Mientras Estados Unidos seguía intentando salir de la conmoción tras el tiroteo del viernes en la escuela Sandy Hook, el presidente Barack Obama sufrió ayer un momento incómodo en la conferencia de prensa en la que anunció la creación de un grupo de trabajo liderado por el vicepresidente Joe Biden para que presente en el transcurso de enero cambios en la legislación que regula la tenencia de armas.
Cuando le preguntaron qué había hecho al respecto durante los últimos cuatro años, Obama enojado recordó que entre otras cosas tuvo que ocuparse de una de las peores crisis económicas y una industria automotriz en agonía. “Les puedo asegurar que no estuve de vacaciones” , disparó.
La prohibición de fusiles de asalto, la revisión de antecedentes de los compradores, la reducción del número de balas y nuevas políticas relacionadas con la violencia en la cultura popular y la salud mental forman parte del paquete de medidas que Obama propone para evitar que se repitan matanzas como la del viernes, que dejó 20 chicos y siete adultos muertos, incluyendo al asesino.
“Esta vez, las palabras deben conducir a los hechos”, dijo Obama, en una intervención en la Casa Blanca, en la que fijó para enero el plazo para que se le entreguen las recomendaciones. Biden tendrá hasta entonces para analizar cómo regular la tenencia de armas, que está avalada por la segunda enmienda de la Constitución.
Las medidas específicas que recomiende Biden serán dadas a conocer en el discurso de Obama sobre el Estado de la Unión, que generalmente tiene lugar a fines de enero.
El presidente indicó que respalda el derecho de los ciudadanos a tener armas, pero sólo dentro de los “límites responsables” y que el país tiene la “profunda obligación” de contener la violencia armada. “Si hay aunque sea una cosa que podamos hacer para prevenir uno de estos eventos , tenemos una profunda obligación, todos nosotros, de intentarlo”, destacó Obama ante periodistas.
Agencias