Tuvieron que transcurrir treinta años para que el sistema de impuestos en Estados Unidos tuviera cambios que no solo repercutirán en la economía estadounidense, sino al resto del mundo.
En septiembre, desde Indiana, Trump anunció su plan de recorte de impuestos como el “más grande que haya habido en la historia” de su país: 1. Propuso que los primeros 12,000 dólares que gane cada persona de forma individual serán libres de impuestos; 2. Los primeros 24,000 dólares de ingresos ganados por una pareja también serán libres de impuestos; 3. Marcó tres topes de impuestos sobre la renta para los trabajadores dependiendo del monto de sus ganancias:12%, 25% y 35%; 4. Se eliminarán los impuestos sobre las herencias. La deducción de impuestos para personas solteras o casadas sería casi el doble de la que actualmente está en vigor: US$ 6.350 para personas solteras, y US$ 12.700 para las parejas casadas.
En cuanto a los negocios la reforma de Trump plantea lo siguiente: 1. Reducción de la carga impositiva a las grandes corporaciones de 35% a 20%; 2. Una tasa máxima de 25% para las “entidades de paso”, como las sociedades de responsabilidad limitada; 3. Un cambio en los impuestos que EE.UU. cobra por las ganancias producidas en el extranjero.
Al término de su discurso pronunciado ante cientos de trabajadores, Trump enfatizo:
“Recortaremos drásticamente la tasa impositiva a las empresas, para que las compañías y trabajadores estadounidenses puedan derrotar a nuestros competidores extranjeros y volver a ganar de nuevo”.
Han transcurrido cuatro meses del discurso de Indiana, y lo que era un proyecto, se convirtió en una reforma fiscal aprobada como ley por las cámaras legislativas, causando, por supuesto, inquietud en la mayor parte de los países como es el caso de México.
Pero vayamos por partes, la reforma indudablemente constituye un triunfo político para Trump, aunque en el fondo constituya una maniobra populista que en el futuro tendrá repercusiones para la economía estadounidense.
Para empezar los demócratas consideran que esta reforma ofrece m¡ás beneficios para los más ricos. Según el senador y líder demócrata, Chuck Schumer, la reforma beneficia al 1% de los estadounidenses con más ingresos, ademas de que genera un hoyo significativo en la recaudación, “esto costará entre 5 y 7 billones de dólares y el gobierno no tiene un plan creíble para pagar”.
Por su parte, el Tax Policy Center, organización independiente de investigación en asuntos tributarios, calculó que la recaudación caería en al menos US$ 4,4 billones y generando un deficit de 1,4 billones de dólares, lo cual se traduce en que las disminuciones a las tasas impositivas no van a generar la suficiente actividad económica para que se generen los ingresos. Es obvio, en consecuencia, que el deficit interno de Estados Unidos aumentará significativamente.
En cuanto a las repercusiones externas de la Reforma de Estados Unidos, han sido de todo tipo, desde las más asustadizas hasta las prudentes que recomiendan calma.
En el caso de México, las cámaras de comercio han salido a los medios con alarma haciendo recomendaciones al gobierno en el sentido de como manejar y ajustar la economía para hacer frente a la nueva situación económica con Estados Unidos y para continuar siendo un país competitivo.
Lo conveniente, en este caso, es precisamente actuar con prudencia, sin alarma que provoque temor entre las empresas y volatilidad en el sistema financiero. Prudencia para hacer ajustes en las tasas de interés y actuar con cautela en cuanto a los impuestos, pues el solo pensar en disminuirlos cuando la recaudación es reducida, sería insensatez.
Lo justo y necesario sería meter al sistema de tributación al comercio informal que genera más de 3.7 billones de pesos y que en cifras del 2016 la mayor parte de lo producido en esta economía arrojó cifras del 23.6% del PIB del 2015.
Si este enorme comercio informal tributara las cámaras de comercio estarían más tranquilas y el gobierno federal tendría mayor margen de maniobra para hacer los ajustes necesarios.
Ahora bien, nuestro país esta iniciando una etapa electoral que cambiará a todo el gobierno federal, mientras tanto, el gobierno que termina deberá tomar decisiones fiscales que repercutirán en las campañas de los candidatos a la presidencia de la república; por lo que conveniente sería que opinaran al respecto los tres principales contendientes, por ejemplo contestar preguntas como: ¿Que debe hacer el gobierno de México respecto a la reforma fiscal de Estados Unidos? ¿Que debe hacer el gobierno de México para continuar siendo competitivos en su relación con Estados Unidos? ¿Que debe hacer el gobierno mexicano en caso de que la volatilidad de nuestra moneda sea alarmante? ¿Que deberá hacer el gobierno mexicano para lograr más recaudación fiscal? ¿Reducir los impuestos es una estupidez populista o un beneficio para crear más empleos?
José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador, deben opinar sobre este tema, toda vez que estamos frente a un reto de interés nacional, que de no atenderlo con prudencia y tino, afectará la economía mexicana. Mientras tanto, prudencia, calma y sin alarmas bueno ayudan.
@luis_murat
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