Aunque la defensa del Instituto Nacional electoral no alcanza para diseñar una alianza estratégica entre las principales fuerzas políticas de oposición, organizaciones sociales disidentes y activistas y el establishment de los medios de comunicación antirrégimen, la marcha del domingo 13 mandó un mensaje muy claro de que el frente conservadorCoparmex-Claudio X. González se apropió de la agenda opositora y redujo a los partidos de oposición a la condición de acarreados.
El otro dato revelador radicó en mostrar una de las realidades que la oposición no había querido reconocer: que el PRI, el PAN y el PRD carecen de estructura y fuerza militante para haber sacado a sus gentes a la calle y que el grueso de los asistentes a la marcha estuvo configurado por la sociedad no partidista estimulada por agrupaciones de activistas y que esa oposición careció de un liderazgo que prefigurará una presencia diferente a la del exconsejero presidente del IFE, José Woldenberg, un intelectual de la izquierda socialdemócrata aguada y profesor universitario.
El eje rector de la protesta fue el grupo Unid@s que surgió de las cenizas de la alianza Va Por México que no pudo superar el oportunismo electoral del 2021 y que se hundió por la traición del PRI en la votación de la reforma constitucional para aumentar cuatro años más la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles.
Los arquitectos de Va Por México y Unid@s provienen del sector privado conservador: el empresario ultraderechista Claudio X. González y su enorme fortuna que ha financiado la alianza y Gustavo de Hoyos como expresidente de la Coparmex, el sindicato patronal militante del conservadurismo empresarial que nació justamente para organizar de manera política a los empresarios y lanzarlos a la disputa por el poder.
Los partidos de oposición fueron aplastados por Morena en las votaciones legislativas, quedaron rebasados en las negociaciones de reformas en seguridad y electoral en las comisiones del Congreso y carecieron de fuerza política para mostrar su músculo en la marcha del domingo 13, aunque bajo el pretexto de que se trataba de una protesta civil y que por lo tanto habría habido muchos militantes en su condición de ciudadanos.
Y si bien se trató de una protesta ciudadana, los partidos de oposición perdieron la oportunidad para posicionarse de un espacio político de la movilización social y solo aparecieron los titulares partidistas, el del PRI en medio de impugnaciones y agresionesverbales, el del PAN perdido en la inmensidad de la masa y los siameses Chuchistas tratando de pasar desapercibidos no fuera a ser que los agredieran a gritos.
La parte fundamental de la marcha fue el después y ahí de nueva cuenta los partidos políticos como pieza fundamental del reacomodo de poder también fueron avasallados y aplastados. Los siete puntos para “el después de la marcha” fueron definidos y controlados por el Señor X. y De Hoyos, perdiendo los partidos la oportunidad de construir una ofensiva político-legislativa-electoral que debiera haber tenido a los partidos como la pieza fundamental.
Seis de esos siete puntos tienen que ver con activismos propios del viejo panismo retórico como calcomanías, presión a los legisladores para influir en el voto (una práctica estadounidense eficaz, pero en un sistema político mexicano que usa al ciudadano como votante y luego se olvida de él), asistencia a nuevas marchas y mítines y construcción de colectivos de opinión.
Dos puntos pudieran tener un efecto movilizador: “estar atentos” –cualquier cosa que eso signifique– al proceso legislativo para “exigir y acompañar a los legisladores que defiendan al INE”, una propuesta que es retórica pero no significa nada; y el segundo punto, que es el más importante de los siete, le quitó a los partidos en el Congreso la dirección política-estratégica más importante: la construcción de la propuesta ciudadana para integrar el Plan de Gobierno 2024-2030, el cual, por cierto, ya dijo el Señor X. que la está redactando en la soledad de su despacho y en función de su propia percepción individual de la lucha política nacional, y los partidos serán el canal funcionalista para llevar al congreso las reformas en las cuales los partidos no han participado en su diseño y cuyo contenido está definido con claridad por la Coparmex, De Hoyos y el Señor X.
Y el séptimo punto se mueve entre la demagogia priista opositora y el lenguaje de la sociedad que carece de sentido político: “sumarse a una gran red ciudadana para exigir, proponer y mejorar», sin decir qué cosa, pero en el sobreentendido de que serían los intereses conservadores de la Coparmex, De Hoyos y el Señor X.
Política para dummies: La antipolítica de la política es la ingenuidad.
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