Recuerdo bien aquel 23 de junio de 2001.
Caía la tarde y el Paraninfo -espacio emblemático del histórico edificio central de nuestra facultad de derecho – era consumido por el fuego.
Iba yo por la calle Independencia, llegando al Teatro Macedonio Alcalá, y desde ahí se divisaba el fuego, los gases lacrimógenos y la agitación.
Esa tarde el fuego consumió no sólo nuestro inmueble histórico catalogado por el INAH, sino el prestigio de nuestra universidad golpeada por el porrismo, la corrupción y los excesos cometidos al amparo de la autonomía universitaria.
Es el tiempo que a mi me tocó vivir el último año de mi formación como abogado y desde entonces he sido testigo de un doloroso peregrinar institucional.
Ha tomado lustros reconstruir lo que el fuego destruyó en minutos. La imagen de nuestra Facultad de Derecho en llamas fue el epítome de la decadencia.
La Universidad Pública es una de las instituciones fundamentales de nuestro sistema político y no sólo de nuestro sistema educativo.
Todo lo que pasa en la UABJO influye en la vida del estado y la buena marcha de Oaxaca va aparejada a la buena marcha de la Universidad.
Hoy, “por lo menos”, la UABJO tiene estabilidad. Y entrecomillo porque no es poca cosa. Recuerdo períodos de tensa calma, pero no de estabilidad.
Cristian Carreño viene de un parto doloroso. El consenso que lo llevó a rectoría no fue sencillo de obtener. Tomó a la universidad en harapos.
Llegó a administrar un campo de guerra después del armisticio. Y llegó en medio de muchas dudas. Creo que ha sido el ungido más cuestionado de todos, y curiosamente -creo también – el más joven.
Llegó como rector sustituto en circunstancias críticas, y hoy ha sido ratificado para seguir como rector hasta 2026. Lo cual no puede ser gratuito.
Entendió bien, a su llegada, que la UABJO necesitaba un rector presente, incansable y conciliador.
La tarea de represtigiar a la universidad no podía esperar y era, de momento, la única.
Y tenía que hacerse desde la academia. Solo las juventudes y sus familias, que encontraran ahí una alternativa de futuro, podían devolvérsela.
Y hoy, desde la docencia, veo con alegría que las clases no se interrumpen; y que la política deja correr a la academia.
Ese es el camino y se debe mantener el paso.
Necesitamos más escuelas y facultades que sigan satisfaciendo la demanda de nuestras juventudes y las del propio estado con profesionistas de calidad.
Y es importantísimo también ampliar y fortalecer el cuerpo de investigadores que son quienes prestigian a las universidades en el entorno nacional y les dan sus notas de excelencia.
Existen muchas y muchos investigadores oaxaqueños reconocidos fuera de Oaxaca y fuera de México que necesitamos “repatriar” a Oaxaca. Tienen que ser profetas en su tierra.
Y necesitamos también estar cerca de los grandes centros productores del conocimiento y de las artes, como caja de resonancia para el talento oaxaqueño, que hay de sobra.
Por mi parte celebró estos dos años más de continuidad y hago votos porque nuestra querida UABJO vuelva a brillar como digna heredera de Juárez, Díaz, Rabasa y tantas y tantos otros que han moldeado la historia de Oaxaca y de México.
*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca