
Nuestro reportero Sabueso nos informa que quien anda metida en serios problemas es Leticia Elsa Reyes López, flamante titular de la Secretaría de Honestidad, Transparencia y Función Pública —mejor conocida como la Secretaría de Latón de la Deshonestidad—. Y es que, estimado ciberlector, lo que empezó como chisme de pasillo ya huele a expediente.
Resulta y resalta que tiene un procedimiento de responsabilidades por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), por simular la compra de tonners por un monto de 134 mil pesos —que no aguanta el primer raspón de auditoría.

Motivo por el cual en las últimas semanas han estado llamando a los secretarios y directores administrativos para decirles que “calladitos se ven más bonitos”. Esta invitación con tono de amenaza se la da la secretaria de Latón en reuniones “de trabajo” donde no falta el café, pero sobra el filo.
Cuentan los asistentes que Leticia entra a cuadro con la voz firme, y suelta el guion sin pestañear: “Apegarse a las normas, transparentar el recurso y evitar filtraciones”. Traducción simultánea: nadie dice nada, nadie se sale del libreto, y si alguien pretende hacerse el héroe, lo manda derechito a la sombra en el Resort Tanivet para recordarle las consecuencias.
Estimado ciberlector, no es que haya brotado el amor de Leticia por el control interno; lo que brotó es el miedo a la Auditoría —y a la foto en medios locales y hasta nacionales.
Asegura nuestro reportero Sabueso que en los últimos días, el operativo de “alineación” corre, además, por mano de la Subsecretaría de Responsabilidades Administrativas y Anticorrupción, cuyo nombre completo conviene subrayar: Sandra Carolina López López. Ella encabeza esa subsecretaría en el organigrama oficial, por debajo de la propia Leticia Reyes. Es decir, la puerta por donde pasan los citatorios ya tiene rótulo y timbre.
El enredo no vino del cielo, y hace más de un año, en esta columna les dijimos que sus nuevos procedimientos les reventarían y los meterían en serios problemas.
Como usted bien recordará, estimado ciberlector, tiraron por la borda los procesos que sostienen la compra pública. Corrieron o arrinconaron a quienes sabían justificar y licitar, cambiaron reglas sin manual, dieron capacitaciones exprés y acabaron reventando el control interno.
Hoy hay oficinas que cojean, personal de base comisionado que cobra sin función clara, y una Secretaría que predica integridad en redes… pero patina cuando le piden papeles en regla. La honestidad, usted lo sabe, no se declama: se documenta.
Y aquí, estimado ciberlector, viene la parte sabrosa del expediente: Leticia no sólo enfrenta los nervios internos; carga un pliego de observaciones porque, según la ASF, habría simulado compras con un anillo de empresas ligadas a los hermanitos Iraizos. ¿Le suena Irafelco? Pues “desapareció” del mapa y, como por arte de magia, renacieron varias razones sociales recién creadas en este sexenio, donde los mismos apellidos co-participan. Son firmas con capital social flaco, sin historial real en bienes o servicios, pero con una suerte admirable para quedarse con contratos millonarios.
La mecánica es de manual de picardía: arman bases con trajes a la medida, invitan a “tres” —dos de la baraja y un comodín—, y al momento de firmar aplican el truco que la Auditoría ya olfateó: “entrega total a los diez días”. ¿Para qué? Para evadir la fianza de cumplimiento. Como usted sabe, si “entregan” en corto y el acta de recepción sale limpita, la afianzadora queda fuera del guion. El erario pierde red, el proveedor cobra y corre, y la dependencia presume “cumplimiento en tiempo récord”. Lo único que corre más rápido que el trámite es el papelito que todo lo acredita.
¿Y la experiencia técnica? Peccata minuta. ¿Y el músculo financiero para aguantar la logística? Luego vemos. Por eso pocas afianzadoras les extienden pólizas: no hay capital contable que respalde el tamaño del compromiso. Pero, aun así, siempre aparecen en las convocatorias. Siempre compiten. Y, cosa curiosa, siempre ganan. Es el club de Tobi de la compra pública: pase usted, joven, ya lo estábamos esperando.
De ahí que el pliego hable de simulación, que las actas no amarren con almacén, que los tiempos sean de atleta olímpico y que el padrón de proveedores parezca árbol genealógico. No es un tropiezo, es una coreografía: mismas manos, nuevos nombres, “entregas” relámpago, fianzas exentas y contratos que, si usted revisa con lupa, se parecen demasiado entre sí.
Para condimentar el guiso, en las mismas mesas internas se soltó una perla: hay una “flor primaveral” en proceso de sanción. No dijeron nombre —faltaba más—, pero dejaron el retrato hablado para que varias flores del jardín se prueben el huipil. ¿Será la que baila en la Costa y que ahora le reza a todos los santos? ¿Será la de un subsistema educativo? ¿Será alguna flor de oficina que presume transparencia con filtro 4K, pero no encuentra los almacenes completos? Aquí dejamos las pistas, para que cada quien haga su check-list.
Mientras tanto, el discurso oficial repite “hagan bien las cosas”. Bien dicho, mal aplicado. Porque en serio “hacer bien las cosas” sería mapear riesgos, restaurar el control interno, publicar expedientes completos (bases, fallos, contratos, entregas, actas de recepción, fianzas y pagos), romper el carrusel de proveedores y devolver cada peso que se haya intentado pasar por magia. Eso sí genera confianza; lo demás es misa dominical.
Hasta aquí por hoy. En las próximas entregas iremos con fechas, folios, firmas y domicilios fiscales; y si hace falta, hasta el catálogo de flores del jardín, no por jardinería, sino para que quede claro quién es quién cuando la Honestidad —de catálogo— se nos hace Deshonestidad —de latón—.
¡Compren palomitas en combo extra grande, y mucho té de pasiflora!

Aunque usted no lo crea, estimado ciberlector, el remedio estrella contra el desabasto de medicamentos ya tiene nombre y apellido: Farmacias Bienestar. Sí, esas que en Oaxaca nos presumieron como la gran novedad de la 4T, con 13 sucursales en las ocho regiones, una inversión de 156 millones de pesos y la promesa de atender a más de 130 mil personas sin seguridad social. Suena a épica revolucionaria, pero la realidad es más cercana a un capítulo de “Doctor Cándido Pérez”: mucho chiste, poco abasto.
Las quejas no paran: los fármacos básicos nunca llegan, los que sí aparecen cuestan más caros que en el Simi o el Ahorro, y la supuesta gratuidad se diluye en el clásico “regrese mañana”.
Al principio, hasta parecía que medio funcionaban porque hubo difusión, fotos y hasta música épica en los reels oficiales. Pero después, como por arte de magia, se convirtieron en farmacias fantasma.
Para maquillar la crisis, el gobierno de la primavera se acordó que existía el programa y a mediados de septiembre se puso a repartir nuevamente las famosas tarjetas de Farmacias Bienestar. Puro plástico con holograma y discurso vacío: la promesa de que con eso tendríamos medicinas garantizadas.
Estimado ciberlector, fueron según el gobierno 156 millones en una ilusión que más parece tarjeta de presentación para la temporada de la Revocación de Mandato que una política pública seria.
Nuestro reportero Matasanos nos dice que la crisis en el sector salud sigue, por lo que no se ve para cuándo los que prometieron ser la Esperanza de México y bla, bla, bla, den pie con bola.
Semana tras semana anuncian nuevas estrategias para atender a un pueblito bueno y sabio… pero que sigue enfermo y carente de atención médica.
Y claro, cuando la gente reclama, la respuesta oficial es que “los laboratorios y las farmacéuticas no han cumplido con la entrega”. ¡Ah, qué maravilla! La culpa siempre es de “los de afuera”.
Mientras tanto, en los pasillos de los hospitales se suspende la atención, y en los mostradores de estas farmacias lo único que sobra es maltrato, mala cara por parte del personal que atiende, y —para colmo— en algunas ni luz eléctrica hay porque no pagan ni el recibo.
Lo que tenemos es un programa que en el papel busca reparar “décadas de abandono de los gobiernos conservadores”, pero que en la práctica termina siendo otra tomada de pelos tiesos. Porque no hay nada más cruel que venderle esperanza al pueblo bueno y sabio… en envoltura de cartón laminado.

Y mientras la Tehuana Vilma Martínez se pasea en el gimnasio con frases motivacionales llenas de corazoncitos, las farmacias que tanto presume en redes sociales siguen sin surtir ni paracetamol. Si trabajara tanto como sube fotos, esas sucursales serían la plataforma real de sus aspiraciones políticas, sobre todo ahora que la flor marchita parece que está descartada.
La primavera hoy reparte desenfrioles y atole con el dedo porque anda gastando más en movilizaciones masivas —muy parecidas a las que tanto le criticaron al tricolor— que en surtir medicinas.
Reciban el salud-o de la porra.

Como nuestro reportero matasanos anda en modo territorio —porque en salud la primavera está más marchita que la flor que lucen en Avenida Juárez 703— nos informa que el programa de “detección oportuna” de cáncer de mama se convirtió en ruta del viacrucis: una calenda sin banda, sin marmotas y con pacientes haciendo malabares para no perder el día… y la salud.
La historia es calcada en todos lados: brigada rosa, selfie oficial y promesa de mastografía “gratuita”. Luego el telefonazo con una liga que no abre, otra llamada a medias, el “hay hallazgos, necesita ultrasonido” y el primer volantazo: “pase el martes de 9 a 3”. El martes se vuelve jueves, luego viernes y, cuando por fin llegan a Zaachila o Jalatlaco —pasaje pagado, hijos encargados y trabajo perdido— portón abajo. Nadie.
“Hoy no citaron”, contestan por WhatsApp como si fuera trámite escolar. La paciente insiste: “me dijeron toda la semana”. Del otro lado, el rosario: “ayer reprogramaron”, “varias pidieron mover su cita”, “mejor el sábado”. Agenda hecha trizas, angustia al alza.
Si se reclama, aparece el clásico peloteo burocrático: “eso es de la Secretaría de Salud; nosotros solo somos el laboratorio contratado”. Traducción: la paciente es la pelota. Y para rematar, la genialidad: “se lo escaneamos y se lo mandamos por WhatsApp”, como si un posible diagnóstico oncológico se resolviera con un PDF y sticker de corazoncito.
En el calendario, 19 de octubre es la fecha mundial de la lucha contra el cáncer de mama; en el boletín, Oaxaca presume “más de 4 mil mastografías en menos de un mes” desde el 10 de agosto y que, al 24 de septiembre de 2025, ya “atendieron a 6,405 mujeres” con “52 referidas” al Hospital de la Mujer y el Niño Oaxaqueño.
En redes, gira de unidades móviles del Ve’e Táta, Salud en tu Municipio. Cifras hay; certeza, poca. Porque si no hay continuidad, seguimiento, teléfonos que contesten, clínicas abiertas y resultados a tiempo, no es prevención: es propaganda. El mes sirve para la foto; la enfermedad, para el discurso.
Mientras anuncian que las unidades están en Pinotepa, Nochixtlán o Tlahuitoltepec “hasta tal día”, nuestras lectoras se topan con puertas cerradas y un “reprogramado” como respuesta de cajón. ¿De qué sirve hablar de “cobertura” si terminas haciendo tres viajes para una ventana cerrada? ¿De qué sirve vender “detección oportuna” si las reprogramaciones te comen semanas? ¿De qué sirve una liga que nadie abre, un teléfono que nadie toma y un resultado que llega tarde? En cáncer, la oportunidad se mide en días, no en posts.
Si de veras quieren presumir compromiso, empiecen por lo básico: citas que se cumplan, clínicas abiertas, personal que sepa atender, ruta clara de referencia y resultados con fecha y hora. Lo demás es atole con el dedo servido en vaso rosa.
Y sí, anótenlo: estamos en octubre, mes de la lucha contra el cáncer. Por eso duele más esta coreografía del desorden. Cuando una mujer escucha “hallazgos”, no necesita un moño: necesita certezas. La certeza no se imprime en lonas: se organiza.
Y ya que andan con prisas por “lo más barato”, si van a contratar laboratorios de paso para luego facturar a costos triplicados, recuerden: en salud, el karma siempre regresa… y con intereses.

Ya encarrilados con las deficiencias y torpezas en salud… Mientras el gobierno presume “mejoras”, en el Hospital Civil están levantando una cancelaría que, en vez de ayudar, estrecha pasillos, divide espacios y sube el riesgo para pacientes y familiares. En horas pico ese vestíbulo junta hasta 600 personas entre población flotante y personal. Y aun así, sin un análisis de riesgo a la vista, iniciaron obras. ¿Quién firmó eso?
Las fotos hablan solas: andamios, bancas retiradas “por mientras” y la promesa de volverlas a poner… pero ahora encajonadas entre marcos metálicos. Tradúzcalo en una emergencia: menos fluidez, más cuellos de botella. Y por si faltaba chispa, nos dicen que la única salida que piensan dejar no pasa de 1.50 m. En Oaxaca sabemos lo que hace un sismo con un pasillo así: pánico, tropiezos, gente atrapada.
¿Dónde está el dictamen de Protección Civil? ¿Cuáles son las especificaciones del material? ¿Será vidrio común, templado, laminado, acrílico? ¿Grosor? ¿Altura? ¿Resistencia? ¿Quién supervisa la instalación? ¿Cuánto cuesta y bajo qué contrato se autorizó? ¿Existe plan de evacuación actualizado, simulacros, señalética y brigadas durante la obra? Nada de esto se transparenta. Pero eso sí: los troles oficiales salieron en friega a decir que “todo está bien”.
Asegura nuestro reportero matasanos que el simulacro del 19 de septiembre, no sirvió para que el director José Luis Lepe Zúñiga y todos aquellos involucrados en el negocio se dieran cuenta que para esa cantidad de personas se necesitan varias salidas o una muy grande.
Desde aquí va el aviso con nombre y apellido: Secretaría de Salud, IMSS-Bienestar y Gobernador —quien jura no conocer la obra—, ¿quién responde si algo sale mal? Porque lo que están montando reduce salidas, levanta muros y convierte los vidrios a 3 metros en potenciales láminas cortantes sobre familias que esperan noticias. Eso no es “adecuación”, es torpeza con presupuesto.

Y no, no es “mentalidad chiquita” ni el clásico “a ninguno le embona nada”. Si van a usar dinero público para “calmar” el enojo ante tantas carencias, mínimo háganlo bien: primero el dictamen de riesgo, luego la obra. Esto de aventar una migaja para que dejemos de molestar y después colgarse la medalla de “lo hicimos por el pueblo bueno y sabio”, es una burla. El Pueblo Bueno trae a su enfermo al Civil porque no puede pagar un privado, ni tiene la palanca para que lo trasladen en helicóptero como a Flavio Sosa. Esa es la realidad.
Diez días de obra y nadie sabe con certeza qué pondrán, cuánto mide la salida final, ni cuándo termina el desorden. Las imágenes muestran lo que hay: zonas estrechadas, bancas movidas y una fila que ya parece embudo. En un hospital eso se llama riesgo innecesario.
Y aquí lo mínimo exigible antes de seguir: suspensión temporal de la obra, publicación del dictamen técnico, ampliación de salidas, plan de evacuación visible, simulacro con pacientes y personal, y costos completos del proyecto. Después, si cumplen, seguimos hablando.
Será que no entiende que un hospital no es vitrina para marcos brillosos; es refugio de vida. En Oaxaca nos conocemos todos: cuando la puerta no alcanza, no es la gente… es el gobierno que la hizo chica.

Oaxaca rompe la alcancía: más de 10% extra al presupuesto 2025… ¿para qué?
Nuestro reportero Sabueso nos informa que en Oaxaca los números del presupuesto parecen una tanda de barrio: todos meten, todos esperan y, al final, siempre hay uno que se lleva el premio más grande, otro que lo gasta en la fiesta y alguno más que de plano ni sabe en qué se le fue.
Y lo decimos porque la Auditoría Superior del Estado soltó la foto del gasto 2025 y nos dice que el Gobierno ya amplió el presupuesto en un 10.26%. O sea, si en diciembre ya nos habían dicho cuánto se iba a gastar, hoy la bolsa se estiró como liga de mercado. Pero lo importante no es el número frío, sino ver qué dependencia lo maneja, cuánto ya gastó y si de veras se nota en la calle.
Empecemos con el monstruo de siempre: el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), al mando de Emilio Montero. El Congreso le aprobó 30,993 millones de pesos (sí, casi 31 mil millones, como quien dice, un tercio del pastel estatal). Después le cayeron 568 millones más de ampliación, y para junio ya había gastado casi 14,796 millones. Hasta ahí, todo normal: Educación siempre se lleva la tajada más grande.
El problema no es la caja, sino el chofer. Montero no logra “entrar en el riel” político con el gobernador. Su tierra, el Istmo, está que arde: le quitaron las armas a su policía en un operativo, aunque después se las regresaron con un “casi usted disculpe”. Hubo incendios en Oxxos, y su presidente municipal de confianza anda tambaleando. Emilio debería ser la voz fuerte del gobernador en esa zona, pero parece más un invitado incómodo en el Jardín Primaveral, sin tono ni ritmo. Maneja la nómina, sí; pero no logra controlar la grilla y las intrigas de un funcionario del palacio que anda buscando cómo eliminarlo del jardín.
En Salud, la cosa está más torcida que cuello de camote. Los Servicios de Salud de Oaxaca, con Efrén Emmanuel Jarquín al frente, recibieron 10,011 millones aprobados, más 655 millones extra, y ya gastaron 3,215 millones. El detalle es que, con tantas carencias en salud, todo mundo se pregunta: ¿qué compró con esos millones el Estado? Porque la gente sigue saliendo de los hospitales con la receta en la mano y el bolsillo vacío. Si el dinero estatal no se traduce en medicinas, médicos suficientes o equipo digno, entonces se está usando en contratos de servicios que poco se sienten. Salud debería estar curando al sistema, pero parece que nomás cambia las gasas sin tocar la herida.
En el caso de Seguridad Pública, la cartera fue de 2,828 millones aprobados, más 377 millones adicionales, y ya se gastaron 1,399 millones. Aquí el problema no es la caja, es el capitán: Iván García Álvarez. La vox populi dice que le gusta más la parranda que el despacho. Mientras tanto, quien presume controlar la policía es el “Niñito Dios”, aspirante a Robocop en versión petit, y con Karina Barón detrás de la batuta. El resultado es evidente: el crimen sigue suelto. Si a esto le sumamos las cifras de percepción de inseguridad, aquellas que el Team Intriga filtra a los medios para generar desestabilidad, el escenario es claro.
Ojo, el dinero según ahí está, pero si el jefe anda en la fiesta y el operador real se dedica más a la grilla que a la estrategia, la seguridad de la que habla el gobernador Salomón Jara desafortunadamente se queda en discurso.
La Secretaría de Administración, que mal dirige Noel Hernández Rito, arrancó con 1,729 millones, le metieron otros 290 millones, y ya gastó 846 millones. Este es el clásico caso de la oficina que hace el “trabajo sucio” pero sin reflectores: compras, contratos, arrendamientos, pleitos laborales. El problema es que Oaxaca no ha visto un cambio real. Mucho contrato, mucho gasto corriente, pero pocos resultados en eficiencia. Aquí no se trata de gastar más, sino de gastar mejor. Pero parece que Noel nada más no lo entiende.
Y la joya de la corona: la Secretaría de Infraestructuras y Comunicaciones (SINFRA), que “comanda” Carlos Vichido Hernández. El Congreso le aprobó apenas 414 millones, pero ya le inyectaron una ampliación de 1,537 millones, o sea, ¡casi cuatro veces más de lo que le habían dado! Y, aun así, apenas ha gastado 484 millones.
Esto puede sonar bonito, como si el gobierno primaveral dijera: “vamos a hacer obra como nunca”. Pero si esa lana no viene acompañada de un plan claro, con lista de obras, costos unitarios y fechas, se corre el riesgo de la receta clásica: subejercicio al final del año o carrera de último minuto con obras mal hechas, como tantas que ya conocemos de este gobierno morenista.
Estimado ciberlector, esa imagen no es solo de barras de colores: es un retrato de cómo cada titular maneja su parcela de poder.
El gobernador podrá presumir que amplió la bolsa del presupuesto, pero la ciudadanía no ve billetes, sino carencias, despilfarros y obras de pésima calidad que, en un abrir y cerrar de ojos, ya no sirven.
Esperemos que ahora que viene la revocación de mandato no se sorprendan con la respuesta del pueblito noble y sabio.
Nuestra reportera totalmente chaira —porque en Palacio ya la saludan de “compañera”— nos asegura que la foto del gobernador con Raúl Bolaños Cacho Cué y Alejandro Avilés Álvarez no fue casualidad: fue escenografía con mensaje. Dicen que los colocó frente a “La muerte de Vicente Guerrero” de Rodolfo Morales, como quien advierte: “no se olviden que al que traiciona la causa… lo fusilan políticamente”.
Y es que ambos ex priístas, ahora verdes por estrategia y no por convicción, andan viendo espejismos de poder y soñando con volver a cabalgar, aunque el caballo ya no es suyo… ni el establo los reconoce.
Raúl, sobre todo, sigue creyendo que el futuro le pertenece, mientras en Palacio nomás le prestan el cuadro para que vea cómo terminan los que se salen del huacal.
Así que si Raúl y Avilés no entendieron el mensaje del cuadro, que alguien les preste una guía de arte… o de supervivencia política.
P.D. El marco artístico viene incluido.

Nuestra reportera Coquette-Rattete nos informa que Saymi Pineda Velasco ya leyó el tablero y entendió que no trae ruta a la gubernatura. El “me alcanza para todo el estado” se convirtió en promoción de kilómetro cero. Así que parece que decidió ejecutar un repliegue táctico para cuidar la plaza local mientras se negocia oxígeno.
¿Por qué el viraje? Porque la narrativa turística con la que intentó inflar el globo ya no aguanta datos. Las cifras oficiales de enero–agosto 2025 reportan 76,978 turistas menos que en 2024; la ocupación promedio estatal cayó a 43.57% (-2.17 pp), y la derrama apenas subió 0.3% —un brinquito más por precios que por gestión. Traduzca estimado ciberlector: menos visitantes, menos cuartos ocupados y “récord” de utilería. Con ese cuadro, el maquillaje salió más caro que el aplauso y el respaldo político se fue secando.

Ahí entra la segunda maniobra: alguien le vendió el “retrato de familia”. De pronto, la vimos en fase madre abnegada: desayunos en fonditas “humildes”, chapoteo con metidita al agua con playera y gorra de marca, poses con la pareja y con los hijos, miradas al horizonte y pie de foto sobre “amor y valores”. Todo para corregir la etiqueta de frívola. El pequeñísimo problema es que nadie en su sano juicio le compra el giro si no viene acompañado de resultados. Y es que una buena comunicación puede arreglar encuadres, (bueno… la de ella ni eso); la política arregla servicios.
Que alguien le diga que la fiesta patronal no es política pública. La selfie ayuda en redes, pero no construye promoción si no hay conectividad, seguridad al visitante, métricas de ocupación/derrama y presupuesto con resultados verificables. El pueblito noble y sabio ya distingue reel de resultado y branding de gestión.
Si usted, estimado ciberlector se pregunta: ¿Saymi se cayó de la gracia del gobernador Salomón Jara? En pasillos dicen que sí; en público, nadie lo admite. Lo cierto es que sin indicadores que respalden el discurso, apoyarla cuesta, y todo parece indicar que nadie quiere cargar con la factura cuando el “récord histórico” se deshace al primer corte.

De su papel de “Madre Teresa de la Costa”, sólo diremos esto: quien ayuda de corazón y sin fines políticos no anda publicitando la caridad. Subir la foto de las cajas y del techito no es generosidad, es propaganda. Y si esos “donativos” salieron del erario, entonces no donaron nada: administraron dinero del pueblo. Así que no se les debe ningún favor.
¿Quieren aplauso? Publiquen facturas, origen del recurso, procedimiento de compra, proveedor, costo del techado, garantías y padrón de beneficiarios. Si fue “donación personal”, declárenla en su 3 de 3 y transparenten posibles conflictos de interés.
Lo demás es show. Al pueblo no se le paga con selfies lo que ya pagó con impuestos. Je, je, je. ¡Ups!

Desde Santa Cruz Xoxocotlán, nuestra reportera Police Woman nos informa que, cada día, siguen apareciendo baches; algunos de ellos prácticamente se han convertido en “ojos de agua”, dignos de la envidia de los balnearios del Istmo de Tehuantepec.
Si usted, amigo ciberlector, quiere constatar estos nuevos “atractivos”, lo invitamos a que se dé una vuelta por los rumbos de la Cámara de Diputados y de una conocida universidad privada que empieza con “A”; con suerte, podrá ver vehículos que intentaron cruzar por una de esas vías y quedaron varados a medio ojo de agua.
En Xoxo han tenido gobiernos malos, pero en este… se están saltando la barda.
Los baches, la falta de alumbrado público y la basura en las calles son peccata minuta frente al abuso de autoridad por parte de la Policía Vial de Xoxocotlán, que hace muy poco asaltó y golpeó a una mujer embarazada; dicen que, a consecuencia de la brutalidad policiaca, la víctima perdió a su bebé.
El hecho se ha querido mantener en secrecía, pero nuestra reportera no es bodega para andar guardando cosas. Esto debe investigarse y castigarse a los responsables.
Aquí le dejamos esta tarea, señora presidenta, y esperamos pronto informe al respecto, aunque seguramente se hará la que no sabe nada y mandará a borrar todas las notas como es su costumbre, igual como el atropellamiento de un joven en la clausura de la Noche de Brujas.
Quién está de regreso en Oaxaca, con la mira puesta en un nuevo chiripazo, es Aída Valencia Ramírez —exdiputada federal y exfuncionaria gabinista—. Sí, la misma que, en plena pandemia de COVID-19, siendo encargada de los programas de Bienestar, fue señalada por ordenar vacunar a los “Siervos de la Nación”; tras ese episodio —y otras irregularidades atribuidas— fue relevada del cargo y enviada a la capital del país, aunque más tarde fue premiada por la 4T con un buen cargo en la Secretaría de Seguridad federal.
En 2025, ya sin encargo, regresa para buscar la Presidencia Municipal de San Agustín Loxicha. Bajo el régimen de sistemas normativos, se promociona como la primera mujer que aspira a ese cargo; sin ánimo de aguafiestas, está lejos de la realidad: esta vez no será la suerte —ni el chiripazo— lo que la favorezca.

Las elecciones en San Agustín Loxicha son muy disputadas y, cada ciclo, se denuncian prácticas de compra masiva de votos como una costumbre arraigada. Y ahí siguen en la fila de insistentes Flavio Pérez Pérez y Óscar Valencia García; ¿no entienden que su tiempo ya pasó?

De los punteros en esta contienda les iremos informando.

Los que andan apurados buscando una inmobiliaria para poner en venta la Casa Azul, ubicada en la calle Manuel Ruiz, allá por la colonia Reforma, son los dirigentes estatales del PAN, que cada día que pasa se quedan más solos; recientemente, el que ya les pintó caracolitos es el “Talibán” Juan Iván Mendoza, exdirigente y diputado local, quien se hizo de fama y fortuna con las siglas azules, pero hoy sus intereses ya son otros.
Y, al igual que muchos prófugos de la aldea pitufina, no tarda en aparecer pintado de otro color, pero será muy poco, o más bien nada, lo que se lleve a otro partido.
La actual encargada del changarro azul es “Chayito” Ramírez, pero anda muy ocupada limpiando las playas para que los turistas que visitan Oaxaca tengan una bonita estancia.
Totalmente extraviados los pitufos y, como bien lo dijo Adela Micha, «no tarda en morirse».
Por cierto, ¡ay, PAN Oaxaca! Antes era crisis, ahora parece retiro espiritual con logo partidista. Revisando sus redes uno ya no sabe si está en la página del Comité Directivo o en el boletín parroquial: salmos, nubes en forma de corazón y homilías dominicales patrocinadas por “Regresó el Azul”.
Que conste: la fe es asunto íntimo y respetable. Pero estos muchachos, que siempre presumieron ser “mochos” de dientes pa’ fuera, ya le metieron turbo al incienso: cada domingo sale versículo, milagro y “amenazo” con que ahora sí vendrán los “buenos tiempos”.
Nuestra reportera pitufina nomás pregunta: ¿van a registrar el Comité de Oración Acción Nacional? ¿O el nuevo padrón será de fieles y no de militantes?
Porque a este paso, la estrategia es clara: si el voto no llega por estructura, que llegue por vía celestial. “Tú pones la fe, Dios pone el milagro”… y el tres por ciento, ¿quién lo pone?
Ya nomás falta que cambien “panistas” por “hermanos” y el financiamiento público por diezmo.
¡Que Dios nos agarre… con credencial de elector en mano!
Dice nuestro reportero Flechador del Sol que seguramente usted estimado ciberlector se enteró del escándalo que armaron los del FNIC cuando desalojaron a la señora Juana de su propia casa. Todo por unas escrituras falsas, firmadas con sello y Hernández Arrollo de 77 años, un notario oaxaqueño, de nombre Arturo Vásquez Urdiales, que terminó favoreciendo —qué casualidad— a la hija de la afectada.

Fue un escándalo nacional. La prensa rugió, las redes se encendieron y los noticieros compitieron por mostrar la misma indignación. Nadie entendía cómo podían tratar así a una mujer de la tercera edad. Nadie, salvo los de siempre.
Ahora el caso parece en pausa. Este martes, dicen, se definirá la situación de los siete taxistas detenidos. Lo curioso es que en la Vicefiscalía de Huajuapan no integraron bien la averiguación. Al principio los acusaron de despojo agravado —por tratarse de una adulta mayor—, pero al final solo los procesaron por despojo simple y delitos menores: resistencia a particulares, robo de un celular, cosas así. Uno de ellos ya tenía antecedentes. Pero todo apunta a que el martes quedarán libres.
La detención, se comenta, fue puro teatro mediático. Había que mostrar mano firme ante las cámaras, aunque detrás del telón todo siguiera igual. En los boletines oficiales juran que los arrestaron “en flagrancia por despojo agravado”, pero la carpeta de investigación cuenta otra historia.
Son siete los detenidos: al principio eran ocho, pero uno desapareció misteriosamente del expediente. Un Houdini judicial.
Mientras tanto, doña Juana sigue sin poder regresar a su casa de la calle Nuyoo. Durante tres días tuvo sus pertenencias regadas sobre un carril de la avenida, hasta que le pidieron retirarlas porque venía el 2 de octubre y temían otra agresión… o que alguien le robara su mezcal. Ahora vive arrimada en un cuartito, sin apoyo del gobierno municipal ni del estatal. Ni siquiera el DIF, siempre tan dispuesto para la foto, se ha acercado.

Dentro de su casa quedaron dos perros —una perra sorda y otro compañero de desgracia—, además de tres pericos sin comida. Doña Juanita ha pedido que la Procuraduría de Protección Animal los rescate, pero, como suele ocurrir, las jaulas pesan menos que los papeles.
Su hija, la que la despojó, sigue encerrada adentro. No ha salido desde el desalojo. Le lanzan comida al balcón, y así sobrevive “la mala hija”, como le dice su madre, “la que nunca debió haber nacido”. Una escena bíblica, pero sin final redentor.
Nada ha cambiado, pese a las reuniones solemnes en la capital, donde el Chupón —sí, el mismo— prometió limpiar la zona.
Tanto cariño le tiene a los ambulantes que insiste en mantenerlos ahí, aunque sabe que la calle es zona restringida. En su anterior administración, él mismo firmó un reglamento aprobado por el Cabildo que prohíbe las bases de taxis sobre Nuyoo. Pero ahora finge demencia, o cabeza de chorlito, como dicen los vecinos.
Todo está en la Gaceta Municipal número 212, publicada el 9 de julio de 2024.
El Chupón, como buen payaso, sonríe mientras intenta convencer a los vecinos de que los ambulantes son parte del paisaje. Y lo son, pero no el paisaje que prometió cambiar.

Esta semana, las mujeres del colectivo Marea Verde tomaron la Vicefiscalía Regional, porque exigen cárcel para el presidente municipal de San Marcos Arteaga, acusado por su propio pueblo de acoso sexual.
Ahí comienza el enredo. Según se comenta entre pasillos y pancartas, el tema del acoso es apenas un pretexto. Lo que realmente piden —o más bien, lo que les ordenaron pedir— es la destitución de Lorena, secretaria particular del vice fiscal de la Mixteca, Manlio Rigoberto Hernández Domínguez.
Las manifestantes gritan justicia, pero detrás del megáfono se escucha la voz de otro personaje: Salvador “Chava” Zúñiga Hernández, conocido en la región como el presidentito. También asoma la sombra del alcalde el Chupón, su aliado ocasional en los enredos del poder local.
El asunto tiene fondo. A Chava, el presidentito, lo sentenciaron a cuatro años de prisión. Sin embargo, los que saben de leyes y de favores apuestan a que solo cumplirá seis meses encerrado. El resto lo pasará tranquilo, bajo “medidas alternas” —esa fórmula mágica que convierte una condena en vacaciones con vigilancia.
Por eso, cuentan, enviaron a las de Marea Verde a presionar. La consigna: pedir la cabeza de Lorena, la funcionaria incómoda.
Valeria, una de las voceras más activas del movimiento, aparece —curiosamente— en la nómina del Ayuntamiento, bajo la regiduría de Leticia Collado. Es ella quien coordina las protestas, las conferencias y hasta los hashtags.
Lo cierto es que dentro del Ayuntamiento, los más cercanos al presidente Chupón se distinguen por su machismo de cantina: discursos modernos, actitudes cavernarias.
Y sí, por ese mismo tema —la violencia y el acoso— el presidentito Chava ahora enfrenta su condena. Una ironía tan cruda como común: los mismos que usan los discursos feministas como escudo son quienes fabrican las heridas que dicen denunciar.
En la Mixteca, hasta las causas más nobles terminan manchadas de conveniencia. Aquí la justicia se viste de verde, pero obedece al color del dinero o del poder.
Y mientras unos marchan por “las mujeres”, otros aprovechan el ruido para ajustar cuentas, cobrarse favores o salvar el pellejo.
De muy buena fuente —como diría nuestro reportero Flechador del Sol— se supo que el vicefiscal regional de la Mixteca, Manlio Rigoberto Hernández Domínguez, solo permanecerá en el cargo hasta fin de año.
Lo más probable es que regrese a su antiguo puesto como juez; para eso tiene permiso. Y quizá sea lo mejor: hay cargos que pesan más que el uniforme, sobre todo cuando se usan como disfraz.
Cuentan que el talón de Aquiles de Manlio es su tolerancia excesiva. Tolera que su personal llegue borracho, que falte, que improvise. Tolera la ineficiencia con la misma calma con la que otros sirven el café. No ha realizado un solo cateo importante ni un operativo digno de mención. Los pocos que se han ejecutado fueron los que dejó pendientes su antecesor, el maestro Juventino Pérez Gómez, quien, por cierto, hoy es vicefiscal en el Estado de México —donde, dicen, sí se trabaja.

El problema es que Manlio no dirige, ruega. Ruega a los ministerios públicos que avancen en las carpetas, que soliciten cateos, que hagan algo para subir las estadísticas, porque sus números dan pena. Pero el motivo es sencillo: no ha hecho nada.
Dentro de la Vicefiscalía hay personajes que se toman atribuciones que no les corresponden, y Manlio guarda silencio. O, peor aún, los justifica.
Su autoridad se diluye como tinta en agua: está más concentrado en sus relaciones personales que en los asuntos de su cargo.
Para colmo, ha liberado vehículos involucrados en incidentes sin seguir los protocolos. En algunos casos, los entregó a personas que ni siquiera eran los dueños legales. Un vicefiscal que libera coches sin papeles, pero no libera la justicia de su rutina. Y ahora, como si eso corrigiera algo, ha decidido controlar personalmente las entradas y salidas del personal. Cuando alguien no firmaba asistencia, Manlio dicen que exigía reembolsos o justificantes. Fiscaliza relojes, pero no delitos. Persigue retardos, no culpables.
En la Mixteca ya lo dan por hecho: Manlio se va. Deja tras de sí una oficina sin rumbo, un equipo sin respeto y una cifra de cateos que cabe en una servilleta. Quizá al volver como juez encuentre al verdadero culpable de su fracaso. Solo falta ver si se atreve a dictarse sentencia.
Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector, la frase de la semana:
En política, el silencio administrativo es una confesión de debilidad institucional.














