Dicen los estadounidenses: “Si me engañas una vez tu eres el culpable. Pero, si me engañas dos veces yo soy el culpable”. Y es cierto, parecer tonto o ser tratado como tal, depende en mucho, de que uno lo permita. Ese es el motivo por el cual la crítica a la actitud presidencial, a la de su Secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade y, por supuesto, a la de Luis Videgaray, Secretario de Hacienda se desbordó la semana pasada y continua en los medios y en las redes sociales que, con irritación, denunciaron el malestar y desagrado de la sociedad al sentirse agraviada y lastimada en hechos que, claramente, están al margen de la ética profesional.
Veamos: en nuestro país el llamado conflicto de intereses, que en la mayor parte de los países constituye un delito, en México no está tipificado como tal, más bien es “acuerdo entre brothers”. Así de laxo lo califican algunos jóvenes funcionarios federales. Por lo demás, es cierto que la ley señala con precisión lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer en el ejercicio de la función pública. Pero, de alguna forma o de varias, las posibilidades de “saltar” las limitaciones impuestas por la ley y las tentaciones de hacerlo se dan con frecuencia, por supuesto, entre “brothers”.
De ahí, que se continúe la práctica impune de fraudes, peculados y robos descarados por parte de los funcionarios, como son los casos de algunos alcaldes y ex gobernadores que utilizando el cargo que les fue conferido cometieron delitos que ahora los tienen en la cárcel, incluso, ahora mismo, el diputado electo del PRI, David Sánchez, ex presidente municipal de Naucalpan, se encuentra en la cárcel acusado de peculado y por lo tanto, no ha podido registrarse como diputado.
Sin embargo, algunos han logrado, hasta ahora, evadir la justicia merced a relaciones políticas, influencias o alianzas que los protegen. Pero, solo es cuestión de tiempo, como es el caso de Moreira, ex gobernador de Coahuila, cuyo “fuero” se agotará al término del actual sexenio presidencial.
Lo raro y curioso del ejercicio gubernamental en nuestro país es que no se hayan hecho leyes que tipifiquen delitos que en otros países constituyen conflictos de intereses, toda vez que estos actos se cometen con frecuencia en la administración pública mexicana. Los favoritismos, los favores, los intercambios de los mismos, los negocios de funcionarios con empresarios al través de concesiones de obra pública a cambio de grandes y costosos obsequios que van desde residencias impresionantes, yates, suites, y todo lo que podamos imaginar.
Luis Spota, en su novela Días de Poder, escribe como la mamá Florita –mamá del presidente U- reúne a las esposas de los gobernadores para decirles que el regalo de cada una para la nieta que contraerá matrimonio será de “cien generalísimos” por cada despedida de soltera –39-, lo cual haría un total de 3990 por cada esposa de gobernador.
Obvio es decirlo, pero Spota y la realidad que vivimos, dan cuenta de los favores recibidos por los presidentes a cambio, precisamente, de negocios que se calcan en novelas como las Spota.
Lo anterior no es imaginación, es más, lo estamos viviendo. Pero, no solo eso, los gobernantes se burlan de la nación utilizando los propios brazos gubernamentales para “limpiarse el rostro”, y mediante una retórica, que a nadie ha convencido, se les declara “limpios” de cualquier acto de corrupción tal y como acaba de ocurrir en la resolución emitida en una larga y aburrida declaratoria de la secretaria de la Función Pública de más de tres horas en voz de su titular Virgilio Andrade; resolución que antes de emitirse se adivinaba el resultado, no era difícil imaginarlo.
Actuar en contra de tu jefe, declararlo culpable de un delito que todavía no lo es en México, como es el conflicto de intereses, pues es tonto pensarlo. Se calculó con precisión, la resolución se dejó correr, se hizo un viernes último día de vacaciones aunado a un difícil y cansado regreso de las mismas, así que casi nadie puso atención a la aburrida conclusión a modo de Virgilio Andrade.
Hubo de pasar un largo fin de semana realizando los últimos arreglos para el regreso a clases. Los medios cargaron sus baterías para lanzar las críticas a tamaña desfachatez. Solo que estas, tuvieron que esperar hasta el lunes o martes, días en que pocos fijaron su atención a lo que de antemano se conocía. Así que el gobierno cerro el caso con un mensaje presidencial afectuoso, terso, pidiendo disculpas por las lastimaduras que el asunto casa blanca pudo haber causado a la nación.
Por su parte, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, hizo lo mismo que el presidente. Pidió disculpas por el caso de la propiedad que adquirió de Higa en Malinalco, Estado de Mexico.
Conclusión, todos son unas inmaculadas palomas incapaces de incurrir en una violación a la ley. En cuanto a la nación, es difícil aceptarlo, pero es cierto y es lo que ocurre, somos tratados como ignorantes, solo que ese es, precisamente, el error cometido por la secretaria de la Función Publica, sus jefes y amigos. La nación no lo es, por lo que la desconfianza en el gobierno se sigue ampliando ante los errores que se multiplican.