Algunos padres de familia creen que, si consultan la opinión de sus hijos para todo, incrementarán su autonomía y su madurez en las decisiones más elemental en su vida.
Desde que nacemos, o al menos, desde que hacemos uso de nuestro razonamiento, estamos haciendo elecciones constantemente por ejemplo ¿qué comer?, ¿qué me gusta o me disgusta? ¿qué hacer hoy y qué hacer mañana? entre otras miles de preguntas que nos planteamos en forma instantánea y que casi no nos damos cuenta de que las realizamos.
Para muchos padres, el nuevo estilo de educación es pedirle a sus hijos menores de edad que decidan sobre algo, cuando todavía no tienen la capacidad de decidir qué es lo mejor para ellos mismos.
Casi cualquier persona adulta sabe tomar decisiones, siempre y cuando sepa analizar los datos que tiene a la mano y los compare con las distintas alternativas que le ofrece la situación. Solo así podrá elegir la opción de mayor provecho posible.
Pero cuando desconoce lo que más le conviene, es necesario que alguien lo ayude a elegir, como puede ser desde la ropa hasta el alimento.
Así pues, un jovencito que no tiene esa capacidad, deberá primero aprender para desenvolverse posteriormente. Sin ese aprendizaje, el jovencito jamás podrá decirnos un día como debe funcionar el mundo.
Con buena preparación, les llegará el tiempo preciso para que los hijos intenten cambiar el mundo. Mientras son pequeños, tienen que participar dentro de las líneas que les marquen sus padres.
Así son las leyes naturales de este mundo, y nadie las puede cambiar. Si no crecemos, jamás daremos frutos, no hay de otra.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, está quebrantando esta ley: con la consulta nacional al nuevo aeropuerto internacional de México, quiere cosechar frutos de quienes no los podrán darán.
En este caso, el pueblo es como un niño que no puede decidir sobre un tema técnico de aviación que desconoce.
Y lo peor, éste señor, convirtió a sus votantes en sabios para que le sirvan de escudo en sus posibles errores. Lo que hace López, es abusar de la ignorancia de la gente al clasificarlos de sabios, y conseguir sus intereses.
En el fondo de todo esto, tiene miedo de no llegar a ser un buen padre o líder, por eso le otorga su poder al pueblo para que, en caso de cualquier desgracia, sus hijos lo apapachen o le perdonen.
Como parece que sus rutinas serán frecuentes, no es el hombre que México necesita. Lo que parece claro, es que le da miedo entrar en conflicto con la ciudadanía, por eso prefiere dizque soltarle su poder al pueblo, y mantenerlos engañados. Su actitud es la de un ladino.
La consulta fue tan loca, como preguntarles a los hijos menores de edad cuántas horas de videojuegos quieren tener.
Si va a soltar el poder intermitentemente, o si va a estar engañando al pueblo con sus consultas, entonces, cómo confiarle el país. Si sigue así, va a ser capaz de sentar a cualquiera en su silla, con tal de no hacer sentir mal a nadie, para seguir teniendo un pueblo lindo, inteligente, y dispuesto a bailar cualquier ritmo.
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