Las acciones que emprendió la Sección 22 desde el pasado 28 de mayo —un paro indefinido de labores decretado, aunque no cumplido en su totalidad, así como acciones de hostigamiento a la autoridad y la ciudadanía en Oaxaca— parecen tener como primer objetivo el día de la jornada electoral. Sin embargo, también se debe considerar que ni el paro indefinido, y mucho menos el conflicto magisterial, se van a conjurar definitivamente luego del resultado de la elección presidencial.
En efecto, desde el pasado 28 de mayo la Asamblea Estatal de la Sección 22 anunció el comienzo de su jornada anual de lucha. Lo hicieron con la intensidad propia de una lucha enmarcada en la elección presidencial y por eso, desde el inicio, establecieron coordenadas relativas a que su intención era participar —a su modo— en el proceso democrático, independientemente de si conseguían o no las respuestas exigidas a sus demandas salariales, políticas y sindicales.
A nivel regional, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, inició acciones una semana después, quedando claro hasta ahora que ni la Sección 22 en Oaxaca, ni la CNTE como movimiento regional, tienen intención alguna de detener sus respectivas acciones hasta que no lleguen al día de la jornada electoral. Esa es la razón por la que, en la entidad, a pesar de que el magisterio ha entablado diversas mesas de trabajo con el Gobierno del Estado, y ha dialogado directamente con el Gobernador del Estado, siguen sosteniendo que las respuestas gubernamentales son “mínimas e insuficientes”, y eso les ha servido de justificación para sostenerse en la idea del paro indefinido de labores —cuestión que no ha sido homogénea, ya que en la entidad hay muchas escuelas laborando con normalidad.
A nivel regional, la CNTE ni siquiera ha logrado entablar una mesa efectiva de trabajo con la Secretaría de Gobernación. En la Ciudad de México, toda la semana anterior ocurrieron protestas y manifestaciones de los trabajadores identificados con la Coordinadora, aunque lo cierto es que ni el gobierno federal ha definido las vías para establecer una negociación con la CNTE, y ésta tampoco tiene mucha intención de que eso ocurra. Al final, el gobierno federal entiende que a estas alturas tienen muy poco qué negociar con la CNTE; y la CNTE asume que hoy no es su prioridad dialogar sino mantenerse en las calles.
En ambos casos —la 22 en Oaxaca, y la CNTE como expresión regional del magisterio, ambos interesados en mantenerse presentes en este proceso electoral—, podría suponerse que hay claridad entre sus agremiados, y que todo terminará con la jornada electoral del próximo 1 de julio.
En ninguno de los casos es así: tan no hay claridad, que en Oaxaca las acciones impulsadas por la Sección 22 han sido duramente cuestionadas por sus propios agremiados —por eso hay escuelas abiertas—, aunque la dirigencia magisterial se ha valido de sus incondicionales (que no pasan de ser un puñado de personas frente al universo de trabajadores, que rebasa los 80 mil agremiados sólo en Oaxaca) para mantener acciones como el plantón en el primer cuadro de la capital, y los bloqueos a diversos puntos carreteros, terminales de autobuses y el aeropuerto.
Lo más grave es que todo esto podría no terminar el 1 de julio. No hay razones para suponer, ni en lo lineal ni en la interpretación política que ellos mismos hacen de las acciones presentes, que el magisterio detenga sus actos de hostigamiento. Gane o pierda Andrés Manuel López Obrador la elección presidencial, ellos tienen ya delineada una agenda política para los meses siguientes en donde está incluida la presión para la abrogación de la reforma educativa y, posiblemente, la formación de un nuevo movimiento sindical producto del cisma nacional que parece irremediable en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
TODO SIGUE
Si gana López Obrador la Presidencia de la República, la 22 y la CNTE no esperarán a que tome posesión, para comenzar a exigir el cumplimiento de los compromisos. Esto se explica por el hecho mismo de que la naturaleza política del magisterio es opositora.
Ellos no serán aliados de Andrés Manuel, sino que serán los primeros en encararlo y exigirle lo que él mismo prometió. Si llega a cumplirlo, de todos modos el movimiento magisterial no quedará apaciguado y, al contrario, establecerá nuevas coordenadas de lucha para mantenerse vigente e interactuando con el gobierno federal en un marco de tensiones y presiones, no de complicidades ni de alianzas.
Queda claro que no será fácil derogar la reforma educativa, ya que independientemente de la condición en que López Obrador pudiera llegar a ganar la elección presidencial, de todos modos no tendrá la mayoría legislativa necesaria para reformar por sí mismo la Constitución, y quién sabe si tenga a su favor a la mayoría de las entidades federativas, que participan en el proceso legislativo para modificar la Constitución federal, a través del voto de sus Legislaturas estatales.
Mientras se dirime todo eso, ¿qué pasará? Que el magisterio identificado con la Coordinadora se mantendrá movilizado, con una causa legítima —o al menos justificada frente a todos—, y haciendo todo para establecer que ellos no esperan ni aceptarán otro arreglo que no sea el cumplimiento incondicional de sus demandas.
Al final, también tratarán de capitalizar el rompimiento que posiblemente haya al interior del SNTE. Hasta ahora, Juan Díaz de la Torre está intentando jugar en varias bandas en el proceso electoral, pero parece no haber una evaluación consistente de cuál es la opinión de los maestros del país —independientemente de si están o no identificados con la Coordinadora— sobre el futuro de la reforma educativa. Muchos de ellos ni están de acuerdo con ella, como tampoco están a favor de seguir siendo parte de la tropa de varios partidos políticos en un momento tan complejo como este proceso electoral.
ROMPIMIENTO
Por eso mismo, es posible que haya un rompimiento al interior del SNTE y eso se convierta o en un nuevo sindicato magisterial, o en una nueva expresión opositora capitalizada por la CNTE, o en un grupo que intentaría generar una tercera vía frente a la radicalidad de la Coordinadora y el oficialismo denodado del SNTE, a través de la interacción López Obrador-Elba Esther Gordillo. En el fondo, la lucha magisterial entró en un vórtice que no tiene regreso, y que no terminará el día de la jornada electoral.
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