La dictadura de Venezuela, como ha sucedido con las dictaduras modernas, es el resultado de una situación económica en crisis; y, en este caso, el control de la riqueza petrolera venezolana ambicionada por Estados Unidos, a fin de ampliar la participación privada de las grandes empresas y no dejarla, como hasta ahora, bajo el poder absoluto del estado chavista.
La alianza, influencia y participación cubana en Venezuela es otra de las causas para que el status quo sea defendido por Maduro como gato boca arriba, sin importar lo que haya que hacer con tal de no perder el poder.
El dictador de Venezuela sabe bien que, con los cambios políticos que ha operado, la intervención armada de Estados Unidos no se contempla al igual que no cortar el envió diario de los 30 millones de dólares, los cuales son utilizados para que el país funcione al mínimo. Sin embargo, esa cantidad es insuficiente para alimentar a una población que busca comida en los botes de basura en las calles de Caracas.
Quitarle esa cantidad de dinero al gobierno de Maduro implicaría afectar al pueblo urgido de alimentos, medicinas, vestido y el resto de lo que una nación necesita para vivir. Razones que explican el porqué no se han aplicado presiones económicas más severas contra la dictadura chavista.
Maduro sabe bien el valor político de esas detonantes que le han facilitado el endurecimiento y la represión de su régimen, como ha sido el caso de haber establecido la Asamblea Constitucional como responsable de redactar la nueva constitución a modo del dictador. Misma institución que ocupará el lugar del Parlamento elegido constitucionalmente y que fue expulsado del recinto legislativo por el ejército.
Maduro está aplicando estos movimientos políticos para afianzarse en el poder haciendo a un lado a instituciones y personas paso a paso. Ya lo hizo, por ejemplo, con el Parlamento y la Asamblea Constituyente posicionada ya como cámara legislativa. Así como también ordenó la destitución de la fiscal, Luisa Ortega Díaz de la Fiscalía Nacional de Venezuela.
Dos movimientos políticos ilegales con objeto de ir consolidando al nuevo régimen dictatorial a la manera cubana; ejerciendo el poder sin otro límite que la propia edad, como lo hizo Fidel Castro en Cuba. En tanto, la miseria, los posibles bloqueos comerciales y políticos, el éxodo de venezolanos hacia México; serán factores que irá manejando con otro apoyo político más, el de Rusia, tal y como lo advirtió a Estados Unidos el presidente Putin hace unos días: “Que no se atreva Estados Unidos a bloquear Venezuela porque las consecuencias serian graves.”
Maduro anda buscando “quien se la pague”, tal y como sugiere la teoría de las dictaduras y encontró que México es el objetivo ideal para lanzar toda la basura verbal que se le ocurra y con eso distraer las luchas y presiones internas.
La reclamación que le hizo al presidente de México en el sentido de que no haya ido a la frontera norte encabezando a las masas y retar a Donald Trump a los puñetazos, y con picos y palas derribar las bardas que dividen largas zonas territoriales entre los dos países es un claro ejemplo de ello.
“Cobarde”, llamó este desatado al Presidente Peña Nieto, como si el ejercicio del Estado fuese un encuentro de box en Las Vegas, con los himnos nacionales de música de fondo para encender los ánimos del respetable y escuchar al presentador diciendo: “En esta esquina…”
Olvida el señor Maduro que la creación de problemas ficticios se entienden como la opción viable, que de momento le asiste para continuar un proyecto que no tiene destino. ¿O acaso una nación se acostumbraría a la miseria y al hambre? Por supuesto que no, pues le sucedería lo que al burro del español que aprendió a no comer: “Se cuenta que un campesino enseño a su burro a no comer para evitar mayores gastos. Todos los días le hablaba y le decía las ventajas de no comer. Pasado el tiempo, cuando el burro ya había aprendido las lecciones que su amo le enseñó se fue a dormir pero ya no despertó, amaneció muerto. ¡Que lastima, dijo el campesino cuando lo encontró en el pesebre, ahora que ya había aprendido a no comer, se muere!”
Imitar el modelo castrista es equivocado, toda vez que el tiempo y la realidad que aun se vive en Cuba, no es el paradigma para las generaciones actuales ni el futuro que desean vivir. Los tiempos son otros, el romanticismo revolucionario de los sesentas quedo atrás, en la historia, en los recuerdos de que algo bravo ocurrió y que las juventudes lo supieron vivir.
Imitar a Fidel Castro es una insensatez. Fidel es otra historia, un perfil querido, respetado y odiado. Nicolás Maduro es un contra-revolucionario que ha sumido a un país rico en la más humillante de las miserias como es el hecho de que un pueblo busque comida en los botes de basura y furtivamente, en la oscuridad de la noche, secuestre a sus opositores como sucedió con Antonio Ledesma, alcalde de Caracas y Leopoldo López, quien ha estado recluido 3 años y medio por el delito de protestar contra el régimen de Nicolás Maduro, lo cual implica el nulo respeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión.
Twitter: @luis_murat