Contradictoriamente a lo que se piensa, el acceso a la cultura y música en México es complicado y eso ha saltado a la luz con la polémica decisión del gobierno de la Ciudad de México al seleccionar a la cantante española Rosalía para presentarse en la plancha del Zócalo de la capital el próximo 28 de abril.
Dentro del mar de cuestionamientos, dos especialmente llamaron poderosamente mi atención: ¿Por qué Rosalía? y ¿Por qué el gobierno debería financiar este tipo de espectáculos?
En primer lugar, es importante señalar cómo este tipo de eventos multitudinarios acercan a la población a artistas que usualmente se presentan en festivales y shows con precios desorbitantes. Aunque tengas el poder adquisitivo para “asegurar tu lugar”, se dan casos como lo sucedido en la última visita de Bad Bunny al país, donde literalmente se sobrevendieron espacios.
En este caso particular, estos eventos públicos ayudan a impulsar la economía local y fomentar el turismo, con miles de personas viajando desde diferentes partes del país y del extranjero para disfrutar de la música en vivo. Esto no solo beneficia a los negocios locales como restaurantes, hoteles y transporte, sino que también promueve la imagen de la Ciudad de México como un destino cultural y turístico vibrante.
El Estado, con “E” mayúscula, debe recuperar su rol como promotor de cultura, y ahí también está el golpe sobre la mesa, ya que lamentablemente en México padecemos de un mal que es internacional, las boleteras del mal ¿verdad Ticketmaster?
Aunque las críticas no han faltado señalando principalmente “¿por qué Rosalía y no este artista X que es más “artístico”?”, lo cierto es que no voltear a ver lo que sucede en las industrias y responder con mero snobismo rancio negaría la oportunidad a las generaciones más jóvenes de poder escuchar y disfrutar de un concierto de clase mundial, como debe ser.
Personalmente, aunque siento afinidad por la obra de Rosalía, claramente no viajaría desde mi estado a este espectáculo. Sin embargo, creo pertinente que este tipo de espectáculos se den y que se impulse el acceso a la cultura mundial en un mundo cada vez más globalizado.
En mi experiencia, este show puede ser la “experiencia Joy Division” de los próximos artistas mexicanos que nos depara el futuro. Me explico, en 1976 unos jóvenes, John Hook y Bernard Sumner, en Manchester presenciaron el show de los ya famosos y ruidosos Sex Pistols, situación que provocaría que Hook pensara “¡Un momento, yo también puedo hacer eso!”, lo que llevó a que un par de años después hicieran historia con Joy Division y, con el fallecimiento de Ian Curtis, con New Order.
Dejen de pensar tanto en lo que “es o no es cultura” y permitan que todas y todos accedan a ella y decidan qué es, o no lo es.
Sígueme en twitter como @carlosavm_