Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco para la grey católica, se alista para viajar 10,244 kms., desde el aeropuerto “Leonardo da Vinci” en Roma-Fiumicino hasta el aeropuerto “Benito Juarez” de la Ciudad de México, CDMX. Largo viaje que se iniciará el 12 de este mes de febrero de este año y que culminará el día 18 de este mismo. Antes de arribar al nuevo estado 32 Ciudad de México, visitará la Habana para reunirse con el Patriarca Cirilo I de la Iglesia Ortodoxa Rusa y con quien firmará una declaración.
Cabe hacer notar, que esta reunión anunciada el viernes pasado cuando se suponía que la agenda del Papa Francisco estaba completa, en el último momento, fue modificada para agregar esta visita que durará dos horas en el aeropuerto de la Habana, sin modificar ni alterar la gira por México. Este encuentro entre los dos líderes religiosos se llevó dos años de trabajo para que por fin el 12 de febrero del 2016 se lleve a cabo en dos horas.
Será, afirmaron tanto la Santa Sede y el Patriarcado de Moscú, refiriéndose al histórico encuentro, una señal de esperanza al mundo. Significará también un mensaje muy significativo para tratar de sanar las heridas ocasionadas por las graves diferencias de más de 1,000 años entre la rama occidental y oriental del cristianismo, división conocida como el Gran cisma de 1054 entre las dos ramas religiosas e iniciadas también con la división del Imperio Romano a finales del tercer siglo.
El punto nodal de este histórico diferendo o germen de la ruptura, radica en el momento en que el emperador Constantino, en el año 330, convirtió a la antigua ciudad de Bizancio en la nueva capital del Imperio Romano de Oriente y, por supuesto, otorgándole su propio nombre, por lo que el Patriarca residente en la nueva capital opto por igualar, en lo eclesiástico, las prerrogativas, ventajas, privilegios y demás gracias adquiridas a consecuencia del nombramiento del emperador Constantino, aunque no se tratase de una sede de origen apostólico.
Aun así, en el primer Concilio celebrado en Constantinopla en el año 381, segundo de los ecuménicos, se logró introducir un canon por medio del cual se le reconocía la máxima autoridad en la iglesia universal, después del papa u obispo de Roma. Esa es la verdadera causa del diferendo, ser número uno y ser numero dos, es decir, la primacía de la Iglesia Romana sobre la Iglesia Universal o lo que es lo mismo: Occidente sobre Oriente.
Como podemos darnos cuenta, han pasado cientos de años y los hombres de las iglesias no han podido ponerse de acuerdo y la separación de las iglesias cristianas persiste hasta nuestros días. Pero en unos días, después de dos años de negociaciones entre los diplomáticos de ambas ramas del cristianismo, se intentará buscar un acuerdo que de señales, como ambos líderes afirman, de Esperanza.
Deseamos que así sea, toda vez que la etapa por la que está viviendo el mundo de nuestro tiempo es de graves y profundos desafíos. Atrapado en problemáticas cada vez más difíciles de resolver y que parecen no tener fin. Un mundo que se debate en tremendas batallas por el poder que lo han llevado a enfrentar a los pueblos hasta el punto de que sus habitantes se ven obligados a abandonar sus hogares y países a causas de las guerras y las graves crisis económicas que les han arrebatado sus hogares, familias, empleos y la vida misma.
Es así, que ante un caos universal, el turno es ahora de las iglesias a fin de ayudar más a sosegar a un mundo desquiciado en el que lo único que importa y prevalece es el valor del dinero, el retorno a la adoración del becerro de oro, a la calidad y caro de las marcas, la preocupación por el hedonismo, y el empeño por adquirir poder. Los valores morales, lo sentimientos de bondad y el respeto por el semejante son parte de la historia.
En efecto, en el presente vivimos ese papel de la obra teatral de Plauto -254-184 a.c.- Asinaria cuando pronuncio esa locución vigente hasta nuestros días: Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).
En su obra De Cive, “El Ciudadano”, Thomas Hobbes, formidable filósofo ingles del siglo XVII, popularizó la frase “Homo Homini Lupus” al referirse al egoísmo del individuo como característica del comportamiento humano, aunque las sociedades, a través de los tiempos han intentado corregir tales conductas para favorecer y ayudar a la convivencia civilizada.
Pues todo eso intentarán los dos líderes religiosos hacer en su breve encuentro en la Habana, toda vez que los trabajos para lograr esta reunión han, como escribimos líneas arriba, llevado dos años de negociaciones para encontrar algo más que la esperanza.
Después, el Papa Francisco arribará a la Ciudad de México, sostendrá 13 alocuciones entre homilías, Ángelus y los discursos que se requieran. Visitará la Villa de Guadalupe, el Palacio Nacional donde se le dará la bienvenida oficial por parte del presidente de México puesto que se trata de un Jefe de Estado. Posteriormente, viajará al Estado de México, a Chiapas, a Michoacán y a Chihuahua.
En los discursos que pronuncie encontraremos los mensajes para la nación mexicana por parte del sumo pontífice al ser México un país urgido por abatir la pobreza, atemperar las desigualdades, generar mecanismos de inclusión social, fortalecer la educación, la salud, los transportes, ahora en manos de monopolios y mafias protegidas por la autoridad estatal y federal. Muchas y variadas problemáticas hay que atacar para beneficio de una nación calificada de ser “Siempre Fiel” por Juan Pablo II, pero que con todo lo que le acontece no sería extraño que ya este cansada de jugar un papel tan manso.
El Papa Francisco bien puede ayudar.
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