Parte de la militancia priista manifestó su desacuerdo con la designación de Enrique Ochoa Reza como presidente del PRI. En principio, no se respetaron las formas ni las reglas políticas como lo señalan los estatutos para elegir la dirigencia del CEN; me refiero a la convocatoria abierta y a la obligada consulta a las bases mediante la participación del Consejo Político Nacional, a fin de perfilar el método según la fracción XVI del artículo 81 en lo que se refiere a las facultades del mismo Consejo Político, cito textual:
“Determinar el método para la elección estatutaria de Presidente y Secretario general del Comité ejecutivo Nacional a que se refiere el artículo 159 de estos estatutos y…”
No fue así; a la vieja usanza, “el dedazo”, como latigazo, hirió el ánimo de la militancia al no cumplirse el tradicional rito de unción. Por tal motivo, las respuestas de la militancia a tal acción fueron inmediatas al manifestar su desacuerdo a la designación del ex director de la Comisión Federal de Electricidad; dueño de 110 taxis y 109 placas del mismo giro y una militancia partidista discutible en cuanto a las fechas de registro.
Pero en el PRI todo es posible ya que se maneja como una maquinaria electoral para cargos de representación popular al servicio y designios del presidente priista en turno y punto.
La imposición de Enrique Ochoa Reza así lo evidencia. El PRI es el PRI, no cambia, aun cuando su estado es crítico después de la paliza recibida en la pasada elección; una de las más graves derrotas políticas que lo tienen en riesgo de perder la suprema batalla del 2018 ante el PAN o Morena.
La designación con aroma de autoritarismo de Enrique Ochoa Reza, por no haberse cuidado las formas que el ejercicio de la política demanda, propició un raspón innecesario al cuerpo político de la institución. “La forma es fondo”, como afirmaba el más grande ideólogo que ha tenido el PRI, Jesús Reyes Heroles.
Hecho el agravio, a enmendarlo y a obedecer, no les queda otra a los priistas.
Una vez superada la molestia del “dedazo” presidencial los de siempre iniciaron el reacomodo que deba incluirlos en el carro de las elecciones del 2017 y 18. La clase jurásica en el auditorio dijo: ¡presente!
Por su parte, Enrique Ochoa Reza, cuenta con sólida formación académica. Como Director de CFE, aun habiendo dejado a la Comisión en números rojos y aumento de tarifas el desempeño fue aceptable. Como presidente de su partido, ofreció encabezar un cambio y nueva era en el PRI.
Pidió, “abrir las puertas del partido a la sociedad, a la crítica y a la autocrítica, analizar errores y ofrecer a los problemas del país soluciones que ayuden a recuperar la confianza propia y de la gente…”
Los propósitos del nuevo dirigente sustituto tienen marca; su juventud rompe la cadena generacional del parque jurásico partidista; el de los viejos y anquilosados métodos que con el tiempo se convirtieron en auténticos vicios que hicieron estragos el 5 de junio.
Cierto, las viejas formas desgastaron al PRI hasta sumirlo en la debacle que se encuentra y cuando la convicción partidista de sus militantes dejó de ser lo que en esencia los tiempos actuales exigen, es decir, interés de la ciudadanía en la política y en su partido.
Los números de las encuestas, que siempre mienten pero que siempre se consultan, nos muestran que los niveles de aceptación del presidente Peña Nieto cayó 9 puntos consiguiendo solo el 29% de aprobación de los ciudadanos agregando que su partido perdió 7 gubernaturas a manos del PAN que se ha situado como primera fuerza política de México; el PRI en segundo y Morena en tercer lugar, casi al segundo lugar.
El PRI y el Presidente en franco declive, aun cuando a los tres próximos ex gobernadores los hayan situado en la vía de la antesala judicial.
Pero, ¡caray! Las viejas prácticas no se dejan, la designación de Enrique Ochoa Reza lo confirma y sin el cuidado de “la forma que es fondo” se deja sentir, sin recato, la decisión desde “el más allá”, a efecto de que el nuevo dirigente inicie la pavimentación del abrupto sendero que recorrerá aquel que reciba el favor presidencial. No obstante, el nombramiento de Enrique Ochoa Reza permite transparentar señales presidenciales en el sentido de que la preferencia en corto ya se hizo y suponer es sencillo.
La encomienda al nuevo dirigente no es sencilla, toda vez que no cuenta con la experiencia partidista y la suma de las fuerzas políticas por lo que habrá de hacerse doble esfuerzo, a fin de avanzar con el proyecto político del grupo en el poder, el cual, con este acto, incomoda al partidazo con el contundente “dedazo”; lo que me lleva a recordar cuando Roberto Madrazo secuestró al PRI en pos de la presidencia de la República, seguido de enfrentamientos internos; recuérdese el de Madrazo VS Elba Esther, duelo que despedazó al PRI lanzándolo al tercer lugar en las elecciones presidenciales al ser derrotado Roberto Madrazo.
¿Se repetirá la historia? Enrique Ochoa Reza tiene ya la responsabilidad de evitar un cisma partidista de enormes consecuencias para el PRI como sería el perder las elecciones del 2018. La cuesta en verdad está muy empinada.
Twitter: @luis_murat
Facebook: https://www.facebook.com/luisoctaviomurat
Blog: https://luisoctaviomurat.wordpress.com