La propagación en las redes sociales de vídeos de palestinos que apuñalan a israelíes y lanzan piedras sobre soldados enardece a una juventud dispuesta a luchar contra la ocupación.
El hashtag “#La intifada comenzó”, en árabe, acompaña muchos llamamientos a manifestarse en las redes sociales.
Tiene hasta su logotipo: un joven enmascarado que lanza piedras en un halo de los colores de la bandera palestina. El hashtag “#Intifada de Jerusalén” también es muy popular.
Poco después de la muerte de un palestino de 21 años, que murió al explotar el artefacto que quería lanzar sobre unos soldados israelíes en un puesto de control en Cisjordania ocupada, Mohamed Halabi, de 19 años, compartía una foto del fallecido en su página de Facebook y escribía: “la tercera Intifada comenzó”.
Días después mató a dos israelíes a cuchilladas en la Ciudad Vieja de Jerusalén, antes de ser abatido.
En la época de los celulares y las redes sociales, los vídeos de ese ataque se difundieron casi de inmediato. El grupo extremista Yihad Islámica afirmó que Halabi era uno de sus miembros.
Poco después empezó a circular un vídeo con el logotipo de las Brigadas al Quds, la rama armada de ese movimiento, en el que se hacía apología de los atentados suicidas que sembraron el pánico en Israel durante la segunda intifada iniciada en el año 2000.
En sus imágenes se puede ver a un joven sonriente, que imita los mensajes de vídeo que graban los kamikazes antes de sus ataques suicidas. Unas manos enguantadas dan el último retoque a un cinturón de explosivos. El vídeo ha sido visto casi 40 mil veces.
Las imágenes de la muerte de Fadi Alun, de 19 años, abatido tras haber herido con un cuchillo a un viandante israelí, según la Policía, fueron reproducidas cerca de 100 mil veces.
Las imágenes que abundan en las redes sociales tienen un verdadero impacto en las mentes.
“Cada día vemos a un nuevo mártir, así que lo mínimo que podemos hacer para mostrar nuestra solidaridad es cambiar nuestras fotos de perfil, compartir las imágenes”, explica en Ramala una joven manifestante que se niega a dar su nombre.
Los selfies de lanzadores de piedras ante un fondo de neumáticos ardiendo o de gases lacrimógenos triunfan. En todos los sitios donde se producen choques, muchos de los que lanzan piedras sobre los soldados israelíes son jóvenes, incluso niños.
Corren más riesgos que los adultos porque no tienen la noción del peligro ni la de vigilancia, explica el psicólogo y universitario Najah al Jatib.
Y los niños y los adolescentes son más permeables que los adultos ante las imágenes de los medios, asegura Jatib, quien opina que los mártires son símbolos para ellos.
Mustafa, de 10 años, dice, con su voz de niño, que le gusta lanzar piedras sobre los soldados, al igual que los demás jóvenes.
“Quiero morir como un mártir”, asegura.
Dos jóvenes de 13 y 18 años murieron desde el domingo en enfrentamientos. La generación de Mustafa no vivió la segunda Intifada pero, 15 años después, está convencida de que “liberará Palestina”.
“Vivimos cosas tan duras desde nuestro nacimiento que ya no podemos soportar la ocupación que nos hace la vida imposible”, afirma Ahmed, de 16 años.
Otros dos adolescentes explican que llevan horas lanzando piedras. Con su mochila a la espalda, dicen que acudieron directamente desde el colegio. Cuando se les pregunta por qué, se ofenden.
“¿Por qué? Podría encontrar un nuevo motivo cada día: los ataques contra Al Aqsa, los niños muertos, la ocupación… Así que hoy, está decidido, ¡lo quemamos todo!”.
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