La llamada veda o ínter campaña electoral, espacio en que los candidatos a la presidencia de la República les esta prohibido opinar para promover el voto y asistir a programas de debate, a riesgo de ser sancionados, termina el 29 de marzo, limbo que no es suficientemente claro ni pertinente, pues se desaprovechan tiempos valiosos para que los candidatos abunden en sus planteamientos y las masas los conozcan más, los analicen y maduren su opinión para cuando llegue la hora de emitir el sufragio, éste sea lo suficientemente reflexionado.
Lamentablemente no es así, las autoridades electorales decidieron complicar más el proceso con una veda inútil. Sin embargo, eso es lo que la nación y los candidatos tienen en materia electoral y no hay otra que respetar la ley y “pico cerrado”.
La veda electoral significa, por lo tanto, “tiempos de guardar”, que se pueden aprovechar para analizar lo que hasta ahora han hecho o dejado de hacer los partidos políticos y sus candidatos.
En el caso del PRI, cuenta con un candidato preparado en administración pública como es el caso de José Antonio Meade, su curriculum es destacado, su experiencia en 5 secretarias de gabinete presidencial así lo demuestran. No obstante, el candidato no ha sido aprovechado por una cúpula partidista que no atina con las estrategias hasta ahora usadas para ponerlo en competencia, lo que hace suponer, que no es el candidato equivocado sino una equivocada caterva de políticos de viejos usos que “jalan la cobija” para su lado, olvidando que su misión principal es catapultar al aspirante a la punta de la carrera presidencial.
Este grupo, hasta ahora responsabilizado de la candidatura del PRI, le está dando “la última palada de tierra” a un partido que carga sobre sus espaldas la mayor parte del perfil corrupto de una élite burocrática que como nunca abusó del poder político y económico del país, carga que se expresa en las encuestas, hasta ahora realizadas, y todas coinciden en colocar al candidato del PRI en el tercer lugar de la carrera presidencial.
Estamos de acuerdo en que la competencia arranca hasta marzo, cuando las maquinarias electorales de cada partido estarán bien afinadas, pero en cuanto a las precampañas las cosas no le pintan bien al PRI.
Es posible que los ajustes, como el que ahora necesita el PRI, sea parte del objeto de la veda electoral, lo cual implica necesario cambio de técnico y del grupo de colaboradores que solo buscan figurar en las boletas para los cargos de elección popular; el candidato les importa un bledo.
En contraste, Ricardo Anaya candidato del Frente integrado por el PAN, el MC y el PRD, crece como la espuma colocándolo en segundo lugar de la contienda presidencial, pisándole los talones a Andrés López. Anaya ha sabido contrarrestar las ofensivas que el PRI y Morena han desatado en su contra, acusándolo de enriquecimiento ilícito, calumnias de las que ha salido bien librado.
En el caso de Andrés López, las estrategias usadas le han resultado. Incluso, actúa como si hubiese ganado ya la elección, y se da el lujo de nombrar gabinete presidencial y a los que, según él, serán senadores y diputados por Morena.
Él ya lo decidió y así será, nadie se le opone. Y aquí hay algo que nos llama la atención como el hecho de haber ofrecido una candidatura plurinominal para el Senado a Napoleón Gomez Urrutia, discutido personaje exiliado en Canadá hace 12 años, pero recibiendo una jugosa mesada del Sindicato de Mineros mensualmente.
El líder minero a distancia, fue acusado de robar 55 millones de dólares al sindicato de mineros que su padre, Napoleón Gomez Sada, le heredo, aunque Napo, su hijo, nunca ha pisado una mina. ¡Que caray! Para eso es egresado de Oxford.
Germán Martinez, ex presidente del PAN, y burócrata de alto rango en el gobierno de Felipe Calderón, también ha sido “perdonado” por Andrés López y habrá de sentarse en escaño plurinominal porque así lo decidió Andrés.
De Ricardo Monreal, pues ya sabemos lo de los 600 mil en efectivo y de los negocios con los que favoreció a los amigos de sus familiares. Él, por ser dócil y obediente será premiado con la medalla plurinominal para el Senado.
Como hechicero que saca palomas de la chistera, Andrés López se regocija haciendo fiesta de su terquedad, de su necedad con las que, según él, gobernará y combatirá la corrupción; aunque hemos de insistir en que con los personajes que baraja para el Senado, es dudoso que los nombrados hicieran leyes adecuadas para combatir lo que es su especialidad, la corrupción.
Por