La época decembrina es, posiblemente, la que más influencia espiritual y emocional despierta entre la humanidad.
Imposible adjudicarlo únicamente a la inmensa connotación religiosa que representa entre feligreses, u observarla de forma tan fría y banal por la cuantiosa cantidad de recursos económicos que representa mercantilmente a nivel mundial.
Focalizando el tema a nuestro país, en México son fechas que marcan nuestra esencia como una sociedad que centra su fortaleza e identidad en el núcleo más importante de nuestra vida diaria: la familia.
La navidad, nos une y nos reúne. La navidad, alimenta el espíritu de la fe y nos renueva el alma. La navidad, nos concede ese reencuentro interior que conjuga alegría y nostalgia. La navidad, sin importar edades, retroalimenta la memoria a nuestros años de infancia y hacia todos los momentos imborrables de cada etapa concurrida. La navidad, se nutre de la emoción e ilusión que se proyecta en cada rostro infantil.
Y es precisamente en esos gestos de ternura, que se nos toma de la mano para procurar hacernos más sensibles y solidarios con quienes requieren de mayor ánimo para sostener viva e intensa la llama de la vida y la esperanza.
La navidad es, indiscutiblemente, una parte sustancial en la identidad de nuestros hogares y un gran lazo de afecto indisoluble con nuestras amistades.
Una vez que se apertura el camino y damos ese paso de relevancia trascendente a la tradición navideña en nuestra descendencia, podremos garantizar cada año siguiente nuestra puntual cita en unión familiar. Incluso, más allá de los tiempos en que la eternidad nos alcance.
Ayer, en el brillo de los ojos de nuestro primogénito, a pregunta directa sobre la existencia real de Santa Claus y los Reyes Magos; al escuchar nuestra explicación y respuesta, brincó pausadamente de la sorpresiva verdad a la vertiginosa magia que encierra de fondo la realidad.
De pronto, viéndonos fijamente, él mismo se vio proyectado al futuro, que con la bendición de Dios deseamos así sea; y a escasos días de cumplir sus 10 años de edad, nos prometió que llegado ese momento fomentará entre sus hijos esa misma emoción que, ayer entre nosotros y hoy en él, permitirá durante muchas generaciones más que la navidad nos mantenga unidos por siempre y hasta siempre.
Seamos, permanentemente, una más entre las tantas familias que a diario agradecemos la bendición y el amor de Dios. Y también, claro, por permitirnos disfrutar la magia inagotable de la Navidad.
Que la salud, el amor, la paz y la alegría; inunde de parabienes a todos los hogares de nuestro amado país y disfrutemos de una maravillosa e inolvidable ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
* Invierno 2021.