Es deber de los que escriben, de los que investigan, de los que esclarecen los acontecimientos, de los que van a fondo de las situaciones, de los académicos, de los que critican, acercarse a la verdad, ser transparentes aunque parezca quimera.
Difundir ideas, puntos de vista, críticas y opiniones son responsabilidades que logran impacto y forman opinión pública en tanto sean veraces y objetivas.
Ser escuchado, leído o estudiado en el aula impartiendo las direcciones correctas, sin desviar la atención de los que aprenden, es de suyo, positivo. Incluso, criticando o aprobando las conductas de la autoridad.
Por estos motivos, es importante que los grupos sociales estén adecuadamente informados para optar por decisiones políticas, sociales y morales atinadas cuando estas se presenten.
Por ejemplo, el próximo mes de julio los mexicanos decidiremos quienes habrán de ser los nuevos gobernantes. Esto requiere de una información clara y veraz que de seguridad y tranquilidad a las grandes masas.
Ciclo importante y crucial de una contienda electoral en la que México realizará cambios significativos para los próximos seis y tres años.
Renovación de poderes que podrían reconstruir anquilosados sistemas políticos que no corresponden más a los tiempos que estamos viviendo.
En lo internacional, así mismo, urgen cambios que modifiquen la relación con Estados Unidos; vecindad que se torna más difícil en cada ocasión que abre la boca el presidente Trump.
Las recientes ofensas lanzadas por el gobernante en contra de mexicanos migrantes obligan a la modificación de las relaciones bilaterales. La altanería, el cinismo del que hace gala, la carencia de educación, la conducta amenazante, las rudas maneras de un tunante, su inestabilidad emocional que lo hace divagar, ser cambiante, voluble y falto de seriedad para tomar decisiones es carga negativa y muy pesada para que un individuo salga bien librado.
Al señor Trump se le ha responsabilizado de la Presidencia de uno de los Estados más poderosos del mundo; cargo al que no le ha hecho honor al haber situado a su gobierno como indeseable.
En efecto, el país respetado en Europa y admirado en otros continentes ha dejado de serlo debido a la arrogancia y petulancia de un gobernante que ha confundido el ejercicio político con un mero negocio privado.
Por todo esto, la vecindad que se vive con un vecino histórico y uno de los socios más importantes y aliado geopolítico con el que se mantienen relaciones comerciales del más alto calado se ha tornado incomoda , desagradable e intolerable al haber derramado el vaso con el último dislate del gobernante cuando, hace unos días, calificó, sin el menor recato y respeto, a los inmigrantes mexicanos de “animales”. Respeto que merece todos los seres humanos, sean inmigrantes como los antepasados del señor Trump, grandes inversionistas, o destacados académicos.
Como respuesta a las ofensas del gobernante que padece evidentes signos de bipolaridad, el gobierno mexicano hizo llegar a su homólogo de Estados Unidos la protesta de rigor, señalando de inaceptables los calificativos del bipolar.
Esta insolencia y vituperio ofendió a grandes masas de la población mexicana en los estados de Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Sonora, Sinaloa, Aguascalientes, Guanajuato, Guerrero y Morelos, estados significativos en la procuración de mano de obra en ciudades, campos de cultivo y granjas estadounidenses.
Los modos corrientes y bajos del señor Trump son igualmente conocidos en Europa; basta recordar su falta de cortesía cuando dejó con la mano extendida a la Primer Ministro, Angela Merkel cuando la gobernante realizó una visita de Estado a Washington.
No olvidemos las bravatas y la reciente declaración de guerra comercial contra China; país con el cual Estados Unidos esta sobre endeudado; o el enfrentamiento contra Corea del Norte. Dos ejemplos claros de que Trump padece un severo desorden emocional y mental.
Nicolás Maduro es otro ejemplo de salud física y mental deficiente al haber hecho de Venezuela una tragedia nacional en la que se ha llegado al punto de que el pueblo carece de papel higiénico, de alimentos y vive en bancarrota.
Daniel Ortega, otro bipolar que hizo de Nicaragua una dinastía; que fue acusado por su hijastra de haberla violado, que gobierna con su esposa neurótica; que tiene a la capital del país convertida en un polvorín con protestas diarias y las calles sembradas de muertos.
Es por ello que, la salud física y mental de los que aspiran a gobernar los destinos de una nación sean temas importantes y delicados para todas las naciones del orbe.
Hacer exámenes físicos y mentales a los candidatos que aspiran a gobernar un país es sano, congruente y razonable, a efecto de que los gobernantes, una vez instalados en el cargo, se conduzcan con razón e inteligencia propias de un estadista y evitando así lamentables situaciones como la que se están viviendo en la Casa Blanca.
En México deberíamos aplicar este requisito, a fin de prevenir locuras extremas.
@luis_murat
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