Tremendo debate, pero sobre todo indignación levantó mi artículo de la semana pasada, debo agradecer todos los comentarios y pedir disculpas por utilizar términos poco adecuados para referirme al candidato de las izquierdas, el Licenciado Andrés Manuel López Obrador; de lo que no me retracto es de clasificarlo como un candidato que exagera la importancia de la intervención del gobierno, cuya política económica no conseguirá el beneficio a largo plazo de la población, sino simplemente la alegría momentánea, con cargo a generaciones futuras (vean lo que ocurre en Grecia, España, Irlanda, Italia, Reino Unido y recientemente Francia). En aras de la imparcialidad y mostrar mi sincero interés por informar a los lectores sobre las principales propuestas en materia económica de los candidatos presidenciales, le toca el turno a Enrique Peña Nieto (EPN).
Antes de iniciar, aclarar que mi principal fuente de información es el portal oficial del candidato, ya que supongo que sus propuestas deben ser públicas y estar disponibles en su página. Aclarado este punto, le informo que al igual que con López Obrador, la página ofrece poco para el análisis, está llena de recursos para sus seguidores, los cuales obviamente no cuestionan al candidato y le dan ciegamente su respaldo. A diferencia de mi artículo anterior, para no tener problemas y recibir insultos, advierto que si usted es priista mejor no lea este artículo, ya que no importan las evidencias, su “corazón” está con su candidato. El artículo está dirigido a aquellos que quieren tomar una decisión de voto y les parece relevante la opinión de un servidor.
Primer aspecto a considerar, EPN estudió una Licenciatura en Derecho, lo que es congruente con su profesión de político, pero después una Maestría en Administración de Empresas, lo que definitivamente es incongruente con su ejercicio profesional; no obstante, esta formación adicional en algo puede ayudarle al momento de tomar decisiones relevantes. De suma importancia es conocer que estos dos grados los obtuvo en universidades privadas mexicanas. A diferencia de Obrador, no se sabe quienes serán los responsables de la Secretaría de Hacienda y Economía en caso de que obtenga el triunfo, por lo tanto es un misterio la calidad del respaldo profesional que recibiría, esto me parece juega en su contra ya que lo ideal es votar por la persona y el equipo que dirige. Un poco de luz a este respecto es considerar en alguna de las Secretarías anteriores a su actual coordinador de campaña, el Dr. Luis Videgaray Caso, economista especializado en finanzas, egresado nada menos que del famoso Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Respecto a la propuesta, en su página, la sección de mayor utilidad es la denominada “Mis compromisos nacionales”, algún lector pensará ¿están firmados ante Notario Público? Al parecer sí, aunque no creo que eso sirva de mucho, salvo para causar risa y diversión entre los ciudadanos, ya que sabemos que los notarios son personajes designados por los políticos y responden a sus intereses (un punto que debemos corregir para tener una mejor economía). Dejando esto a un lado, EPN dice comprometerse con crecer y generar más empleos, en lo que estoy totalmente de acuerdo con él –pero eso dicen todos.
Para crecer y generar más empleos asegura que implementará seis acciones: 1) créditos de la banca de desarrollo para mujeres emprendedoras; 2) construcción y operación del Centro Nacional de Investigación y Certificación de Materiales Compuestos para la Industria Aeronáutica; 3) fortalecer la conectividad aérea, marítima y ferroviaria del país para acelerar el crecimiento del turismo, 4) crear el Instituto Nacional del Emprendedor para el crédito, formación y capacitación de los emprendedores; 5) crear el Consejo Nacional Consultivo para el Crecimiento Económico y el Empleo de México y 6) reforma energética para disminuir las tarifas eléctricas en beneficio de la población y la industria.
Los punto 1 y 4 me parecen tan populistas como las ideas de Obrador. Se debe tener mucho cuidado con el uso de la banca de desarrollo, en el pasado, cuando se creó, fue una forma de financiamiento de los grupos de búsqueda de rentas y no cumplió con su misión de fortalecer la actividad económica, por ello poco a poco se fue desmantelando, cosa que a los grupos favorecidos por la banca no les causó gracia. Durante muchos años la banca de desarrollo enriqueció a unos cuantos y empobreció a muchos. Otra cosa que no se entiende de esta propuesta es por qué sólo mujeres, ¿Qué acaso los hombres no son emprendedores? ¿O es qué los programas existentes enfocados a ellos son sumamente exitosos? La propuesta tiene la apariencia de simple demagogia y de aquí su clasificación como populista.
El punto 4 implica crear una nueva burocracia, lo que nunca es deseable, todos sabemos que más gobierno siempre conduce al deterioro de nuestro bienestar, excepto si somos parte de un grupo de búsqueda de rentas (burócratas en este caso). Es cierto que se requiere crédito para los emprendedores, pero para ello basta con poner a funcionar las actuales instancias gubernamentales responsables de tal tarea, no existe necesidad de crear una nueva, ya que de crearse, lo que seguramente sucedería es que la mayoría del presupuesto asignado se gastaría en salarios y mantenimiento de la nueva burocracia y apenas una parte marginal a créditos y capacitación para emprendedores.
Respecto a la necesidad de crédito para los emprendedores, una mejor estrategia sería fomentar la competencia en el ámbito financiero, fortaleciendo a los bancos, cajas populares y otros intermediarios para que el costo del dinero sea menor y se facilite el acceso el crédito. Adicional a esto, puede proponerse una política monetaria más laxa, en la medida en que la economía se encuentra estable y la inflación está suficientemente controlada –por supuesto, poniendo atención en el comportamiento del mercado para no abusar de este instrumento.
Antes de continuar, haciendo uso de las ideas de mi colega y amigo Arturo Damn, le quiero aclarar que en economía existen tres verdades que son irrefutables. La primera es que no hay tal cosa como una “comida gratis”, esto aplicado a las propuestas de los candidatos significa que si un personaje como EPN ofrece beneficios para ciertos grupos de la población (por ejemplo: mujeres emprendedoras, la industria aeronáutica), esos grupos u otros tendrán que pagar un precio o costo de tal acción. Nada en la vida es gratuito y menos viniendo del gobierno que financia su gasto por medio de los impuestos, la deuda o la impresión de circulante. Por lo tanto, cuando se revisan las propuestas de los candidatos deben realizarse las siguientes preguntas: ¿A quién benefician? ¿A quién perjudican? ¿Cuánto cuestan? Y ¿Quién las paga?
La segunda verdad es que no hay algo que un gobierno le de a un gobernado que previamente no le haya quitado a otro. El gobierno y en este caso EPN, si gana, no puede darle todo a todos, y peor aún, cuando alguien recibe algo no es gratis. El gobierno le quita a unos para darle a otros, pongamos un simple ejemplo: una microempresaria del ramo papelero en el Estado de México trabaja todos los días con gran energía y el gobierno federal aparece en escena, le cobra impuestos, para garantizarle “servicios públicos de enorme calidad”, el dinero que la federación recibe los traslada vía subsidios a los miembros de la CTM que con pasión apoyaron a EPN en su campaña, de esta forma la riqueza generada por la microempresaria mexiquense es trasladada a los buscadores de rentas con la ayuda del gobierno, que en ningún caso creo riqueza, solo la distribuyó siguiendo un criterio estrictamente político.
Cuando un candidato como EPN promete el cielo y las estrellas, los ciudadanos debemos preguntarnos de dónde saldrán los recursos para cumplir sus promesas, considerando que ningún gobierno es capaz de darle todo a todos. Recuerde, lo que el gobierno nos da a alguien se lo quito y no sólo eso, cobra una “comisión” por ello. De aquí el temor que me da cuando veo exceso de intervencionismo en las propuestas. Cuando dejamos que el gobierno se magnifique, pensando que resolverá nuestras vidas, debemos aceptar que existirá corrupción, ya que los grupos que le controlan tratarán de quedarse con la mayor parte del pastel y repartirán lo menos que puedan; aún y cuando no hubiera corrupción, la redistribución que lleva a cabo el gobierno puede no ser eficiente y conducirnos al subdesarrollo, tal y como fue en los más de 70 años de administraciones tricolores.
La tercera verdad en economía es que ningún gobernante paga lo que debe. Lo anterior causa un riesgo moral, crea incentivos negativos para que los gobernantes actúen de forma irresponsable en materia de endeudamiento. Lo anterior significa que alguien puede prometer y cumplir, pero cargarlo todo a la deuda. Esto es, en cierta forma lo que pasó en el Estado de México, donde fue gobernador EPN. Al inicio de su gestión la deuda pública total era de 31,479 millones de pesos y al término de su mandato 40,738 millones de pesos. Incremento de la deuda que no se correspondió con una mejoría en las condiciones económicas y de bienestar de la población mexiquense (en el 2008 había 6 millones 498 mil personas en situación de pobreza y 6 millones 533 mil personas en el 2010).
Dentro de la propuesta de EPN existe un tema bastante controvertido, la reforma energética, básicamente propone reducir el precio de la energía. Lo anterior a través de la incorporación de capital privado en la explotación de petróleo, algo que ha dado resultados en Brasil y ha servido para incrementar la competitividad. En este punto creo que hace bien al no sugerir la privatización total de la empresa, ya que esa medida no es posible en un México empapado de las ideas nacionalistas revolucionarias, precisamente creadas por su partido. Es prudente proponer modernizar Pemex e incorporar capital privado. No obstante, me pregunto ¿si en el pasado no lo hicieron los presidentes emanados de su partido, lo hará ahora? Pemex es el símbolo prístino de la corrupción en México y de nuestro origen nacional-revolucionario.
Tratando de parecer un candidato serio y en cierta forma el favorito de los inversionistas internacionales (recuerde su llamado al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza), en enero de este año presentó un decálogo de lo que sería su política económica: 1) mantener la estabilidad macroeconómica; 2) fomentar la competencia económica; 3) impulsar a México como una potencia energética; 4) invertir en capital humano; 5) aumentar el nivel de crédito; 6) duplicar la inversión en infraestructura; 7) reducir la economía informal; 8) diseñar una nueva estrategia de comercio exterior para competir con China y la India; 9) tener una nueva política económica; y 10) realizar una reforma fiscal integral.
Todo lo anterior me parece estupendo, de hecho en ello coincidimos muchos académicos responsables, la pregunta es ¿le creemos? Los fantasmas de su pasado y los de su partido parecen condenarlo, es difícil creer que los priistas han cambiado, que ahora sí son honestos, que ahora sí cumplen sus promesas, que ahora sí reconocerán el mérito y dejarán de lado el nepotismo, el favoritismo y todas aquellas prácticas corruptas que los han hecho famosos y deteriorado al país. Cuesta trabajo creer en sus propuestas, EPN, como todos los demás candidatos está sujeto a la hipótesis del fementido. Amigo lector en julio usted decida quien es el menos falso.
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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)