La inconfesable alianza de Gabino Cué

Print Friendly, PDF & Email

Jorge Franco Vargas, el hombre más poderoso en Oaxaca durante el sexenio de Ulises Ruiz Ortiz, intervino en 2009 los teléfonos del diputado federal Eviel Pérez Magaña, quien desde entonces se perfilaba como el delfín del gobernador para contender por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones de 2010. Franco quería ser el candidato. No dudaba merecerlo luego de la ayuda que brindó al gobernador durante la rebelión de 2006, cuando quitó del camino a opositores como el líder magisterial Enrique Rueda Pacheco, a quien compró con unos cuantos millones de pesos. Franco, desde la Secretaría de Gobierno, se deshizo también —mediante modos no siempre monetarios— de otros dirigentes que pedían la renuncia de Ruiz Ortiz.

Dos semanas antes de que el hoy ex gobernador de Oaxaca diera a conocer que Pérez Magaña sería el candidato priista, Franco Vargas visitó a su entonces amigo Ruiz Ortiz para decirle a bocajarro: “¿Traes a Eviel?”. Era la sexta ocasión en que se lo preguntaba. Ulises Ruiz le respondió que no, pero Franco Vargas, a través de su red de espionaje telefónico, escuchaba cómo Ulises ya le daba indicaciones a Pérez Magaña para que se preparara como el candidato que enfrentaría a Gabino Cué Monteagudo.

PRIMEROS ACERCAMIENTOS

En ese entonces Franco era el presidente estatal del PRI, aunque en los hechos era una especie de vicegobernador. Salvo “el dedazo” de la sucesión, las otras decisiones administrativas y políticas importantes se tomaban en su oficina. El poder que le había otorgado Ulises Ruiz desde el primero de diciembre de 2004 no sólo se mantenía intacto, sino que había crecido.

Finalmente, Ulises Ruiz dio a conocer lo que Franco Vargas ya sabía: que Pérez Magaña sería el candidato. El ex gobernador oaxaqueño decía a sus cercanos que el nombramiento de Pérez Magaña se debía, entre otras cosas, a que Alfredo Harp Helú y Carlos Slim respaldaban su candidatura, lo cual no era cierto.

El mismo día del anuncio, Franco Vargas buscó establecer contacto con el equipo de campaña de Cué. Para esto se valió de Amador Jara, a quien Franco había apoyado para que consiguiera la presidencia estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Oaxaca. Cué trataba de incluir a los perredistas estatales en la alianza con el Partido Acción Nacional (PAN), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia y, paradójicamente, no fueron el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, ni el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quienes determinaron el apoyo del PRD a Cué, sino Franco Vargas, el funcionario más señalado por encabezar la represión en contra de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y otros grupos rebeldes.

El apoyo de Franco a Cué Monteagudo no paró ahí. Desde su posición de poder y sin renunciar al PRI, logró que un importante sector de la iglesia cristiana local —representada por el pastor Elías Betanzos— apoyara también al candidato opositor. No es poca cosa: el movimiento cristiano oaxaqueño tiene su peso: en 2006 fue uno de los pocos grupos que salieron a las calles a respaldar abiertamente la permanencia de Ruiz Ortiz en su cargo, para lo cual montó incluso una estación de radio clandestina (Radio Ciudadana), desde la que arremetieron en contra de Los Appos, como despectivamente se les llamaba a los manifestantes que sitiaron la ciudad con marchas y barricadas.

Otro de los guiños que hizo a la campaña del actual gobernador de Oaxaca fue que, durante la contienda, algunos líderes regionales que el propio Franco Vargas había hecho desertar de forma espectacular años atrás, tanto del PAN como del PRD —con la quema de sus credenciales delante de los medios de comunicación y el anuncio de su ingreso al PRI incluidos—, regresaron a sus respectivos partidos por órdenes de Franco. Uno de los casos más evidentes fue el de Samuel Bautista, del municipio de Ejutla.

ESPIONAJE Y FILTRACIONES

Aunque el presidente del PRD en Oaxaca, Amador Jara, no era de toda la confianza de Gabino Cué, tomó mayor protagonismo a lo largo de la contienda debido a que era el puente con Franco Vargas, a quien Cué nunca vio en persona, por lo menos hasta principios de noviembre. A través de Jara, Franco intentó colar candidatos de su equipo, como Héctor Sánchez, en Juchitán, un antiguo líder de la izquierda del Istmo de Tehuantepec que acabó al servicio del PRI.

Miembros del equipo de campaña del ahora gobernador cuentan que inicialmente había sospechas de que los acercamientos de Franco fueran parte de una estrategia de infiltración de Ulises Ruiz, pero poco a poco se abandonó esa idea, sobre todo luego de recibir puntualmente información clave de los movimientos del gobernador y de su equipo más cercano, así como de los del candidato priista Pérez Magaña. “De repente llegaban avisos al búnker como: ‘Ulises está con el presidente del Instituto Electoral en tal dirección’ o ‘López Lena acordó tal cosa’; también nos decían: ‘En la cuenca se van a mover tantos camiones y en la sierra están sacando dinero de tal lado para la campaña de Eviel’”, relató uno de los hombres más cercanos al ahora gobernador. Los partidarios recibían estos mensajes anónimamente, pero sabían que quien los enviaba era Franco.

Además de información sobre movimientos estratégicos del equipo priista, el equipo de Gabino Cué recibió información de actos de corrupción presuntamente realizados por Ruiz y Pérez Magaña. Algunos se filtraron a la prensa, como los contratos otorgados por Pérez Magaña, cuando fue secretario de Obras Públicas, a un hermano constructor de Ulises Ruiz Ortiz. Pero otros actos no se revelaron, como la compra masiva y el equipamiento con recursos públicos de tierras privadas en Huatulco, en las cercanías del río Copalita.

Una de las fuentes de información de Franco Vargas era la red de espionaje afinada durante su paso por la dirigencia estatal del PRI, en donde, entre broma y en serio, algunos colaboradores decían que la principal Secretaría del partido la ocupaba un misterioso ingeniero de sistemas. Ulises Ruiz quitó a Franco de la presidencia del partido y puso ahí al senador Adolfo Toledo, pero éste prácticamente recibió un cascarón, ya que Franco se había quedado no sólo con las redes políticas y sociales, sino también con las de espionaje.

Un colaborador de Cué relata que Franco Vargas fue quien llevó al diputado federal panista Javier Corral una serie de grabaciones telefónicas entre Ulises Ruiz y Eviel Pérez Magaña, así como otras con el presidente del Instituto Estatal Electoral y su director de comunicación social. A cambio de ellas, Franco pidió una cita con algún alto funcionario del gobierno federal para aclarar una investigación de la PGR en contra de él, dada a conocer en 2007 por MILENIO Diario, y pidió recibir una beca de estudios en el extranjero en caso de que no ganara los comicios Gabino Cué.

Las grabaciones de Franco fueron entregadas a la periodista Carmen Aristegui. Según la lógica del equipo de Gabino Cué, el objetivo principal no era cambiar la intención de los votantes oaxaqueños, sino evidenciar ante la propia clase política priista la falta de carácter y aptitud de Pérez Magaña —quien en las grabaciones asentía a cada indicación que le daba el mandatario—, y que el presidente Felipe Calderón escuchara cómo el gobernador y su candidato se referían a la primera dama, Margarita Zavala, a quien llamaban “pendeja”.

Al final, la compleja estrategia de alianzas electorales emprendida por Cué Monteagudo para ganarle al PRI tuvo éxito. Ahora la encrucijada será gobernar después de haber recibido el apoyo tanto de Felipe Calderón como de Andrés Manuel López Obrador, de un sector importante de la APPO y del principal enemigo de ésta. Por lo pronto, el pasado primero de diciembre Jorge Franco Vargas ocupó un asiento como invitado especial en la toma de protesta de Gabino Cué. Pero antes de entrar al recinto oficial fue recibido con el grito de “asesino”.

Diego Enrique Osorno/Milenio