El doble atentado de ayer en Oslo, capital de Noruega, ha tomado hoy la dimensión de “tragedia nacional”, en palabras del primer ministro, Jens Stoltenberg, que ha comparecido en rueda de prensa a primera hora de la mañana. A media tarde de hoy, la policía ha confirmado que el tiroteo de la isla de Utoya ha causado la muerte de al menos 85 personas, la mayoría de ellas jóvenes miembros del partido laborista que participaban en un encuentro al que tenía previsto acudir el primer ministro. El tiroteo se produjo poco después de que un potente coche bomba estallara en el centro de Oslo, junto a la sede del Gobierno, y causara otros siete muertos. Tras la matanza de la isla, la policía detuvo a un hombre, un noruego de 32 años identificado como Anders Behring Breivik, al que la policía vincula con la extrema derecha. Fue el único detenido ayer. Esta mañana ha sido arrestado otro hombre en el exterior del hotel donde se encontraba el primer ministro Stoltenberg, por llevar un cuchillo en un bolsillo del pantalón, según ha declarado el propio detenido, que ha dicho que llevaba el arma porque no se sentía seguro.
La policía noruega afirma que no hay pruebas concretas de que hubiera otra persona en Utoya que colaborara con el asesino, pero no pueden descartarlo todavía.
El primer ministro laborista Stoltenberg ha comparecido de nuevo esta mañana junto al ministro de Justicia, Knut Storberget, para responder a los periodistas y expresar sus condolencias a las víctimas y sus familias y ofrecer detalles del suceso. Antes de responder, ha calificado de “tragedia nacional” el doble atentado, “el mayor crimen en el país desde la Segunda Guerra Mundial”. En particular, lo ocurrido en la isla de Utoya, donde tenía previsto hablar ante los jóvenes de su partido DNA acribillados por el pistolero. “El paraíso de mi juventud convertido en un infierno”, ha dicho emocionado Stoltenberg, recordando que Utoya fue el lugar de sus vacaciones juveniles desde 1979, un lugar donde “he experimentado la alegría, el compromiso y la seguridad y que ha sido golpeada por la brutal violencia”. “Conocía a muchos de los jóvenes [reunidos en la isla] y conocía a sus padres”, ha dicho el primer ministro, que ha viajado horas depués a la isla para acompañar a los supervivientes e interesarse por las víctimas.
El primer ministro, flanqueado por su ministro de Justicia, que ha descartado que haya “razones para elevar el nivel de alerta” pese a lo ocurrido, ha confirmado que hay un detenido por el doble atentado, pero no ha podido aclarar si actuó solo o fueron varias las personas que perpetraron la matanza en Oslo y la isla de Utoya. En cualquier caso, la policía ha informado que al detenido se le acusa tanto de la colocación del coche bomba como del tiroteo en la isla. Aunque se vincula al detenido con la extrema derecha, Stoltenberg no cree que el país tenga “un gran problema con los extremistas de derechas comparado con otros países”. “Hay grupos y los seguimos”, ha saldado.
Poco después, la policía ha actualizado el balance de muertos, cifrando en 85 los fallecidos en Utoya y siete en la explosión en Oslo. El número dos de la policía, Roger Andresen, no ha cerrado el balance. “En Oslo, con la explosión y su impacto, no estamos seguros de que el número sea definitivo. En Utoya, aún se buscan más víctimas en el agua”.
Del detenido se van conociendo detalles a cada hora que pasa. Se le ha identificado como Anders Behring Breivik, un hombre de 32 años al que se vincula a la extrema derecha. La policía, que está registrando su piso, lo ha descrito esta mañana como un “fundamentalista cristiano” cuyas opiniones políticas se inclinan a la “derecha”, sin más precisiones. Tiene un perfil en Facebook que ha sido bloqueado. En Twitter, existe una cuenta con su nombre, con un unico mensaje: “One person with a belief is equal to the force of 100 000 who have only interests” (“Una persona con una creencia iguala la fuerza de 100.000 que solo tengan intereses”). El perfil cuenta con varios centenares de seguidores -aumentan a cada minuto- pero no es seguidor de nadie. Está datado en Oslo. A media mañana, Felleskjoepet Agri, una empresa de suministros agrícolas ha informado a Reuters de que Behring compró el pasado 4 de mayo seis toneladas de fertilizantes, productos con los que se pueden fabricar explosivos. El detenido posee una granja, por lo que a la empresa no le extraña el pedido.
El doble atentado sacudió ayer la tranquila sociedad noruega. Primero, sobre las tres y media de la tarde (hora peninsular española), un potente coche bomba sacudía el centro de Oslo. Había sido colocado junto a varios edificios gubernamentales (mapa), entre ellos las oficinas del primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg, quien no estaba allí. Las oficinas de Stoltenberg, así como los Ministerios de Petróleo y Hacienda, y la sede del tabloide Verdens Gang (VG) quedaron seriamente dañados por el atentado.
Stoltenberg tenía previsto, horas más tarde, hablar ante los jóvenes del partido laborista que acampaban en la isla de Utoya a donde, tras la explosión, se dirigió al parecer el detenido, vestido de policía, para abrir fuego de forma indiscriminada contra las juventudes laboristas, que huyeron despavoridas. Se trata, por tanto, de un doble atentado contra el Gobierno o, al menos, contra el partido laborista que lo encabeza. La tragedia de la isla tardó en mostrarse en su magnitud. Durante toda la tarde, se hablaba de una decena de fallecidos, hasta que, ya de madrugada, la policía elevaba el trágico balance hasta más de 80 muertos. Según testimonios recogidos por la televisión local NRK, se trató de “una ejecución en toda regla”. Además, el coche del detenido, hallado en la isla, tenía en su interior más material explosivo.
La seguridad ciudadana se suele dar por descontada en Noruega, por lo que es probable que las medidas policiales en la isla fueran muy escasas. La pequeña superficie de Utoya facilitó, además, que un pistolero con armas automáticas pudiera cometer en ella una masacre. Según algunos testimonios, el detenido portaba pistolas y rifles.
Tendré miedo de por vida
Anoche algunos testigos contaban a la televisión pública NRK y a otros medios locales que el número de muertos en la isla de Utoya podía ser mucho mayor del facilitado en un primer momento. Algunos de los participantes en el campamento trataban por la tarde de escapar de la isla por barco o incluso a nado. Dado que el presunto terrorista iba vestido de policía, los asistentes al campamento huían de los policías auténticos, que se afanaban en recuperar la confianza de los muchachos. Según la prensa local, este tipo de actos congrega a jóvenes de entre 15 y 25 años, aunque suelen asistir también políticos en activo o retirados. Por la noche, las fuerzas de seguridad seguían buscando más artefactos explosivos.
“Vi que disparaban a la gente. Intenté sentarme lo antes posible. Me escondí detrás de algunas piedras. Le vi una vez, solo a unos 20 o 30 metros de mí. Pensé: ‘Tendré miedo de por vida’, y en toda la gente que quiero”, relataba Jorgen Benone, uno de los supervivientes, a la agencia Reuters. “Vi gente saltando en el agua, sobre unas50 personas nadando lejos de la costa. La gente estaba llorando, temblando, estaban aterrorizados”, cuenta Anita Lien, que vive a pocos metros de la isla, a la misma agencia. Muchos saltaron al interior de los pocos edificios de la isla mientras oían los disparos, se escondieron entre los árboles o no vieron más alternativa que lanzarse al agua. Botes salvavidas y helicópteros han rastreado las aguas en busca de supervivientes.
Amago islamista
Según el diario estadounidense The New York Times, un grupo islamista llamado Ansar al-Yihad al-Alami (Colaboradores de la Yihad Mundial) se atribuyó los atentados. La televisión noruega señaló poco después que ese mismo grupo había negado toda responsabilidad en el atentado. El Ejecutivo noruego se mostró muy cauteloso en cuanto a la autoría del atentado.
El primer ministro calificó la situación de “muy grave” y convocó a los ministros de Defensa y de Exteriores para reunirse en un Comité de Emergencia. También aseguró ayer que su país responderá con más democracia a ataques violentos. La ciudad donde cada año se entregan los premios Nobel de la paz no había sido escenario de escenas tan violentas desde el final de la II Guerra Mundial. Los analistas y observadores internacionales destacan que las medidas de seguridad en el país escandinavo son por lo común bastante más laxas que en el resto de Europa.
El País