En número de electores, Oaxaca se ubica en un nada despreciable décimo lugar a nivel nacional. Según reportes estadísticos, en la última elección 2,790,843 oaxaqueños estuvieron en condiciones de concurrir a las urnas; para la elección de julio serán más de 3 millones los que puedan hacerlo. De esos millones, si aplicamos la conseja de un ex gobernador, quien, con no poca ironía afirmaba que “en Oaxaca el índice de agostadero es como de veinte mil políticos por hectárea”, entenderemos el por qué las disputas políticas alcanzan un alto grado de tensión; en nuestro estado hacer política es una forma de supervivencia para muchos y de acumular fortuna para otros. En la actualidad a las membrecías partidistas hay que agregar los cientos de Organizaciones Sociales, que juegan un papel relevante en los equilibrios de poder y sobre todo en las definiciones electorales. Frente a esta realidad, recuerdo una ocasión en que arribando, a nuestra capital para transmitir desde aquí su programa de Radio Fórmula, Ciro Gómez Leyva me preguntó “¿Cómo definirías políticamente a tu estado?”, a lo que le respondí: Oaxaca es un estado donde la normalidad democrática es el conflicto.
En este contexto, hasta 1988 las diferencias de cualquier tipo, de límites, religiosas, mojoneras, construcción de caminos, de canchas deportivas, apertura de empresas, de “amores y desamores” y por supuesto de candidaturas y puestos públicos, se definían al interior del “partido casi único” –versión Carlos Salinas-; las campañas de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, por citar donde comienzan nuestros recuerdos, fueron auténticos “Paseos de la Primavera”. La de “Don Gustavo” por sus orígenes oaxaqueños fue apoteótica; “Don Luis” con su “Arriba y Adelante” tampoco tuvo problemas –el único serio que enfrentó fue por el minuto de silencio que guardó por los caídos en Tlatelolco en la Universidad de Michoacán, que provocó el enojo de Díaz Ordaz, quien acuarteló a Martínez Domínguez por si había cambio de candidato-; y “Don Pepe”, en realidad, al no tener contendiente al frente, la campaña la convirtió en su Luna de Miel –literal-. Por ahí en algún archivo fotográfico deben estar la imágenes del entonces candidato corriendo con singular alegría tras de Rosa Luz Alegría, a quien el viento de la campiña le levantaba ligeramente la falda, dejando al descubierto sus bien delineadas piernas.
Vamos, ni siquiera en el ámbito local de Oaxaca en esa época hubo problemas mayores. La sucesión de Rodolfo Brena Torres, de quien la sociedad oaxaqueña comentaba con una buena dosis de envidia –de la buena- sus “tertulias literarias” en las que su Secretario Particular deleitaba a los asistentes con sus dotes singulares para el piano; se dio en medio del conflicto estudiantil, sin que este incidiera mayormente en el proceso electoral; fue un relevo terso que se decidió a favor de un entonces desconocido Víctor Bravo Ahuja. Recuerdo que por ahí del mes de marzo-abril de ese año, cuando ya era inminente el destape del candidato del PRI, siendo dirigente estudiantil en la prepa, comentaba el tema con el entonces Director, mi muy querido y admirado maestro Fernando Gómez Sandoval. Una mañana –como todas- llegó en su “pulga” azul, se bajó, se puso el saco, prendió su Raleigh extra largo y al llegar al reloj checador le pregunté “¿Maestro, quién cree que será el candidato?”. Dando una larga fumada me dijo “Mira, si no es mi hermano Raúl Bolaños, es mi otro hermano el Zorro Canseco y si no es ninguno de ellos, entonces será mi gran amigo Norberto Aguirre -Palancares-“. Esa tarde por el radio se daba a conocer que el candidato sería un ilustre desconocido –hasta ese día- el Ingeniero Víctor Bravo Ahuja, Sub Secretario de Educación nacido en Tuxtepec; con no pocas ganas de embromar a mi Director, lo esperé a la mañana siguiente en el Reloj Checador; llegó –como siempre- puntual, repitiendo el ritual, ponerse el saco, prender su Raleigh, entró a la prepa, me vio en el checador y sin aún llegar, desde el pasillo me dijo alzando la voz y sonriendo “Flaco, te lo dije, ¡Bravo Ahuja! ¡Bravo Ahuja!”. A los pocos días se sumó a la campaña, larga es la historia; al tomar posesión Don Víctor lo hizo Secretario General de Gobierno, luego cuando este se fue al Gabinete de Echeverría, Gómez Sandoval fue Gobernador interino. Un gran Gobernador, un demócrata adelantado a sus tiempos, con él hicimos la Reforma Universitaria que le concedió la Autonomía a la hoy Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Sin duda eran otros tiempos.
Paradójicamente, en la elección de 1988, fue la última en que Oaxaca, como nunca, fue fundamental para el triunfo del candidato presidencial del PRI, Carlos Salinas, aliado y gran amigo del entonces gobernador Heladio Ramírez. “Reserva Ecológica” de votos verdes, al igual que Chiapas y Guerrero, haciendo valer las buenas, las malas y las muy malas artes del “arte” de hacer votar a los muertos, cambiar actas y generar “casillas zapato”, estos tres estados hicieron posible darle la vuelta al marcador del resultado electoral. Consolidado el Salinismo, en la siguiente elección presidencial Luis Donaldo Colosio despertó grandes simpatías; pocos días antes de su trágico final en Lomas Taurinas, estuvo en Guelatao, en un acto cargado de emotividad y sincretismo, a pesar de que ya para entonces el PRD había permeado socialmente, la gente se le entregó, gustaba su estilo bronco, directo, norteño. A partir de entonces, con Zedillo, Labastida, Madrazo, los dos de la “Mafia Azul” y Peña, la correlación de fuerzas fue cambiando. Lo mismo ocurrió en las elecciones locales; los resultados han sido “atípicos” y en algunos casos desastrosos para el estado –pero esa es otra historia de la que ya hablaremos en otro momento-.
Al día de hoy, a punto de concluir las “pre campañas”, los tres principales “precandidatos” han visitado Oaxaca. El más recurrente, Andrés Manuel, cuenta con una base sólida de seguidores, uno de los retos que enfrenta es el de consolidar una estructura real de presencia en las casillas y su estilo personal polariza. Acierta Jesús Silva-Herzog Márquez cuando advierte “la discrepancia no es inmoralidad. Si no aceptamos que hay razones para el desacuerdo, el diálogo no tiene sentido”.
Ricardo Anaya pasó por Oaxaca con más pena que gloria y deberá aclarar a la mayor brevedad el tema develado por la revista Proceso. No le falta razón a Calderón cuando sostiene que “no es tema de recursos públicos o privados sino de simulación de personas y actos jurídicos con fines de lucro”.
José Antonio Meade estuvo el pasado fin de semana. Fue una visita bien planeada y mejor cuidada; mostró que el PRI en Oaxaca es una fuerza política real. Hizo evidente la pluralidad, producto de nuestro sincretismo político.
En tal escenario, el gran desafío para el PRD, PRI y Morena; siendo éstas las primeras elecciones federales concurrentes con las locales, será la selección de candidatos y candidatas al Congreso Estatal, donde radica la gobernabilidad; y a presidencias municipales, donde la intensidad de la competencia puede jalar la marca; incluyendo la “Joya de la Corona”, la capital, que por razón natural será factor en la sucesión.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh