La subasta: Luis Octavio Murat

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El conductor de Morena, Andrés Manuel Lopez Obrador ofreció donar el 20% del gasto de campaña del 2018 a damnificados de los terremotos. El 20% se traduce en más o menos en 100 millones de pesos que se entregarían directamente a los afectados, sin intervención de intermediario alguno, incluyendo el INE.

La propuesta del tabasqueño abrió el debate y, obviamente, las ofertas de los partidos fueron puestas sobre el tapete elevándolas hasta el punto de ¿quién da más?

Queda claro que de lo que se trata es ganar el aplauso y el favor de los electores y no la motivación de ayudar a quienes lo necesitan. Nuevamente se juega con los sentimientos y la tragedia de las poblaciones para obtener su gracia y después el poder, cuando el engaño y la mentira hayan hecho su efecto.

El Frente Ciudadano integrado por el PAN, PRD y MC, captó la estrategia de AMLO y que ante la presión ciudadana contra los partidos políticos y legisladores que se mantuvieron escondidos frente a la tragedia, el Frente Ciudadano no tuvo otra opción que doblar su apuesta proponiendo terminar con el 100% del financiamiento público a partidos y eliminar los seguros de gastos médicos, los viáticos y gastos para celular y gasolina de todos los altos funcionarios y dedicar todo ese dinero a los damnificados de los terremotos.

El Frente Ciudadano elevó su oferta proponiendo que el financiamiento a partidos políticos no provenga de los impuestos que paga la nación, sino de los simpatizantes y militantes partidistas: “proponemos el procesamiento INMEDIATO de esta iniciativa de ley para eliminar al 100% el financiamiento público”.

Y la subasta tomó fuerza, las acciones se desplegaron con intensidad aprovechando el temor de la gente a los terremotos para captar al mayor número de afectados por los sismos y mostrarse como partidos bondadosos, preocupados por el bien, la salud y la seguridad de los votantes. Ser el mejor partido y el que más conviene para ganar las próximas elecciones.

El reto de AMLO caló fuerte motivo por el cual el PRI aumentó su apuesta inicial de donar el 25%, en su lugar propuso una reforma constitucional para eliminar el 100 por ciento del financiamiento público a los partidos y a los legisladores plurinominales para obtener un ahorro de 20 mil millones de pesos.

La oferta de Ochoa Reza fue acompañada de una visita al INE para hacer efectiva la oferta de renuncia a una cifra inicial de 258 millones de pesos.

La oferta priista fue acompañada de un ingrediente que será debatido por todo lo que implica; me refiero a que la reforma constitucional del PRI anularía el financiamiento público para acceder al financiamiento privado.

Más claro, la subasta partidista implicaría privatizar el sistema de partidos políticos en México con los riesgos que ello implica, como, por ejemplo, el que los financiamientos privados provengan de “manos sucias”; de grupos de interés con objetivos muy claros como las aseguradoras y los bancos; las desarrolladores, las empresas de alimentos y bebidas y los carteles de la droga, que tendrían participación abierta en las decisiones legislativas, ejecutivas y judiciales para obtener más influencia y poder como ocurre abiertamente en el sistema político de Estados Unidos con el partido republicano y la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en ingles), que aprovecharon la Segunda Enmienda Constitucional de los Estados Unidos de América para reconocer el derecho de las personas de poseer y portar amas, protegiendo la libertad.

La NRA que fue presidida por Charlton Heston hasta el 2003 y hoy presidida por James Porter II, es una agrupación tan poderosa que ha detenido al gobierno cuando ha intentado prohibir la venta de armas de alto poder a particulares.

México padece el poder de esta organización con la venta de armas a particulares que las trafican hacia nuestro país para luego ser vendidas a los carteles de la droga.

El apoyo de esta organización al Partido Republicano es indispensable para el Partido Republicano y su poder es indiscutible y altamente respetado.

Así como en Estados Unidos hay varias organizaciones en las democracias, en México basta asomarse a las cámaras legislativas y ver a los cabilderos aflojando las decisiones de los legisladores, o a los restaurantes de moda como aquel en que, reunidos Fidel Herrera, Kamel Nacif y Emilio Gamboa a quien le fue solicitado que una iniciativa fuera congelada. El legislador fue contundente en su respuesta: “No te preocupes, esa pinche iniciativa no pasará”, respondió Gamboa a Kamel Nacif, acusado por Lydia Cacho de cometer actos de pornografía y abuso sexual infantil, según lo consigna en su libro “Los Demonios del Edén”.

Cualquier actividad tiene riesgos y en política no se diga; la condición es superarlos con mejores leyes y sistemas de control, y si en otras democracias se atrevieron no veo porque el sistema político mexicano no pueda hacerlo.

La subasta partidista puede aprovecharse graduando el proceso de la desaparición del financiamiento público, a fin de evitar aceleres que después lamentaríamos, en caso de que el control escapara de la rectoría de las instituciones de gobierno.

La ayuda se sigue necesitando, y se seguirá necesitando por meses, aunque la adrenalina y la oportunidad para protagonismos ya está pasando. Hoy les pregunto, no solo a legisladores y líderes de partidos, sino a todos (Gobierno, sociedad y empresarios): ¿Quién da más? Y que lo ponga en la mesa, sin selfies, ni propaganda, se requiere de ayuda, no de fotos.