Teresa Ramos Arreola es una legisladora capitalina del Partido Verde Ecologista, que propuso el retiro de todos los monumentos históricos referentes a Hernán Cortés y a Cristobal Colón, propuesta a tono con las cartas enviadas al Rey de España, Felipe VI y al Papa Francisco por el Presidente López Obrador, en el sentido de que pidan perdón por los crímenes cometidos contra los pueblos indígenas.
Fue el 8 de noviembre de 1519 cuando totonacos, tlaxcaltecas y castellanos, unieron fuerzas para derrotar al Imperio de Moctezuma II en cruenta batalla de 75 días de sitio violento de Tenochtitlán y 2 años de intentos fracasados de los invasores por asaltar el poder establecido de Tenochtitlán.
Cabe señalar, que los invasores eran castellanos provenientes del reino de Castilla, ubicado dentro de un territorio conformado por reinos independientes: Castilla, Toledo, León, Asturias, Navarra, Córdoba, Granada, Jaén, Aragón, Valencia, Sevilla, y el principado de Cataluña. España no existía.
El Imperio Azteca era el pueblo-nación que dominaba aquel inmenso territorio, poderoso como ninguno, dominó a los pueblos que se les opusieron, a fin de cobrar tributos y hacer del Imperio Azteca una potencia guerrera tan rica y poderosa, que las narraciones de Bernal Diaz del Castillo en “La Verdadera Historia de la Nueva España”, hablan de que Moctezuma II se alimentaba de peces frescos del día enviados a Tenochtitlán desde Veracruz con atletas que hacían la ruta corriendo en relevos para que fueran servidos en la mesa del Emperador y Señor de la Gran Tenochtitlán.
Maravillados, los castellanos no dudaron en apoderarse del paraíso que habían descubierto, y así lo hicieron, a sangre y fuego, sin misericordia, en alianza con los disidentes. Solo así fue posible conquistar al Imperio Azteca y tomar sus riquezas.
Así lo hicieron Francia, Italia, Rusia, Inglaterra, Holanda, los países nórdicos, Alemania, Portugal, España, y Estados Unidos, Imperio que arrebató a México más de la mitad de su territorio, sumando la compra que hizo a España de grandes extensiones de tierra que habían sido descubiertas por los castellanos en Norteamérica.
Habría que enviar una carta al Señor Trump solicitándole que pida perdón y construya su muro más atrás, por el rumbo de las Carolinas.
La historia del planeta ha sido así, dramática siempre, historias de vencedores y vencidos, historias que todavía no terminan.
Así es la condición humana, el afán de tener más que el otro, el homo homini lupusde Thomas Hobbes, con el único propósito de tener más poder sin importar lo que haya que hacer con tal de obtenerlo.
Ayer y hoy, gracias a la Historia, tenemos la oportunidad de conocer lo sucedido en otras épocas. Es por ello que los libros, las películas, grabaciones, pinturas, esculturas, pinturas rupestres, construcciones, edificios, pirámides, monumentos, indumentarias, modas, son testimonios valiosos del pasado lejano y reciente.
Testimonios que nos muestran las atrocidades cometidas por los nazis en los campos de exterminio, o los herrajes que usaban los castellanos para marcar a fuego vivo a los aztecas; o el pan y circo de los bárbaros espectáculos efectuados en el Coliseo Romano para ver a los leones hambrientos devorando cristianos; o las luchas a muerte entre gladiadores.
Conocer las barbaridades o aciertos del homo homini lupusse debe a las investigaciones de los historiadores en base a los testimonios físicos y actos ocurridos a través del tiempo. Sin ellos no habría historia ni ciencia.
No imagino lo que sucedería en Cuernavaca si se derrumbara el Palacio de Cortés; o si se derrumbara el Palacio de Cortés en Ciudad de México, actual sede de la alcaldía de Coyoacán; o se derrumbara la estatua de Cristobal Colón en Paseo de la Reforma, como lo hicieron las tropas estadounidenses con la estatua de Saddam Hussein cuando invadieron Irak.
Estos actos son resultados de las guerras, a fin de marcar la señal de triunfo del vencedor. Así sucedió con la Gran Tenochtitlán que fue enterrada por los castellanos y los curas para desaparecer el pasado y dar origen al mestizaje, al idioma, a la religión, a las costumbres que se mezclaron al fundir dos razas que construyeron el México de nuestros días.
De manera, que incitar al odio, al rencor, a destruir los testimonios históricos solo se explica porque la ignorancia es atrevida.
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