcos de Palacio, luego de años de ocupación en el Zócalo. Hubo partes oficiales que hablaron de “apego a derechos humanos” y notas que documentaron el desalojo. Fue la primera exhibición de músculo: una señal de “aquí manda el orden”, útil para posicionar tanto al gobernador Salomón Jara como al secretario Romero, ese era el caminito.

El problema vino después: la región siguió sangrando y el expediente Triqui volvió a las planas rojas. El “Yo-Mero” se distrajo en sus aspiraciones tempranas, en mover sus fichas internas y eliminar a las que le estorbaban, creyendo que la postal del 2 de diciembre alcanzaba para pacificar diez años de agravios.


A la par, Romero se reservó un escenario semanal: la conferencia del gabinete de seguridad de los jueves. No es un detalle menor. En la liturgia de la seguridad pública quien debería encabezar es el secretario del ramo; en Oaxaca lo hace con frecuencia el de Gobierno, mientras el titular de la SSPC —el capitán de navío Iván García Álvarez— aporta partes y cifras. La centralidad del “Yo-Mero” en ese podio no es accidente: es branding. El problema de exponerse cada semana es que los tropiezos pesan más que los aciertos, sobre todo cuando se improvisa.

Y claro, tanta exposición pasa factura: el 17 de julio, en plena conferencia, se le ocurrió descalificar a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca —encabezada por Elizabeth Lara Rodríguez— con comentarios que fueron leídos como violencia política de género. No cabe duda que esa conferencia de prensa que usa como reflector es una bomba de tiempo, sobre todo porque ahí erosiona la gobernabilidad que dice defender.


Estimado ciberlector, cuando el “Yo-Mero” presume paz, en realidad habla de una red de operadores que ha ido sembrando en dependencias clave. En el SESESP, Karina Barón Ortiz manejaba a placer el programa MUCPAZ, esas famosas “Redes de Mujeres Constructoras de Paz”. El gobernador, cansado del simulacro, se lo arrebató y lo mandó a la Secretaría de las Mujeres. A Romero le dolió porque era un brazo con padrones listos para el brinco electoral. Desde entonces, ambas dependencias juegan con el mismo balón: cursos exprés, fotos bonitas y cero resultados en la cancha. Karina, por cierto, se aferra al control porque ese padrón de mujeres le sirve como trampolín político.


La Costa tiene su propio altar: el Instituto Catastral bajo Gilberto Melo Guzmán y Monserrat Romero López. En papel hacen avalúos y mapas, en la práctica mueven llaves políticas que valen oro: traban o destraban territorios, para fortalecer la plataforma política de “Yo-Mero”.


Otro brazo es la subsecretaria de Tequio e Inclusión para el Bienestar, Fernanda Schmidt Ruiz, quien convirtió los “mega tequios” en maquinaria territorial: licitaciones millonarias en brochas y pintura mientras las dependencias cargan con sus propias herramientas (pero esa historia y negocio ya se los contaremos más adelante). Aquí la lectura política es que cada tequio también “mapea” bases de datos.


En reinserción social, el “Yo-Mero” halló otra cantera. Con Roberto Claudio Castillo usa el pretexto de la seguridad para organizar tequios “preventivos”, siempre en tándem con Schmidt. Lo que debería ser reinserción de internos o prevención comunitaria se volvió reinserción de cuadros y prevención de perder base territorial.

Y aquí se toca un punto fino: mientras el gobernador Salomón Jara construye su andamiaje con referentes territoriales y la línea clara de que todo el trabajo debe reportarse al partido —es decir, que la operación se centraliza y se contabiliza en la sede de Morena—, Romero juega otra liga. Con sus “estructuras de paz”, el secretario no reporta sistemáticamente al partido; cuando lo hace, es a cuentagotas, casi como quien pasa lista de mala gana. Y ya sabemos, estimado ciberlector, que cuando dos ruedas giran en sentidos distintos, lo que se tritura es la gobernabilidad.


Aquí entra la farsa tropical: hay quien lo vende como el “Bukele oaxaqueño”, por la barba recortada y la narrativa de orden. Pero no nos engañemos: Bukele levantó cárceles gigantes y un régimen de excepción con denuncias internacionales. Oaxaca no está para cosplay centroamericano. Quiza lo que Romero intenta es copiar la estética sin pagar el costo.

Hay que decirle que en Oaxaca nadie lo ve como el “Bukele oaxaqueño”, más bien lo ven como el “Chucky Romero”. La historia se repite, quien abre los tentáculos, nunca llega a ser titular del ejecutivo.
Dicen que si sigue en este acelere, pronto lo apodarán el “Niñito Dios de la política interna”, por aquello de que todos lo cargan, pero nadie lo ve crecer je, je, je, (que manchados). Y si de verdad quiere pasar a la historia, tendrá que corregir, porque el karma regresa y el “Yo-Mero” ya abrió demasiados frentes. Cuando empiecen a cobrarle las facturas, ni las colmenas de paz ni los héroes de cartón le alcanzarán para pagar.


P.D. Las capillitas más conflictivas del “Yo-Mero” ya no entonan cantos de lealtad, sino salmos de desencanto y murmullos de traición. ¡Ups!

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El que anda en plan grande es nuestro carnicero de Chalcatongo, mejor conocido en el bajo mundo del hampa como El Chueco, quien al parecer ya encontró la fórmula para competirle al Goliat Moreno y convertirse en un moderno David con su próxima franquicia política nacional: México Nuevo.

Dicen que solo el mal puede vencer al mal y, ahora, con la reciente presentación de Sandra Cuevas, exalcaldesa de la delegación Cuauhtémoc, investigada por nexos con la delincuencia organizada y dueña de varias lavanderías, podemos apostar, amigos ciberlectores, que próximamente tendremos un buen agarrón entre delincuentes disputándose las plazas vacantes y el poder que da gobernarlas.

En Oaxaca ya presentaron a la peladita Chofis Castro como la próxima aspirina al gobierno del estado por el partido chueco de México, pero si como candidata al Senado por el PRI no pudo, ahora menos va a llegar a moverle el tapete a los dueños de la plaza.

Bien conocida es nuestra Chofis, que no come plátano para no tirar la cáscara, y es que su sello característico es su buen codo duro y no darle ni agua a las plantitas.

Y que decir que no puede olvidar al PRI, solo hay que ver el post que tiene fijado en su red social de X.

Sr. Chueco: aún está a tiempo de recapacitar, y si un buen resultado quiere obtener en su próxima asamblea de constitución y posteriormente en la carrera por el gobierno local, consígase un cuadro menos quemado que la Lic. Pamela Juanjo.

Ya de pasadita, esperemos que el “Carnicero de Chalcatongo” contrate a unos buenos asesores de comunicación. Porque eso de abusar de la inteligencia artificial para ilustrar pobreza, “retrazo” y demás clichés en sus videos, solo demuestra una cosa: no salen a conocer la realidad ni a la gente que dicen representar.

El riesgo es claro: cuando tu narrativa depende de imágenes falsas o recicladas, el mensaje se vacía y el discurso se vuelve un espectáculo barato. ¿De verdad alguien cree que un partido puede nacer de fotomontajes, imágenes de stock y firmas electrónicas que no respiran ni sudan?

El “nuevo movimiento” del Carnicero no muestra cercanía ni estructura: muestra vacío. Si no hay ciudadanos, ni presencia territorial, ni credibilidad, ni trabajo de campo, entonces lo único que queda es el cartón pintado de la propaganda digital.

Estimado ciberlector, lo más grave es que este recurso revela un fracaso de origen: no hay cuadros reales, no hay base social y no hay confianza. Un movimiento que empieza con trampas visuales, ¿cómo puede aspirar a ser alternativa?

Que alguien le diga que las firmas de la AI no cuentan para formar un partido. Y mientras el Carnicero insista en reemplazar el trabajo político con Photoshop, lo único que estará construyendo será su nueva derrota real.

Al tiempo…

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Quien vive a todas margaritas en la Primavera es el mazateco Fabián Pereda Pereda, mejor conocido en el bajo mundo del hampa como El Calaco, quien regentea desde hace varios años la organización triqui UBISORT.

Si usted, amigo ciberlector, ha visto a través de su pantalla el despliegue de seguridad de los famosos cantantes de corridos tumbados, y cómo estos se trasladan en lujosos vehículos tirando más mole que arroz antes de una de sus presentaciones, igualito tenemos ahora a nuestro Calaco Doble P (Peso Pluma), que trae varios anillos de seguridad y que, en cada dependencia donde se presenta a realizar gestiones, lo reciben como si fuera artista.

Mucho se habló al inicio de este gobierno de que ya no se entregarían recursos a organizaciones sociales ni a líderes, y que todo el apoyo se canalizaría directamente a quienes más lo necesitan.

Al parecer, este gobierno es totalmente chimoltrufio porque, así como dicen una cosa… hacen otra.

De la violencia y todas las cosas que suceden en la región triqui mejor ni hablamos, porque nadie hace nada para que, por fin, el llamado a la paz entre estos pueblos deje de ser un simple discurso.

Próximamente, la revista Forbes publicará un número especial de los nuevos ricos en Oaxaca, y entre ellos aparecerá El Calaco Doble P.

Por último…

¿Adivine usted, amigo ciberlector, quién paga todos los lujos y el despliegue de seguridad que cuida a este fino personaje?

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Nuestra reportera Police Woman nos cuenta que al enterarse del robo al presidente municipal de Juxtlahuaca, Arsenio Lorenzo Mejía García, alias “el Taponcito”, no pudo evitar acordarse de aquella joya de Roberto Gómez Bolaños: “Don Ratón y Don Ratero”. Porque mire usted, estimado ciberlector, la historia pinta igual: alcalde confiado, camioneta de lujo y cristalazo en plena Expo ANAM 2025 en Puebla.

Aseguran los testigos que Arsenio llegó muy ufano en su Nissan X-Trail gris, valuada en más de medio millón de pesos (¿Y la austeridad Franciscana apá?), y salió con el vidrio hecho añicos y una lista de objetos valiosos robados, hasta un arma de fuego que asegura tener registrada.

Detalle curioso: el arma no iba en la cintura del escolta, sino olvidada en la camioneta. Así que cuando los rateros rompieron el vidrio, se llevaron combo completo: una tablet de las caras, un iPhone, mucho dinerito en efectivo y hasta pistola de souvenir. Porque sí, estimado ciberlector, ni con guarura alcanzó para cuidar el arsenal del alcalde.

La anécdota deja más preguntas que respuestas: ¿qué hace un presidente municipal cargando efectivo, gadgets de última generación y pistola en una expo comercial?

¿Será que la seguridad de Juxtlahuaca le dio tanta confianza que olvidó la de Puebla? O quizá, estimado ciberlector, lo que quedó en evidencia es que algunos funcionarios viajan con lujos y armas, mientras sus municipios siguen rezando para que no les roben ni la bicicleta. ¡Toing…!

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Nuestro reportero “Zancudito loco” desempolvó un expediente que huele a mole poblano con chile oaxaqueño: el del poblano Diego Cabrera Carreón, eterno sobreviviente de la burocracia del campo. Desde los tiempos de Gabino Cué con Jorge Carrasco, pasando por Alejandro Murat con Carlos Grau, y hoy con Salomón Jara al ladito del “just for man” Víctor López Leyva, Diego siempre encuentra cómo volver a caer parado en la Secretaría del Campo. Cambian los slogans, cambian los colores… pero él siempre aparece en la foto y, sobre todo, en la nómina.


Diego no es de discursos en plaza, es de ventanilla fina y pluma rápida: padrones, requisitos, excepciones “por única ocasión”. Él mismo lo dice con ese tonito de quien se sabe intocable: “los secretarios firman, yo calmo a las organizaciones”. Y claro, mientras el secretario da la cara, él se lleva la confianza… y los contactos.

Su hoja de ruta familiar tampoco es ligera: su esposa Hilda Juárez Rosario, ex priista y ex candidata en Tututepec, con el respaldo de Lino Velázquez y del famoso Gato G.D.S, es prueba de que la casa Cabrera no pierde olfato político. Si algo entendieron bien es que los partidos caducan, pero las redes se heredan.

Eso sí, Diego no se conforma con mover los hilos en la oficina: en la Costa ya anda codeándose con ganaderos de Pinotepa, prometiendo apoyos tras el huracán Erick. La pregunta es: ¿lo hace como técnico fiel al “just for man” o como aspirante que ya se anda midiendo terreno? Y para colmo, mientras en Oaxaca los campesinos esperan resultados, él presume maletas hechas y pasaporte gastado: viaja al extranjero como si no tuviera tierra que sembrar aquí.

Y aquí viene lo sabroso: dicen que entre Diego y el “just for man” ya no hay miel sobre hojuelas, sino negocio sobre negocio. Que primero caminaban juntos, pero ahora se andan traicionando: uno arma su caja chica, el otro su caja grande. Uno sonríe en la foto oficial, el otro reparte la confianza en corto. Como dice el refrán: cuando de billetes se trata, ni compadres se respetan.

La lectura, estimado ciberlector, es que ambos traen sus movidas. No es pleito de egos, es choque de intereses. Víctor quiere lucirse como secretario estrella de la Primavera Oaxaqueña; Diego quiere que lo vean como el verdadero operador que maneja la ventanilla mágica. Y mientras los dos juegan al ajedrez con el presupuesto, los campesinos siguen esperando que les toque aunque sea un peón.

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¿Quién será la parejita que decidió darse otra oportunidad después de tantos meses de berrinches, indirectas y lágrimas virtuales? Ese amor disparejo —tan desigual como la nómina inflada de cualquier dependencia estatal— por fin limó asperezas. Bueno, eso hasta que la Catedral se entere.

Las indirectas de ella fueron más duras que regaño de contraloría: desde frases punzantes hasta aquella famosa playera que parecía boletín oficial disfrazado de outfit casual.

Pero el amorsss, el amorssss ya hizo su milagrito: se acabó la tristeza, ahora todo es pura alegría, puro beso clandestino y vida intensa.

Eso sí, si la Catedral llega a descubrir la procesión, no habrá misa de reconciliación.

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Resulta que al presidente municipal de Huajuapan, Luis “Chupón” Martínez, le dio el arrebato de ternura y decidió que el general Antonio de León no solo necesitaba honores, sino también un abracito de campaña. Y ahí fue, con sonrisa de influencer en descuento, a rodear de cariño a la estatua del prócer, al que rebautizó con toda la confianza del mundo como “Don Toño”. Como si fuera el tendero que le fía las caguamas.


El problema no es solo la ridiculez, que ya es de colección, sino la falta de respeto: transformar a un héroe en utilería electoral es como ponerle sombrero de charro al busto de Benito Juárez para anunciar la feria del mole. Si el general reviviera, no pediría abrazo, pediría sable… y no precisamente para cortar listones.


Pero claro, “Chupón” confunde gobernar con coleccionar likes en Facebook. Para él, la historia no es memoria, es atrezo de TikTok. Los héroes se convierten en maniquíes de vitrina, y los políticos en comediantes de quinta que creen que el bronce se alimenta de apapachos virtuales.


El bronce aguanta todo: el sol, la lluvia y hasta los discursos huecos de los alcaldes. Lo que no aguanta es la banalidad. Antonio de León fue muchas cosas —militar, patriota, héroe—, pero mascota para la foto, nunca.


Y aquí la cereza del pastel: ¿qué pensará don Luis de Guadalupe Martínez Ramírez, padre del “Chupón” e historiador serio, al ver a su hijo usar la memoria de los héroes como atrezo de kermés? La ironía es brutal: mientras el padre escribe para dignificar la historia, el hijo la rebaja a abrazo de cartón.

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Muchos recordarán aquella historia que nos contó nuestro reportero Flechador del Sol, la de una mujer que prefirió renunciar antes que hundirse en el lodo del ayuntamiento. Funcionarios cercanos al presidente Chupón le exigían a la directora del IMJUVE, Itandehui Ortiz Solís, que firmara facturas chuecas. El truco era sencillo: cascos de motociclista con valor de $333 aparecían en papeles oficiales, pero en la práctica los de vialidad los revendían a los “infractores” en $1000 cada uno. Negocio redondo: la ganancia no iba a Tesorería, ni a cuenta pública alguna, sino al saco roto de la corrupción.


Como si eso no bastara, también le pedían firmar pagos de torneos y premios de eventos que jamás existieron. Torneos fantasmas para justificar gastos que, sospechosamente, terminaban en la bolsa de alguien más. Ortiz Solís entendió rápido: si aceptaba, quedaba con la responsabilidad de más de tres millones de pesos. Un boleto directo a la cárcel. Así que, con dignidad y con rabia, renunció.


El presidente Chupón, preocupado no por la corrupción sino por “el qué dirán”, ordenó a su secretaria modificar la renuncia. Había que maquillar el asunto: en el papel, ella se iba “por motivos personales”. Era la típica maniobra de quien le teme más al chisme que a la justicia.


Hasta ahí, la historia parecía una rareza: alguien que se baja del barco antes de hundirse. Pero la vida tiene giros irónicos. Ortiz abrió una mueblería en el barrio más popular de Huajuapan, junto a la iglesia de San José. Bien por ella. Lo curioso vino después: en la esquina de su local había un árbol frondoso, de esos que regalan sombra a los peatones sofocados. Pero como tapaba su anuncio comercial, decidió “peluquearlo” para que todo mundo pudiera admirar la propaganda de su negocio. Transparencia cero, sombra menos.


Y por si faltara comedia, las redes sociales contaron otra joya: el regidor Luis Guadalupe Morales, mejor conocido como “el Paísa”, usó su poder para retirar un señalamiento de tránsito que prohibía estacionarse justo en esa esquina. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? O, más bien, ¿quién en el cabildo firmó semejante aberración?


Porque en Huajuapan la política se juega en dos escalas: millones que desaparecen en torneos invisibles y, al mismo tiempo, caprichos mínimos como talar un árbol o quitar un señalamiento. El resultado es el mismo: abuso envuelto en la impunidad del poder.
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En Huajuapan hay una presa célebre: la Presa Yosocuta, orgullo hidráulico de la Mixteca y principal abastecedora de agua. Pero últimamente no se habla de ella por su utilidad, sino por la alfombra verde que la cubre. No es un jardín flotante diseñado por paisajistas japoneses: son algas, montones de algas que crecen felices a la sombra del abandono oficial.


Los habitantes de San Pedro Yosocuta han advertido el peligro: esa agua se consume, se pesca y se respira. Y mientras ellos se preocupan por la salud, el presidente municipal prefiere organizar tequios en los alrededores de la presa.


Es decir, tequio no como servicio comunitario, sino como escenografía política. Una coreografía en la que los funcionarios posan con guantes, machetes y palas… y detrás, apenas fuera de cuadro, las algas se ríen del simulacro.


El contraste es grotesco: mientras los pobladores temen que la presa se vuelva pantano, el cabildo sonríe satisfecho, convencido de que barrer la orilla para la cámara equivale a resolver el problema. La lógica es simple: mientras haya imagen, no hace falta limpieza real.


Mientras tanto, Yosocuta se convierte en un espejo verde donde el agua está turbia, pero la propaganda cristalina. La gran pregunta es si Huajuapan tiene autoridades que gobiernan o simplemente directores de escena que montan tequios para la foto.

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En Teotongo, tierra chocholteca de siglos de resistencia, se repite la vieja historia de siempre: un pueblo que lucha por servicios básicos y un presidente municipal que, en vez de rendir cuentas, presume amistades. Óscar Rivera Pérez, el edil en turno, se siente tan intocable que alardea de ser “amigo personal” del gobernador Salomón Jara. Y como buen compadre de la élite, cree tener licencia divina para disponer de los dineros públicos como si fueran viáticos de fin de semana.


Los pobladores y agentes municipales no hablan en susurros: lo acusan de desvío de recursos descarado. Obras prometidas que nunca se ejecutan, presupuestos que se esfuman en el aire, apoyos que se reparten como favores personales. El dinero, en vez de circular en obras públicas, se convierte en humo de facturas y promesas incumplidas.


La ironía es cruel: Teotongo, un pueblo con una herencia milenaria, reducido a ver cómo sus recursos se administran como si fueran billetes de juguete en manos del cabildo. Mientras tanto, Rivera Pérez sonríe, convencido de que la sombra del gobernador lo protege más que cualquier auditoría.


El contraste es grotesco. La comunidad exige cuentas claras. Los agentes municipales denuncian abusos, pero el cabildo responde con alcahuetería. Es el mismo guion de siempre: cuando el poder se siente intocable, la rendición de cuentas se vuelve opcional.


Y aún más insultante: mientras Teotongo pelea por servicios, el presidente municipal se pasea como pequeño virrey, seguro de que la amistad con Jara lo blinda de todo. En esa lógica, el presupuesto no es dinero público, sino patrimonio personal con membrete oficial.


La pregunta es inevitable: ¿cuánto tiempo más aceptará Teotongo que su futuro se maneje como herencia privada del presidente municipal? Porque una cosa es ser un pueblo olvidado, y otra muy distinta dejarse tratar como pueblo saqueado.


La moraleja, por si alguien aún no la ve: en Teotongo, la herencia chocholteca sobrevive a invasiones, hambre y migración, pero el presidente amenaza con extinguirla a fuerza de desfalcos y descaro.

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Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector, la frase de la semana:


En política, la línea entre servidor y candidato es un machete sin funda. Y Oaxaca ya sabe dónde terminan esos cortes.