Existe la posibilidad de que el tan sonado caso de María Elena Ríos Ortiz, reconocida de manera internacional como “La Saxofonista de Huajuapam” en el cual se tiene prácticamente condenado como culpable al ex diputado priísta, Juan V.C. pudiera no ser el responsable de tan cobarde atentado. Me explico. Por primera instancia, los señalamientos desde el comienzo han sido especulativos, sin una prueba contundente; sin embargo, la sospecha fue a partir de que existe una relación sentimental, esa sí reconocida por todas las partes, entre J.V.C y María Elena, en condiciones tormentosas por decirlo de una manera suave. En algún momento se subieron al ring mediático la hermana de La Saxofonista, Silvia Ríos Ortiz y otros familiares de la víctima y comenzó el señalamiento directo contra la figura del hoy señalado, mostrándose como evidencias principales una serie de mensajes intercambiados entre la pareja en conflicto y de ahí derivaron las acusaciones. Luego vino la detención de dos personas, padre e hijo, señalados como los autores materiales de haberle arrojado ácido sulfúrico a María Elena y de haber recibido 30 mil pesos por esa deleznable acción. En este punto, el actual, todo ha sido especulación tras especulación, pues aún en las conferencias de prensa ofrecidas por los familiares de María Elena como de las hijas de J.V.C. no se han presentado pruebas de la acción criminal señalada ni de la inocencia. Más bien han sido reclamos, exigencias a las autoridades para que fundamentalmente atrapen al señalado como culpable por el lado de la víctima, y de parar el acoso legal y mediático contra el supuesto victimario, prácticamente sin opciones a ninguna otra posibilidad. Es decir, ya fue condenado J.V.C. en los medios de comunicación. Incluso la abogada de María Elena, Ana Katiria Castro Ríos, asume muchos de los temas relacionados con el ataque no sólo de requerir la atención legal adecuada, sino psicológica y de la salud para La Saxofonista y para la madre de esta, quien también sufrió quemaduras, aunque de menor consecuencia, pero también fue lastimada. El asunto se manejo en medios nacionales como algo que además no es un caso aislado, sino al contrario, recurrente, no sólo en Oaxaca, sino en otras partes del país y hasta del mundo. Es decir, se ha convertido, y cómo no, en una bandera de la corriente de moda en apoyo al feminismo. Para apuntalar las especulaciones, un diario publicó hace unos días, la filtración de las presuntas declaraciones de los detenidos como autores materiales en las cuales señalan a J.V.C. como quien los contrató y les pagó para realizar el ataque cobarde y por lo tanto, punto final para considerar como cierta la culpabilidad señalada desde el principio, con el pequeño detalle de no ser información oficial, sino supuesta por ser precisamente una filtración.
Sin embargo, a pesar de todo el manoseo las cosas han llevado un curso correcto de la investigación, porque no podría considerarse a nadie culpable sólo porque la opinión pública considera que lo es. Imagínense una sociedad regida no por la ley, sino por la suposición social; nadie tendría garantías. Porque estará de acuerdo conmigo, amigo lector, si es culpable J.V.C. debe aplicarse todo el peso de la ley; habrá sido un cobarde, abusivo y loco maniático. Pero…¿y si no es culpable? Hasta hoy no se ha presentado ninguna prueba contundente.
Se ha filtrado a esta columna, faltaba más, un documento del año 2017 clasificado con el Legajo de Investigación 1915/H.L/2011 emitido en la Subprocuraduría Regional de la Mixteca en la Fiscalía de Huajuapan de León que presenta como víctima de los delitos de “lesiones, falsedad en declaración o informes falsos dados a una autoridad distinta a la judicial , extorsión y demás que resulten” a José Manuel Legaria Barragán e imputada de cometer esos delitos a Silvia Ríos Ortiz, justamente la hermana de La Saxofonista. Datos más, declaraciones menos, se deriva el resolutivo con fecha en mayo del 2017 de no continuar con la averiguación previa abierta desde septiembre de 2011, toda vez que José Manuel denuncia agresiones recibidas por quien era su pareja en ese tiempo, Silvia Ríos Ortiz, y describe en el cuerpo de la demanda una actitud sumamente agresiva y con tintes de extorsión hacia él. Estos antecedentes podrían ser retomados en el caso de J.V.C. para documentar un modus operandi. La realidad de las cosas es que mientras más pasa el tiempo, las posiciones se radicalizan más, pues por una parte la demanda social, sobre todo de grupos feministas, es ya detener a J.V.C. sin importar si es culpable comprobado o no; y por el lado del acusado sigue la insistencia sobre su inocencia y cada vez hace circular más videos y declaraciones subidas de tono. Vaya paquete de la Fiscalía oaxaqueña por un lado la presión social y por el otro, la búsqueda de la verdad histórica, pero sobre todo, comprobable de manera jurídica. La moneda esta en el aire y aún no se sabe si caerá águila o sol.