Han pasado ocho años, tres gobiernos federales, tres presidentes y las bajas civiles se cuentan por cientos de miles desde que se conformó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que quiere dar voz a las víctimas de la guerra contra el narcotráfico. Pero en el país en donde las familias buscan algún rastro de sus desaparecidos en fosas clandestinas, poco ha cambiado.
Javier Sicilia, el rostro más visible de los agraviados por la batalla entre fuerzas armadas del Estado y los carteles de la droga u otros grupos criminales, pone en palabras lo que piensan de la estrategia de seguridad adoptada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: “nos sentimos muy traicionados”.
Sicilia cambio la poesía por las marchas, en el sexenio de Felipe Calderón, cuando el cuerpo de su hijo Juan Francisco Sicilia Ortega fue localizado entre un grupo de siete personas asesinadas en Morelos y junto con más víctimas y familiares de desaparecidos se ha dedicado a exigir el retiro del ejército de las calles y un plan de seguridad de Estado. Este movimiento ha perdurado por tres sexenios.
“A pesar de todo el trabajo que se ha hecho, de que las víctimas que se volvieron un sujeto social, porque estaban absolutamente marginadas, revictimizadas que se les había quitado sus derechos civiles y constitucionales (…) los resultados son muy pobres en materia de justicia de paz. Tenemos 41,000 desaparecidos, según las cifras oficiales, la otra cifra no se contabiliza porque no hay denuncias por tenemos por miedo; hay 700,000 muertos y no para; desplazados, también apenas empieza a entrar del imaginario social y estaremos hablando de un millón de desplazados”, relata Sicilia en entrevista con Forbes México.
De la misma forma que ocurrió en los sexenios de Calderón y Enrique Peña Nieto; la administración de López Obrador y las autoridades “hacen lo que se le pega la gana, oyen pero no escuchan y no se hace una política de Estado para atender el problema teniendo un montón de insumos, de organizaciones, talento y diagnóstico para poder articular”, afirma Sicilia.
Se trata de otra forma de simulación, con un diferente rostro, otro argumento pero los mismos resultados: injusticia, violencia, terror.
La Guardia Nacional, por ejemplo, es un indicio de que la política de seguridad en el país sigue siendo, en esencia, una estrategia de combate entre un ejército desplegado en las calles y grupos criminales.
“Ahora que nos presentaron los informes de la Guardia Nacional, en una especie de pasarela, no la presentó el Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, las presentó el secretario de Defensa Nacional Luis Crescencio Sandoval ¿en dónde está el mando civil? Además, ese mando civil no sabe nada de seguridad, Durazo no es un experto en seguridad, es un disfraz, el mando lo tiene un militar, es la milicia en la calle con otro nombre, otro uniforme”, advierte Sicilia.
Otro eje importante de la estrategia de seguridad de AMLO es el apoyo “a los que menos tienen” a través de programas sociales que garanticen empleo y educación, una medida que representa “una aspirina” para un problema que se desborda en el país.
“Sus programas son nada frente a lo que puede corromper el narco con dinero, el problema es como limitas la economía de mercado y cómo fortalecer las economías regionales, las economías indígenas pero en una lógica no de mercado, eso es lo que no quieren enfrentar y pues si una aspirina “le voy a dar 3000 pesos a los chavos el narco llega y te da 15”.
La propuesta del Movimiento
La integración de una política de Estado en materia de seguridad debe , necesariamente, transitar por la desmilitarización del país y generar mecanismos de justicia para las víctimas con acompañamiento de organismos internacionales, afirma Sicilia.
Si bien, existen logros en materia de atención a los afectados por la guerra desde sexenios anteriores como el establecimiento de la Ley General de Víctimas, la Ley de Desaparición Forzada,la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura, todos los esfuerzos están desarticulados.
“Y empiezan simplemente, como lo hicieron los otros, para atender casos, atienden Ayotzinapa, atienden Tierra Blanca, pero no hay una política pública; tratan de fortalecer la Comisión de Búsqueda pero no hay un plan de trabajo, no hay un proyecto de Estado y un proyecto que no sólo vaya con respecto a las víctimas de desaparición en fosas sino a las víctimas en general, una política integral que no existe, que hemos estado pidiendo, hemos trabajado en ella y que la hemos puesto al gobierno pero no la quieren usar”.
Los muertos, las violaciones a derechos humanos y la ausencia de “la verdad”, uno de los elementos más importantes para la generación de justicia según Sicilia, continuarán mientras las fuerzas armadas ocupen los espacios públicos.
Si la respuesta por parte del gobierno federal sigue siendo el silencio, serán las propias víctimas que establezcan sus propios protocolos de búsqueda de la justicia, como hasta ahora lo han hecho, afirma el ex poeta.
“Ahí está la sociedad civil rebasando al Estado, para atender el problema que han atendido los familiares de las víctimas de desaparición con escasos recursos, ahora medio apoyadas por la Comisión de Atención a Víctimas. Queremos trabajar para que sea un buen gobierno, pero no lo podemos hacer sin las organizaciones internacionales y sin nosotros, estamos dispuesto, ya lo hemos demostrado, lo hemos dialogado ¿no lo quieren? Van a obligar que se generen comisiones como las que han hecho las madres que buscan a sus hijos por sí mismas”.
Los índices de inseguridad no descienden y el gobierno está tardándose en responder, de seguir así, esta nación, inevitablemente, se enfrentará con el horror, advierte Sicilia.
Forbes