El lunes de esta semana, la mamá de Zaira Leticia Morales Loyola, entregó en la oficialía de partes, un oficio dirigido al Diputado Arsenio López Mejía, Presidente de la mesa directiva de la LXIV Legislatura del Congreso del Estado, donde le expresa su preocupación ante la huida del doctor Rubén Vasconcelos Méndez.
La Señora María Leticia Loyola López, dice que le apena que se haya ido el doctor, antes de investigar los delitos, y éstos queden impunes. En cuanto a la desaparición de su hija Zaira, asegura que la investigación es endeble, pues en varias ocasiones la misma autoridad le dice una cosa y, posteriormente, se desdice de la misma o la evade.
La señora Loyola López se pregunta: cuántos casos más están en la misma situación y corren el riesgo de que, por un error o por una mala investigación, se pierdan los casos o se queden impunes.
Le afirma al diputado Arsenio López, que el Fiscal General debe de cumplir en su encargo, los siete años que el Congreso del estado lo designó. Ante esa omisión, se siente desprotegida en lo legal, personal y familiar. Incluso, asegura, teme por su vida ante las represalias que puedan existir “por el hecho de implorar justicia.”
“Debe usted y el congreso verificar la renuncia, y en caso de que ésta prospere dejar en claro, que un mal resultado en mi caso en concreto, así como en los asuntos trascendentales en Oaxaca, son responsabilidad del Doctor Vasconcelos.” Les dice contundentemente.
Los delincuentes no sólo desaparecieron a Zaira Leticia Morales Loyola, en la agencia municipal de Santa María Xochixtlapilco, sino también, hicieron víctimas a sus familiares por este crimen tan doloroso.
La indolencia por parte de la Fiscalía del estado por no investigar nada del crimen, ha contribuido a que se produzcan nuevas desapariciones de personas.
Seguramente, otros perpetradores de crímenes similares, seguirán desapareciendo gente porque el Ministerio público y la falta de coordinación en las investigaciones son nulos.
La desaparición de Zaira, ha causado en su familia un impacto emocional y psicológico por no saber el destino y estado de su ser querido.
Dura, angustiante, es para la familia de Zaira, su desaparición, cuando la respuesta es el silencio y un “NO”: no hay información de ella, no existe un cuerpo, no hay rastro, no se sabe si está viva o muerta, no camina la investigación, no, no, no…
En el oficio a la Legislatura local, la mamá dice: “el paso del tiempo y el camino que he recorrido para saber del paradero de mi hija me tiene agotada en lo físico y anímico”.
Así es como las mismas autoridades han llevado a la familia: a un desgaste físico, emocional, afectivo, espiritual y social. No pueden dormir, han perdido el apetito, y como consecuencia, el peso, tienen fatiga, tensión, nerviosismo, llanto, ansiedad, depresión, tristeza, culpa, confusión, desesperanza, apatía, sensación de incomprensión, ira, y hasta han renegado de Dios porque, cada día que pasa, se les debilita la fe.
Señores diputados, les repito lo que dice la mamá de Zaira: “Debe usted y el congreso verificar la renuncia”, de Rubén Vasconcelos Méndez.
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