Las instituciones más desprestigiadas en nuestro estado y nuestro país son unánimemente los partidos políticos.
Cada vez más gente y más jóvenes abogan por su desaparición, mientras las organizaciones de la sociedad civil, van ganando cada vez más adeptos cuando de organizarse ciudadanamente, se trata.
En verdad pocos argumentos se han vertido sobre la desconfianza o fobia hacia los partidos políticos, pero esos pocos son los suficientes, (verdad o mentira) la corrupción, ineficacia e ineptitud de sus integrantes o personajes más conocidos.
Por desgracia, en la mayoría de los casos a un político se le conoce cuando realiza algo indebido o cuando es señalado (incluso sin pruebas) por la comisión de actos que generalmente tienen que ver con el robo del dinero público.
Hay, sin embargo otro factor innegable que pocos espacios abordan y que es tan pernicioso como el anterior. Los partidos políticos son una de las piedras angulares del Derecho Electoral y esta rama de la ciencia jurídica se aleja cada vez más de la vida de los ciudadanos.
¿Ganan más los estados, gana más el país con cada vez menos partidos que pueden ser vínculo de representación y expresión de las minorías? ¿Es solo asunto de dinero? ¿Le conviene a Oaxaca que solo cuatro o cinco partidos decidan el rumbo de todos, incluso de quienes no se sienten representados? Con todo respeto a quienes piensan diferente, creo que el asunto es más , mucho más complicado que eso.
¿Qué ha pasado?
La cantidad cada vez mayor de tecnicismos, lo hacen impenetrable aún para quien muestra especial disposición y termina agobiado, aburrido, molesto después de 15 minutos de leer un texto especializado.
Es una realidad que el Derecho Electoral se ha convertido en una de las ramas más impenetrables para el ciudadano, incluso para propios y extraños, tanto como el Juicio de Amparo o el Derecho Fiscal.
Haga usted un ejercicio. Pregunte a cualquier persona que haya culminado su Licenciatura en Derecho o esté Cursando los últimos semestres y pregúntele qué es el Derecho Electoral. Con honrosas excepciones, su reacción lo dejará frío.
Si ni los mismos estudiantes o profesionales del Derecho son incapaces de articular una idea asimilada de lo que es la materia que nos ocupa, imagínese del ciudadano que no tuvo acceso a una carrera, que se busca ganar el pan manejan do un taxi, que vende las tortillas en las colonias o que es propietaria de la casa donde siempre se pone la casilla.
Quienes medianamente entienden o los expertos en esta rama autónoma del derecho, deben socializarlo, traducir su alto contenido de tecnicismos en palabras que nuestra gente entienda.
Para que no acuse irresponsablemente fraude, apoye a los que se han acostumbrado a ganar las elecciones violando la ley o desatando violencia en las comunidades o en la sede de los órganos encargados de aplicar e interpretar este tipo de normas jurídicas, solo porque su líder les ofrece insultantemente dinero o simples promesas, mientras los consejeros o los magistrados se encierran en una Babel que hace imposible que el pueblo entienda sus razones.
Hablan el mismo lenguaje unas pocas personas, que al paso del tiempo son más señaladas, exhibidas, ofendidas porque el tribunal les dio palo o por que las instancias del Poder Judicial del la Federación contradijeron sus argumentos.
Habrá personas que quizás ni alcancen a comprender en su totalidad este texto ,escrito a vuelo de pájaro, la madrugada de sábado. Hay quienes recurrentemente escriben en diarios impresos o electrónicos sobre el particular, que ganan credibilidad entre la gente que les entiende un poco más; pero la misma gente se ve impedida en reconocer que ninguna elección es igual a otra, que las leyes electorales tienen varias formas de interpretación, a veces hasta contradictorias, respecto de una abultada cantidad de temas o casos reales.
Y si a esto le sumamos que todos los escribientes, articulistas, columnistas, opinólogos y alguno que otro experto nunca es imparcial y se empecina en defender una idea, un argumento, sin pensar que para un proyectista, consejero o magistrado tiene una connotación diferente y se toma días en desprestigiar, con razón o sin razón, a ese experto impartidor de justicia electoral, el tejido social se sigue desgarrando y los hermanos se siguen defendiendo entre sí.
Lo cierto es que hay varias instancias y mecanismos de defensa que pueden contravenir o convalidar una resolución de cualquiera de las instancias. Dos o tres o 7 personas pueden tener interpretaciones diferentes, debaten, votan y aprueban o desechan, ante la apatía de los ciudadanos que, en cada vez menor cuantía, sale de su casa el domingo que le toque para emitir su voto.
Es un entorno complicado, donde todos tienen sus argumentos, y unos pierden lo que otros ganan… tristemente, a veces, por consigna.
En el transcurso de esta mañana se estaría votando una resolución importante en el seno del Consejo General del Instituto Electoral y de Participación de Oaxaca. Es una decisión trascendente. Sea cual sea, ojalá sea responsable, independiente, fundamentada, motivada y convincente, para evitar politizaciones mediáticas innecesarias que obliguen a acudir a otras instancias que pueden erosionar más todavía la imagen de un noble Organismo Autónomo y sus integrantes.
Que las resoluciones se vean con frialdad Se trata de agotar todos los mecanismos que las leyes brindan y estar ciertos de que cada cabeza es un mundo. Todo es cuestión de fundar y motivar. De encontrar la verdad, la verdad jurídica. El mundo del abogado es el mundo de las pruebas.
Vamos a ver en qué termina todo esto y si unas pocas mentes responsables y comedidas, pueden resarcir con la ley y los libros en la mano, un estado de hecho, que la incompetencia e irresponsabilidad de unos cuantos, que aún festinan, provocaron.
@MoisésMolina